BUZÓN DE APÓCRIFOS: Desplazamiento

lunes, 16 de agosto de 2004 · 01:00
México, D F, 16 de agosto (apro)- ¡Pues sí Aunque no lo crean, los muertos pueden hablarnos! Esta rotunda afirmación es el motivo principal de que escriba la presente a este buzón Les explico cómo sucedió En días pasados, como es costumbre entre nosotros, coincidimos varios amigos en el piano-bar EL TÚNEL DEL TIEMPO; ahí, influidos por las noticias del momento, nos enzarzamos en una acalorada discusión de si era o no era política, social y hasta culturalmente correcto desplazar la estatua de Cuauhtémoc del cruce de Insurgentes y Reforma Cuando más vivo era el desacuerdo de pareceres entre los partidarios de los síes y los nóes, al punto que la controversia amenazaba convertirse en enfrentamiento, Tranquilino Custodio nos propuso que para aclarar el problema le preguntáramos al más afectado por el mismo, al último huey tlatoani, Gran Señor de México-Tenochtitlan Tan peregrina sugerencia produjo un estupor general en el grupo que tuvo la virtud de calmar los ánimos y resolver los apasionados argumentos de los pros y los contras en un chisporroteo de burlas y cuchufletas sobre la imposibilidad de hacerlo Entonces, molesto, fue cuando Custodio nos lanzó la insólita afirmación que encabeza la presente Nos dejó mudos Sin darnos tiempo a reaccionar, añadió socarrón: --¿Lo dudan? Piensen Lo puede hacer en una sesión espiritista Por falta de espacio, no puedo explicarles los sucesivos impulsos que nos llevaron a poner en práctica la sugerencia de Tranquilino Únicamente les daré un resumen de lo que el evocado espíritu del último huey tlatoani azteca nos transmitió a través de la médium a la que acudimos Por lo indicado, suprimo las preguntas y respuestas y doy en bloque sus palabras, procurando, hasta donde me lo permite la memoria, ser fiel a su expresión y contenido: “Señores, también a mí este desplazamiento mío de lugar por razones de urbanismo, despertó esperanzas sociales, políticas y culturales ¡Qué simbolismo! ¡Qué presagio! Recuerden Por estas fechas, 483 años después de la caída de Tenochtitlan, se me acerca 80 metros más al corazón de la misma, donde todavía están los restos del huey teocalli Mi corazón se alegró por ello e imaginé un retorno triunfal en medio de los redobles de teponaztles y huéthetls, notas de los caracoles marinos, melodías de flautas y silbar de pitos, pues me figuraba que el bendito tiempo había conseguido una convivencia de tolerancia y comprensión; que las confluencias de sangres, de espíritus e incluso e intereses diferentes, por el tiempo, dejaban atrás una maldosa y amarga herencia generadora de frustraciones, resentimientos y hasta odios “¡Mas ay! Eso no era más que un sueño mío Miré un espejo de obsidiana y, su mágico reflejo, me mostró una triste realidad En el vi que los de la sangre de mi sangre, continúan siendo los más pobres, que de muy poco o de nada les sirvió ni les sirve el haber cambiado de dioses, el haber aceptado al dios de los teules ¡Oh, desgracia!, pues ellos muy bien pueden decir, como dicen los naturales de algunas islas del Pacífico, las más ricas por cierto: ‘Los blancos, cuando llegaron, tenían la Biblia y nosotros la tierra; ahora, los blancos tienen la tierra y nosotros la Biblia’ ¡Qué permuta! “¡Ah, qué tragedia!, ya que lamentable es y vergonzoso que los de la sangre de mi sangre, como tantos otros nativos de otras partes del planeta, puedan seguir diciendo con toda razón la parte del Chilam Balam de Chumayel, la que dice: ‘…porque los muy cristianos llegaron aquí con el verdadero Dios; pero ese fue el principio de la miseria nuestra; el principio del tributo, el principio de la limosna…’, etcétera “Digo, triste y deplorable es, ¡oh, señores!, esta situación que a tantos afecta; por eso pregunto: ¿no se ha cumplido el tiempo suficiente para que se realice la obra de la comprensión integradora; no es llegado el tiempo en que se entienda que el bien de uno no tiene que conseguirse con el mal de otro? Reflexionen, porque de no ser así, tengo en mi ánima, y mucho temo, que quizás sólo nos esté quedando el día de que tanta frustración de tantos, tantas lágrimas, sudor y sangre de tantos lleguen, como se dice en el Chilam Balam, ‘hasta Dios y baje la justicia de Dios de un golpe sobre el mundo’” Con esto puso punto final y guardó silencio el evocado espíritu de Cuauhtémoc y nosotros quedamos en turbadora meditación Y como lo escuché se los cuento, amables lectores, pues pienso que algo y hasta mucho para recapacitar dan sus palabras ¿O no es así? Ustedes dicen Con afecto para todos INOCENCIO BUENAFÉ

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