ADELANTO DE LIBROS: El mensajero. Una biografía de Porfirio Barba Jacob, de Fernando Vallejo

lunes, 19 de julio de 2004 · 01:00
México, D F, 19 de julio (apro)- Sólo por elegir la biografía de un poeta como Porfirio Barba Jacob ya Fernando Vallejo debía ser considerado un escritor confiable Y cuando desde la primera página va uno avanzando en pos de las 422 del libro de Alfaguara, se va confirmando lo anterior: estamos frente a una intensa, larga y minuciosa investigación y búsqueda de los pasos de ese bohemio que bien pudo decir a la manera de Wilde, sólo que en el ámbito popular, “he puesto todo el genio en mi vida y sólo el talento en mis poemas” Pero hay un elemento “plus” que nos atrapa definitivamente: la accidentada existencia de ese también Ricardo Arenales, el creador de “La canción de la vida profunda”, corre pareja al ritmo y al tono de la narración de un Vallejo desparpajado, derrochador de impulsos sintácticos y giros idiomáticos como le viene en gana, situándonos al mismo tiempo en Barba Jacob como en sus pesquisas Y ya que tocamos “La canción de la vida profunda”, habría que decir que alguien --no importa quién-- señaló a una de sus cuartetas como la más terrible en la poesía de lengua española: Y hay días en que somos tan lúgubres tan lúgubres Como en las noches lúgubres el llanto del pinar El alma gime entonces bajo el dolor del mundo Y acaso ni Dios mismo nos quiera consolar Nacido en Santa Rosa de Osos hace más de cien años, el Barba Jacob que nos trasmite Vallejo es el Barba Jacob que hubiéramos deseado nos narrara su vida Este libro está llamado a cumplir un destino de lectores amplio Aquí, algunas líneas del inicio: * * * De lo que Avilés me cuenta y yo recuerdo, recuerdo una tarde en que el joven visita a Barba Jacob en su hotel y se ponen a charlar sobre los poetas de México “No muy convencido de su importancia” el joven menciona a Enrique González Martínez, y para su asombro Barba Jacob, “el ángel de las palabras encendidas y diabólicas”, al conjuro de ese nombre santo suavizó su expresión, se humanizó, y por un momento pareció recobrar la serenidad ¿Pero tierra que gira? Amigos míos y admiradores suyos me han contado que después de que se murió su mujer, y ya de viejo, se encontraban a don Enrique consiguiéndose criaditas en los cines Como las pasiones morbosas de Barba Jacob, la vida limpia, ordenada y constructiva de González Martínez era un lugar común Que no sólo Avilés el ingenuo, sino Barba Jacob el perverso se tragó Barba Jacob que lo trató por treinta años, y que vivió cincuenta y ocho bien vividos, haciendo incluso una que otra obra de caridad Ni tan diablo pues el diablo ni tan santo pues el santo Hombres simplemente de dos patas y materia vil Lo que Barba Jacob se conseguía eran “boleritos”, limpiaboticas, pero no en la piadosa oscuridad del cine (que no le gustaba), sino a plena luz de la plaza ¡Y Morelia o La Piedad o Chilpancingo ponían el grito en el cielo! Luego Avilés pasa a contarme de cuando acompañaba a Barba Jacob (Avilés en la pobreza y Barba Jacob en la miseria) a comer en fonditas humildes de la calle de Dolores o de San Juan de Letrán Su arrobamiento ante la comida mexicana que pasaba con el pulque, “el vino del Anáhuac” Que por no claros motivos huía del poeta para terminar volviendo a él, al personaje deslumbrante, encandilado por la luz del mal que lo atraía como a la chapola la llama Que dejaron de verse con la frecuencia de antes cuando Barba Jacob empezó a escribir en Últimas Noticias, y el poeta que se moría de hambre se convirtió en un periodista “virulento y aun malintencionado pero bien pagado” ¿Y del asesinato que? Del asesinato nada Que se lo dijo Tallet: José Zacarías Tallet, años ha, veintinosecuántos, en La Habana, y a lo mejor Tallet ya ni existe Que en la Frontera Norte, que no sé cuándo, que a no sé quién… Pero mi querido amigo Avilés, andar por estas tierras malpensadas, sugiriendo con la pluma deslenguada que Barba Jacob fue un asesino “porque se lo dijo Tallet” a mí me pone los pelos de punta ¿Le estoy siguiendo entonces la pista a un asesino? ¿O a un poeta? ¿O que?

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