CANTO RODADO: La carcajada de Vicente T. Mendoza

lunes, 16 de febrero de 2004 · 01:00
México, D F, 16 de febrero (apro)- La XXV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería estará dedicada a Puebla, estado que le rendirá un homenaje al distinguido estudioso de la canción lírica mexicana Vicente T Mendoza (1894-1964) Con una conferencia recordará los 110 años de su natalicio y 40 de su deceso, y estará a cargo de Raúl Dorra y Emilio Casco, el 21 de febrero en el auditorio Bernardo Quintana Si bien el perfil artístico de Mendoza también como pintor ya ha sido desmenuzado en un libro de Clara Meierovich, musicóloga uruguaya radicada en México, son las investigaciones sobre cantos orales de México por lo que él es más recordado y que guardan amplio reconocimiento y trascendencia, en un tiempo cuando algunos de los géneros musicales han cerrado su ciclo histórico, tal vez para siempre “Lírica Infantil Mexicana” fue uno de los regalos didácticos que el poblano Vicente T Mendoza mejor armó para los profesores, recorriendo buena parte de la república en pos de divertidas tonadas que cada vez parecen cantarse menos por las madres mexicanas a sus hijos, y por los maestros de música en las aulas de primaria Pero su legado está ahí Dedicado a Manuel M Ponce y Rubén M Campos, “eximios cultivadores de nuestra canción”, su ensayo de clasificación rigurosa y antología de más de 600 páginas “La canción mexicana” (UNAM, 1961, y Fondo de Cultura Económica, 1982) ha significado uno de los rescates más valiosos para comprender mejor el panorama de la música mexicana Por principio de cuentas, Mendoza refiere que la expresión “canción lírica” parece un pleonasmo (si bien lo lírico es sinónimo de poético): toda canción es en sí misma lírica, en sentido estricto, ya que, como lo entendía en la cultura griega, se trata de un canto apoyado por la lira, y en épocas anteriores se llamaba canto lírico a todo canto acompañado por instrumentos Mendoza especifica en la introducción a su trabajo: “El canto lírico no requiere forzosamente de acompañamiento porque brota espontáneamente del alma en momentos en que la palabra es insuficiente para expresar los sentimientos” Vincent D’Indi apunta que el canto popular deriva de la monodia religiosa secularizada; pero también hay quien remonta sus orígenes a la transformación de los cantos de los trovadores cribaldos a través de los juglares, haciendo uso de la poesía y los versos rimados (López Chavarri, “Historia de la música”) Mendoza agrega: “Es posible también que haya tenido su origen en la Edad Media en forma de ‘cantinela’, pequeños trozos musicales sobre palabras de carácter religioso o profano Estas formas de canto a una o varias voces, con o sin acompañamiento, tuvieron en España una larga persistencia desde los tiempos del Rey Alfonso El Sabio, siglo XIII, puesto que en sus famosas ‘Cantigas a la Virgen Santa María’ hay, además de fórmulas de canto llano, de canto español popular, canciones de rueda y hasta tzortzicos” México mantuvo la tradición española de los siglos XVI y XVII en los instrumentos; pero también formas de acompañamiento (tango, guajira, bolero y seguidilla españoles) El análisis de Mendoza observa todas las variedades de “canción lírica”, y separa cuidadosamente los demás géneros líricos que no sean genuinamente canción Destaca la abundancia de materiales, lo que viene a comprobar por qué México ha sido considerado un país eminentemente musical En su gran mayoría, los cantos recopilados por Mendoza fueron transmitidos oralmente de padres a hijos, un inmenso calidoscopio de la vida nacional que conforma el riquísimo acervo sonoro nacional; sin embargo, otras canciones producidas fuera de nuestro país inyectaron ritmos nuevos que hallaron acogida aquí En cuanto al ambiente y génesis de la canción, Mendoza establece: “La creación de un canto como fenómeno folklórico es igual en todos los países de la tierra: son los individuos inteligentes, de buena memoria, de afán renovador, sobrecargados de fantasía e impulsos creadores… La verdadera forma de creación de nuestras canciones es simultánea, principalmente en el Bajío donde son ajustados texto y melodía, ritmo y tonalidad en un solo impulso en el que se adunan las tradiciones: la poética y la musical… De ahí que las composiciones auténticamente mexicanas tengan siempre un aire de familia… En el Bajío, Michoacán y Jalisco, lo que se dice cantando adquiere el carácter de una promesa formal, un compromiso vertido en voz alta, un juramento que hay que cumplir” Mendoza narra una anécdota curiosa “cuando estudiaba el vaso de la presa de Tepalcatepec”, cuya fecha estaba bien presente en sus recuerdos: “El 16 de septiembre de 1926, en un campamento de Irrigación, allá por los límites de Jalisco y Michoacán, con motivo de las fiestas patrias subí con varios jóvenes a una lomita cercana y nos entretuvimos cantando canciones, entre otras: ‘Soñó mi mente loca’, de don Manuel M Ponce, que dice: Soñó mi mente loca/ soñó con la ilusión;/ soñé en besar tu boca, poseer tu corazón/ Soñé que me querías/ como te quiero yo/ y que antes morirías/ que despreciar mi amor… “Se me ocurrió introducir una carcajada en el verso: ‘…y que antes morirías’ No bien habíamos descendido, recibimos la reclamación de unas jóvenes que ese día habían ido a visitar a unos parientes que vivían en unos jacales cercanos, que ni siquiera habíamos parado mientes en que existían; los enviados preguntaban con urgencia qué intención encerraban esas carcajadas, qué habíamos querido sugerir con esas risas, o a quién iban dirigidas esas burlas Ni los mensajeros, ni las jóvenes aludidas podían concebir que en medio de una canción, indudablemente entonada y dirigida a alguien, se introdujeran muestras de desdén en forma irrisoria” Mendoza pensó entonces que dicho caso confirmaba una regla: “Los enamorados, al entonar sus serenatas, hacen saber sus sentimientos, sus rencillas, sus celos, desconfianzas o recriminaciones cuando acuden a las rejas de sus pretensas ya solos o en grupos; de ahí las canciones de ebriedad por despecho o por desilusión, las que encierran reproches o amenazas, promesas o ruptura En fin, la canción es el medio más expedito para comunicarse con la amada cuando existe impedimento u oposición por parte de los familiares, expresión que queda grabada en el fondo de la conciencia, no sólo de los protagonistas interesados, sino de cuantas personas escuchan los conceptos” Por tanto, concluye Mendoza, “la canción en nuestro ambiente” no es nada más una expresión artística, una manifestación lírica, una exteriorización de sentimientos, sino también “un elemento normativo de la conducta ejercido colectivamente, de una manera efectiva que abarca los momentos culminantes de la vida del hombre o sea, cuando el amor ejerce su influjo prepotente en la existencia de nuestra sociedad”

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