BUZON DE APÓCRIFOS: Paradigma
México, D F, 23 de agosto (apro)- Don José María Aznar, señor de todos mis respetos: sirva la presente para demostrarle mi admiración y expresarle mi apoyo a su persona y a sus valerosas y valiosas decisiones, ya que las mismas lo muestran y demuestran como paradigma de los hombres que conscientemente, con lógica rigurosa, analizan, interpretan y viven a plenitud las leyes de nuestro tiempo
Por lo anterior, me explico y justifico su arrogancia e incuso su desprecio hacia sus críticos, individuos desfasados, por exceso o defecto, de la irreversible e inevitable globalización, como bien se sabe hoy por hoy está regida por una sola potencia verdadera: USA, campeona de la iniciativa privada, impulsora del “adelgazamiento” de los Estados a toda costa, defensora a ultranza del libre mercado y la libre competencia, que tienen como principal resorte la mayor ganancia posible
Ante estas nuestras realidades de hoy, digo y sostengo que se me antojan solemnes estupideces que sus críticos lo satanicen porque usted, en su tiempo, a calzón quitado, es decir, sin miedo ni vergüenza, metiera al pueblo español en la guerra de Irak; que consideren como desleal, como traición, que en su visita a los USA el pasado abril, criticara que su sucesor en la jefatura de gobierno, retirara las tropas españolas de Irak; el que se escandalicen porque el presidente de los USA lo haya invitado a participar como orador en la Convención Republicana; el que se rasguen la vestiduras porque pagó dos millones de dólares para conseguir la medalla de oro del Congreso estadunidense
Pregunto: ¿y qué con esas críticas a sus decisiones? ¡Nada!, pues ellas, sus acciones, mi estimado señor Aznar, no hacen más que confirmar que usted, como dije más arriba, es paradigma de los hombres congruentes con este nuestro tiempo de globalización, de este hoy en que los principales gestores, administradores y gerentes de la misma, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, con sus “recomendaciones”, con sus “recetas” para adelgazar al Estado, lo están llevando, en todos los países, a la anorexia e incluso a la bulimia Ante esta situación, lo lógico, lo coherente, era y es hacer lo que usted hizo y sigue haciendo, pues con ello demuestra y confirma, como lo fomenta, impulsa y hasta exige la globalización que así como el capital, la banca, los negocios pueden y deben ser transnacionales, también lo pueden ser los hombres, y deben serlo sobre todo los políticos para la buena marcha de la misma Esa es la verdad de hoy
A la pregunta que pueden hacer y hacen los de mala leche y hasta algunos ingenuos de buena fe, de que si la trasnacionalización del hombre, principalmente del político, no lo convierte en apátrida, respondo: ¡qué tontería! Al respecto pienso como usted, estimado señor Aznar, que con sus palabras y obras practica a rajatabla lo que impone y defiende la globalización; el valor y peso de la iniciativa privada (en su caso privadísima, por personal), sobre todo cuando se ejerce en un Estado que por su afán de “adelgazamiento” da en la anorexia o la bulimia, y débil por ello, sus decisiones son ambiguas, confusas y hasta contradictorias
Lamentable es, cuando se llega a esa situación, que los maliciosos, que no faltan y más bien sobran, piensen y proclamen que todo se debe al manejo de una perversa doble moral
En cuanto a las críticas que le hacen por el pago de dos millones de dólares para conseguirse la medalla de oro del Congreso estadunidense, son de risa loca ¡Qué ignorancia demuestran los que le hacen objeto de las mismas! ¿Pues acaso la globalización que hoy nos manda y administra, con su defensa a ultranza del libre mercado e insistente encomio de la iniciativa privada no avala y justifica con creces su gestión para obtener tal presea, por otra parte tan merecida por usted por sus valerosos y valiosos servicios a la causa, lo que ha hecho de usted paradigma de globalifílicos?
En fin, si de algo le sirve, me permito recordarle que, como dice una canción mexicana, nadie es “monedita de oro para caerle bien a todos”, y ese es el gran riesgo que corren, sobre todo, los que como usted, congruentes con las verdades que hoy nos conforman y rigen, las practican en sus decires y quehaceres sin reparar en el precio que tengan que pagar por ello
Para eso, hay que reconocerlo, se necesita tener valor, lo que a usted le sobra si se juzgan sus decisiones Le felicito
Sin más, con el respeto y admiración que me merece, queda de usted su atento y seguro servidor
CANDIDO PENITENTE