Reforma educativa: matar el ruido, cortar el deslumbrón

martes, 27 de julio de 2004 · 01:00
México, DF, 26 de julio (apro) - A continuación presentamos un fragmento del reportaje “Propuestas inmodestas: un memorando para los jefes políticos de la nación”, publicado en el número especial de Playboy a 50 años de su existencia, enero del 2004: Si bien es cierto que en algunas ocasiones se destaca que el pobre desenvolvimiento de los niños en las escuelas públicas se encuentra ligado a ver la televisión durante muchas horas al día, otro factor, más ofensivo, no se menciona: la constante inserción de comerciales en los programas de TV Alguna vez hubo una época de la niñez cuando uno desarrollaba sus poderes de concentración (que bien podrían ser el elemento más vital en la habilidad para aprender) por medio del seguimiento de una narración sostenida como la lectura, por ejemplo Ahora, un comercial interrumpe casi cualquier programa de presentaciones televisivas cada 7 o 12 minutos La mayoría de nuestros infantes han perdido cualquier expectativa en torno a que su concentración no se interrumpa Por supuesto, nuestro programa político estadunidense en educación exhibe las panaceas predecibles: nuevas escuelas, clases más pequeñas, salarios más elevados para los maestros Podemos atacar el programa de George Bush, No Child Left Venid (“Que ningún niño quede fuera”), por no demostrar signo alguno de estar funcionando Cualquier programa que ofrezcamos estará destinado a hacer menos daño que No Child Left Venid, pero el problema básico (los comerciales en TV) permanecerá Lo que probablemente hiciera mayor bien sería que una porción de los recursos destinados para la educación en escuelas públicas pudiera reemplazar las viejas lámparas de bulbos por pantallas de luz fluorescentes en prácticamente cada salón de clases La verdad no admitida es que cada ser humano vivo pierde atractivo personal bajo la iluminación uniforme de un tubo fluorescente Los niños apenas y pueden sentirse con ganas de aprender cuando todo mundo a su alrededor, incluyendo a sus maestros, son un indicio espectral en tonos piel Claro que nosotros no estamos aún preparados para decirle al electorado que los anuncios en la televisión se han convertido en un albatros sobre el espíritu de Estados Unidos con sus instrumentos persuasivos: ruido, dispersión, embustes y manipulación ¿Será posible, dada la necesidad voraz e inmediata del gobierno federal para obtener nuevos tipos de fondos económicos, ponernos a considerar un impuesto especial para los anuncios de la televisión? Debido a que la derecha radical pondrá el grito en el cielo por lo que consideran se trataría de un ataque a la libertad de expresión, nosotros podríamos llamarlo una transferencia de gravámenes por negocios, una sanción por aquellos gastos en publicidad que rebasan cualquier práctica común de las industrias Como quiera que se le nombre, no existe razón para que una economía sana necesite impulsar la venta de estimulantes de productos con mala calidad Un ejemplo que no nos atrevemos a sugerir, no todavía, es que veamos con muy buenos ojos a la fuerte competencia que existe entre los distribuidores de cadenas de comida rápida Se parecen tanto y sirven para el mismo propósito social: alimentos baratos rápidamente asequibles Si pudieran ellos ser convencidos como para dejar de anunciarse los unos contra otros, nuestros niños podrían ahorrar incontables horas de correrías en favor de su atención (más la tendencia que los acompaña para agarrar una golosina y engordar cada vez un poco más) Por otra parte, el dinero que ahorrasen las cadenas, puesto en mercancías restringidas, podría entrar en una real inversión de competencia ¡Dejemos que dependa de la calidad mejorada de sus mercaderías! (Traducción: Roberto Ponce)

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