PERMANENCIA VOLUNTARIA: Zapata. El sueño del héroe

lunes, 3 de mayo de 2004 · 01:00
Mexico, D F, 3 de mayo (apro)- Existen cinco palabras para describir a la última y esperada cinta de Alfonso Arau, “Zapata El sueño del héroe”: Un show-cómico-mágico-musical, parafraseando el eslogan de “La Carabina de Ambrosio”, pues la cinta resulta ser tan absurda y tan surrealista como ese programa, con la diferencia de que “Zapata” no intenta ser una comedia La historia tiene ciertos puntos en común con los hechos históricos, pero en general “Zapata” es pura ficción (realismo mágico rayando en el surrealismo) que intenta mostrar el lado místico y simbólico, la visión, según Arau, que tenían los indígenas de él De tal forma que en la cinta, Emiliano Zapata es la reencarnación de Cuauhtémoc, además de que fue tocado por Quetzalcóatl, o sea, desde que nace está predestinado Para ayudarle a cumplir ese destino se encuentra la chamana Juana Lucio, una indígena que tiene el don de desaparecerse luego de realizar unos extraños “pases mágicos” con sus brazos y decir “shu” Esta desaparición es parecida a la que utilizan los personajes de “Viaje a las estrellas” cuando se tele-transportan, y el papel de Juana Lucio es comparable al de Yoda en “La guerra de las galaxias” En su lucha, que es la misma que la del Zapata histórico, al igual que su destino final, Emiliano Zapata se topa con Victoriano Huerta, su archirrival, quien hará hasta lo imposible para detener al caudillo, y también con una española cantante de zarzuela, interpretada por Lucerito, con quien tiene algunos amoríos Los diálogos se sienten forzados debido a las malas actuaciones y, así mismo, a un lenguaje que usaban Jorge Negrete y Pedro Infante en sus películas; en aquella época funcionaba, como funciona ahora cada vez que las vemos, pero usarlo en una película moderna suena absurdo Sin mencionar que los discursos místicos que rodean a Zapata, así como los rituales indígenas, se ven tan artificiales y, de nuevo, absurdos, que terminan por provocar la risa involuntaria No creemos el discurso Zapata tampoco emociona, pues no hay trama, no hay conflicto, hay imágenes que se presentan a lo largo de la cinta para mostrar lo divino de Emiliano y para enseñar su reacción ante la indignación que sufrió en su niñez, cuando su familia fue despojada de sus tierras por un hacendado, y la indignación de su pueblo ante las mismas circunstancias Arau decía que esta versión de Zapata superaría a la de Elia Kazán (“¡Viva Zapata!”), protagonizada por Marlon Brando y Anthony Queen, escrita por John Steinbeck, pero se le olvidó que Alejandro Fernández (Emiliano Zapata) y Jaime Camil (Eufemio Zapata) distan mucho de ser grandes actores Y tampoco se dio cuenta que su guión no alcanzaba la calidad de la historia de Steinbeck, con todo y que Arau se preocupó por introducir en Zapata diversas referencias a películas del cine mexicano, con todo y que se preocupó por tocar temas universales que le llegaran a todo aquel que viva en este mundo globalizado

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