La crisis en las relaciones de pareja y su solución

lunes, 31 de enero de 2005 · 01:00
* Los guerreros del amor, del analista Rubén González Vera * Proyecto MEGA: Movimiento Escolar Guerreros del Amor * Adiós al viejo esquema amoroso México, D F, 31 de enero (apro)- El psicólogo Rubén González Vera publica el libro Los guerreros del amor, donde expone, como algo posible, que las parejas alcancen una relación de excelencia, conociendo y “matando” sus propios “tigres de papel”, es decir: descubriendo y luchando contra aquellos “dragones internos” del subconsciente que cada uno de los enamorados lleva dentro González Vera (DF, 1957), egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana en 1986, y quien por más de 15 años ha impartido cátedra en diversas instituciones de desarrollo humano, es el creador de la propuesta psicoanalítica MEGA (Movimiento Escolar de los Guerreros del Amor) Su objetivo es contribuir al florecimiento de la vida amorosa en las parejas mexicanas, para revertir la crisis y el deterioro en que se encuentran Su estudio Guerreros del amor El nuevo paradigma de la pareja (Editorial Proyecto Mina Estrella, 325 páginas, proyecto_mega@yahoocommx, 2004), ofrece a los amorosos una mala noticia y otra buena La primera está tomada de la investigación La inteligencia emocional (Editorial Vergara, México, 2000), escrita por el especialista estadunidense Daniel Goleman, quien proporciona el dato de que por cada dos parejas que se casan, una se divorcia; en tanto que en 75% de las parejas que permanecen unidas por el contrato matrimonial, la infidelidad se presenta: Para los matrimonios norteamericanos que se formaron en 1980, alrededor del 10% acabó en divorcio Para aquellos que se casaron en 1920, el índice fue aproximadamente de 18%; para las parejas casadas en 1950, el 30% Las parejas que se casaron en 1970 tenían 50% de probabilidades de separarse o seguir unidas Y para las parejas casadas en 1990, las posibilidades de que su matrimonio acabaría en divorcio estaban cerca de un asombroso 67% Si el cálculo se mantiene, sólo tres de cada diez matrimonios recientes pueden contar con que seguirán unidos a su nueva pareja El autor del nada acartonado tratado Guerreros del amor (“libro que las parejas estaban esperando”, reza el lema en la portada, bajo una reproducción de la escultora Angélica Aramburu Álvarez) agrega: “En México, las cifras se acomodan de otra manera No obstante que la tasa de divorcios es menor, la de divorcios emocionales es mayor, de tal forma que, aunque ellos permanezcan juntos, padecen la misma desorientación y desilusión; sólo que nuestra idiosincrasia inhibe la decisión de la separación con más eficacia que la de otras naciones “Un dato que ayuda a entender ese aspecto de la abundancia de divorcios emocionales es que en uno de cada tres matrimonios el hombre ejerce algún tipo de maltrato sobre la mujer Por desgracia, abundan las parejas grises y mediocres, y escasean las luminosas y evolucionadas” Y la buena Por otra parte, la buena noticia del terapeuta consiste en desechar lo que cataloga como “el viejo paradigma del amor” en el proyecto conyugal, cuyo fundamento es la creencia de que la clave para construir una buena relación amorosa consiste en encontrar a la persona adecuada, pues de lo demás se encargará el ‘amor’ y no los propios protagonistas de la relación afectiva Así, González Vera sugiere un “nuevo paradigma del amor”, que desarrolla a partir de tres premisas: 1 Para construir una relación de pareja de primer nivel, hay que emprender un trabajo psicológico de crecimiento personal, exhaustivo y constante 2 En la pareja, al igual que en cualquiera otra actividad que se pretenda desempeñar con un nivel de excelencia, se requiere que los aspirantes adquieran un perfil específico 3 Dado que la pareja es un universo muy complicado en el que no resulta fácil lograr un buen rendimiento, se requiere de una “escuela” para implementar, junto con el amado, el proceso de crecimiento personal, así como el desarrollo del perfil Con palabras más sencillas: sólo si la pareja trabaja fervorosamente contra sus “monstruos” o “fantasmas interiores” que (muchos, desde la infancia) limitan su desarrollo, puede desprenderse de definiciones anticuadas que marcan al “viejo paradigma”, en frases como: El matrimonio no es el cielo ni el infierno, sino simplemente el purgatorio; un lecho de rosas, pero con todo y espinas El hombre es un animal incompleto, mientras que el casado es un completo animal, etcétera Emerge entonces el perfil deseado de los “guerreros del amor”, en analogía deportiva que explica González Vera: “Si pretendemos ser tenistas de alto rendimiento, previamente sabemos que debemos tener una condición física a toda prueba que nos permita aguantar largos juegos y torneos Sin embargo, en la vida afectiva participamos con una ‘condición’ tan precaria, que sólo nos alcanza para aguantar los primeros sets conyugales, por lo que pronto se evaporan las ilusiones y la motivación “En el tenis no escatimamos el gasto económico que sea necesario para adquirir la más refinada de las técnicas Buscamos al entrenador más competente y no nos importa pagar elevados honorarios porque estimamos que es una buena inversión Pero en el ámbito de la pareja nos parece muy oneroso gastar en terapias o en cursos en donde nos brindarían las herramientas necesarias para adquirir el dominio de las técnicas en el difícil arte del amor “Al cotejar el tenis con el amor, se ponen de relieve patéticas contradicciones que reinan en el viejo paradigma, ya que por un lado decimos que la pareja es lo fundamental de nuestras vidas, y por otro actuamos como si fuera lo contrario Únicamente aquellos que en los hechos demuestren consistencia con la premisa de que la pareja es lo más importante podrán alcanzar buenos niveles de madurez afectiva y, por lo tanto, de felicidad” Guerreros amorosos Para amenizar la lectura de Los guerreros del amor, Rubén González Vera aligera los tecnicismos propios de la psicología que abundan en los siete capítulos de la obra con refranes y chistes, así como con ejemplos tomados de películas de gran éxito (como Titanic, la más taquillera de Hollywood) y canciones de Facundo Cabral o Paquita la del Barrio El psicólogo asegura que, muy a menudo, el fracaso de las parejas puede atribuirse a su autoengaño y a su falta de autocrítica Hace una analogía con la canción Yo nací para amarte (éxito compuesto por “Quique” Santander, interpretado por Alejandro Fernández): “Su letra versa sobre un individuo que tiene una relación con una mujer que lo maltrata y lo engaña, pero que da por hecho que ésta algún día lo apreciará y lo amará, no importa que, mientras tanto, su vida sea un infierno” Te esperaré, no importa cuánto me hieras sin piedad, el destino está marcado, serás mía y de nadie más Yo nací para amarte más allá de la razón Al respecto del verso final, González Vera apunta la cita del filósofo francés Blas Pascal: El corazón tiene razones que la razón no conoce Conocemos la verdad no solamente por la razón, sino por el corazón; de esta manera es como conocemos los primeros principios Añade: Pero fíjate bien, Pascal dijo: conocemos no solamente por la razón, que es muy diferente a decir: más allá de la razón Cuando se piensa que se puede amar más allá de la razón, esto implica justamente que se pierde la razón Al eliminarla y desecharla se corre el riesgo del desquiciamiento, de caer en el ‘reino de las tinieblas’ como le pasó a este personaje Además, cuando Pascal profiere estas palabras se refiere a corazones sanos, y no envenenados, de tal suerte que podríamos completar su idea afirmando: El corazón sano tiene razones que la razón no conoce Compárala con este otro: El corazón dañado tiene razones que la razón no conoce ¿Ves la diferencia?” En el apartado “El victimismo como expresión de la incapacidad de autocrítica”, del capítulo quinto intitulado La capacidad de autocrítica, se refiere a una baguala argentina: “El cantautor Facundo Cabral hace patente en una de sus canciones la vileza que caracteriza el juego víctima-victimario, la frase dice así: Yo tengo dos enemigos pues dos puntas tiene el mar: el hombre que pisa al otro y el que se deja pisar “Una persona adulta que permite una sola vez que la maltraten y no hace algo drástico para que no se vuelva a repetir, con su actitud pasiva está invitando al otro a que continúe lastimándola Muchas personas argumentan que toleran esto por ‘amor’ Es crucial que no nos auto-engañemos, yo les digo a mis pacientes: ‘si quieres seguir en una relación destructiva, es tu decisión, pero lo que no voy a permitir es que confundas la enfermedad con el amor’ A esta mujer le sería muy útil reflexionar acerca del mensaje del dicho: Nunca falta un roto para un descosido, ni una media sucia para un pie podridoPaquita en el diván Dos canciones célebres interpretadas por la afamada Paquita la del Barrio sirven como marco para desnudar relaciones enfermizas Una de ellas es Rata de dos patas, donde “la autora utiliza los adjetivos más denigrantes para expresar la opinión o imagen del que ha sido su pareja” Lo define como lo peor: un inmundo roedor bípedo, escoria, adefesio, hiena, sabandija, alimaña, culebra ponzoñosa, espectro del Infierno y cucaracha que infecta donde pica, que hiere y que mata “Además, para enfatizar su desprecio por este sujeto, emplea una frase que es distintiva de ella y que incluye en la mayoría de sus interpretaciones: ‘¿Me estás oyendo, inútil?’ ¿Quién elige como pareja a un espécimen que es así? ¿Acaso una diosa, una reina, una princesa? ¿Verdad que no? Si la mujer de la que habla esta canción se ‘equivocó’ en la elección de pareja, ¿por qué permaneció tanto tiempo en ese zoológico? Seguramente tuvo que pasar mucho tiempo con esa rata para ser infectada, herida y acumular tanto odio en su corazón “Por otro lado, ¿por qué la necesidad de que un inútil la escuche?, ¿no debería más bien escucharse a sí misma para entender cómo se auto-engaña? ¿Por qué se relacionó con un sujeto como éste? Ya conoces las respuestas: porque para eso le alcanzó y, dos, porque eso es lo que en su mundo interior cree que se merece” La otra melodía es: Que me perdone tu perro, en la cual también su finalidad es denigrar a la pareja de manera extrema, sólo que esta vez se vale del recurso de compararlo con el perro, del cual él es dueño “Algo sorprendente de esa pieza es que de acuerdo con la letra y la metáfora, la esposa estuvo consciente, desde un principio, de que él la conquistó con estrategias ‘perrunas’; luego entonces, si siempre supo que estaba contrayendo nupcias con alguien inferior en la ‘escala del reino animal’, ¿de qué se queja? Probablemente su enojo obedece, no que a desde un inicio él se comportara como un perro, sino a que tal vez lo que deseaba ella era un perrito ‘faldero’ y leal, y no uno bravo y maleducado “En una ocasión, cuando impartía una conferencia sobre este tema, una mujer visiblemente enojada con los hombres y refiriéndose a ellos de una manera muy despectiva, me preguntó: ‘Entonces, ¿qué hacemos con esos perros?’, a lo que le contesté: la pregunta adecuada es qué hacemos con las ‘canófilas’ (filos=amor, can=perro) que recogen perros de la calle para meterlos en sus casas Si dejara de haber ‘canófilas’, el problema dejaría de existir, ellos (los maridos) se volverían inofensivos: no tendrían a quién ‘morder’ ni asustar” Se terminarían los “amores perros”: Muerto el deseo por el perro, se acabó la rabia ¿Qué chancla merezco? Como ejemplo final de canciones que destaja psicológicamente Rubén González Vera, se encuentra una muy popular: “La chancla”, cuyo coro es un grito despreciativo al estilo “Cuco” Sánchez: ¡Que la chancla que yo tiro, no la “güelvo” a levantar! “Las chanclas siempre se acompañan de chanclas y el calzado fino y elegante de uno semejante Imagínate cómo se vería una persona calzando en un pie una chancla y en otro un elegante zapato de vestir ¿Verdad que ridículo? Lo mismo ocurre con la pareja: resulta impensable ver a un cavernícola emocional, misógino, estar casado con una mujer sana que se respeta a sí misma “Las personas que carecen de capacidad de autocrítica para reconocer sus carencias propias, se sienten víctimas de los defectos del otro Al no reconocerla en sí mismas, proyectan en el cónyuge su propia ‘chancludez’, en lugar de utilizar la energía para mejorar como calzado Si la chancla insiste en que merece caminar al lado de una exquisita zapatilla de cristal, se va a llevar una gran desilusión, porque su bajo perfil sólo le alcanzará para otra chancla” Ahora sí que: Aunque la chancla se vista de seda, chancla se queda

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