La caravana por la paz, de Alberto Russ

lunes, 21 de febrero de 2005 · 01:00
* Viajero incansable en busca de una sociedad armónica * Huehuetéotl, todo un proyecto de comunidad ecológica * “Tantos caminos”, el libro de sus experiencias México, D F, 21 de febrero (apro)- Lo primero que llega a la mente de la editora de Editorial Colofón al llegar a Huehuetéotl, es la falta de suéter Le dijeron muchas veces que por la noche la temperatura bajaba mucho, pero ella sólo pensaba en tener los textos listos para la presentación del libro de Alberto Russ, El subcoyote, el sábado 12 de febrero A ella también le preocupaba el dinero que Alberto debía a la editorial, respecto de un envío de ejemplares a Chile Las memorias de viaje de Alberto, Tantos caminos, fueron editadas por Colofón El libro narra algunos pasajes de Alberto y los integrantes de La Caravana por la Paz que, según está escrito en su página de Internet, “es un proyecto internacional, móvil, y experimental, sin fines de lucro, que ha venido trabajando desde 1996 en Centro y Sudamérica Su misión es compartir una visión de conciencia hacia la ecología y la paz, enseñando y aprendiendo con las culturas diferentes de todas las Américas” Los orígenes de La Caravana datan de 1968, cuando Alberto y un grupo multicultural deciden alejarse de la política tradicional para comenzar a crear comunidad y a viajar: “Empecé a conocer tribus de teatro como Living Theater Y decidí, a partir de ese momento, que mi opción política iba a ser la comunidad, la tribu Y que a través de nosotros haríamos ese cambio social que nos planteábamos macro, pero nosotros lo íbamos a hacer en pequeño”, comenta Alberto al cobijo de un enorme ahuehuete, cuyo interior está iluminado por una veladora --el alma de Huehuecóyotl Alberto continúa: “De 1968 hasta 1982 estuvimos viajando por Estados Unidos, por toda Europa, el norte de África, el Medio Oriente, India e Indonesia Y dimos la vuelta hasta llegar a México Regresamos en 1975 o 1976, y ahí nos fuimos a la costa de Estados Unidos a unirnos con todos los otros sobrevivientes, y hasta ese momento pensamos que éramos un grupo único, pero al llegar a California vimos que había toda una corriente que había sobrevivido, que era El movimiento del Arcoiris, y que había varias decenas de millares que seguían creando, transformando, postulando y manteniendo una resistencia a los avances del imperio “Y al encontrarnos con ellos nos dimos cuenta que nuestro grupo era uno dentro de muchas decenas de nuevas tribus que se habían venido formando a través de los años, de la resaca de los años setenta” Después de viajar por Estados Unidos durante cinco años, la caravana de Russ regresa a México desde California, parando en todos los pueblos indios, desde huicholes, tarahumaras, hoppis, navajos, hasta los lacandones mayas Y es en este momento en que los caravaneros deciden buscar un sitio para echar raíces El resultado es Huehucóyotl Pero al parecer, años más tarde, 1996 para ser precisos, Alberto decide iniciar otra vez el viaje, pero con una nueva generación de caravaneros Y es desde ese año hasta el 2000 que Alberto recopiló sus historias La presentación Un caracol suena Es la llamada a todos los comensales a la casa Coyote, un espacio parecido a una capilla con grandes ventanales y un comedor y cocina anexa; es el inicio de la presentación que consistirá en diversas actividades sorpresa, según se anuncia La editora de Alberto aún no siente el frío, pero se encuentra ansiosa por ver cómo se desarrollará el acto La presentación inicia con música, un poco de poesía, y las palabras elocuentes de una vieja amiga de Alberto Después, el autor toma la palabra para agradecer a todos los que hicieron posible la aparición del texto; a todos, desde la editorial y la editora, y sobre todo a los integrantes de La Caravana, los protagonistas de las historias Luego se proyecta una serie de diapositivas, que funcionan como retrospectiva de La Caravana y sus camiones multicolores, a lo largo de dos generaciones Para escuchar a los artistas y a los expositores, la gente se sienta en el piso, sobre unos petates En una de las paredes sobresale un cartel que dice: “No drogas, no alcohol, no armas; dejen sus malas vibras afuera” De los comensales sobresalen unas cuantas personas morenas, como piedritas en el arroz: la mayoría son rubios o de piel muy blanca El intermedio llega después de casi dos horas; dan tamales, arroz, frijoles, agua de jamaica y atole de fresa Y una mujer rubia, con vestido blanco, se queja de que nadie ha comprado el libro de Alberto Tampoco han comprado los diversos productos que se encuentran a la venta, como extractos de pasiflora, un juego de origen olmeca, y un artefacto de metal para el estrés: una especie de garra hecha de varillas que se colocan en la parte superior del cráneo, para luego ser empujadas hacia abajo Las varillas se deslizan suavemente al tiempo que se expanden, de manera que parecen aprisionar nuestra cabeza, mientras un escalofrío delicioso recorre nuestra espina Pasadas las once de la noche se anuncia la segunda parte, que consiste en una rutina de comedia y algunas presentaciones de baile El frío se deja sentir y el cansancio le pega a la editora de Russ, quien pese a todo pasa un momento agradable; sin embargo, la idea del trayecto nocturno hacia la Ciudad de México le resulta pesada, y Russ todavía debe pagar por los envíos a Chile antes de marcharse al Cono Sur La noche parece ir para largo Huehuecóyotl Después de su recorrido por los pueblos indígenas, los caravaneros pensaron que había llegado el tiempo de echar raíces Así que buscaron un año por todo México Y fue cuando encontraron el enorme ahuehuete, esa fue la señal en donde construirían su comunidad: Huehuecóyotl Alberto profundiza sobre dicho árbol: “No hay ídolos, no hay efigies, no hay cruces, es simplemente un árbol que nos recuerda que las raíces están sostenidas, un árbol que levanta los brazos hacia el universo para recibir la fuerza de la vida y para aterrizarla” Compraron el terreno a un minero y comenzaron a construir lo que sería Huehuecóyotl, una “ecoaldea” constituida como una asociación civil, que se extiende por 4 hectáreas, rodeadas de parque nacional “No había carretera, no había luz, no había nada Todo eso lo hemos ido metiendo en los 23 años que llevamos aquí --puntualiza El subcoyote-- Huehuecóyotl se financió con el trabajo de cada uno de nosotros Cada uno de nosotros tuvo que ganársela y participar en la construcción de su propio hogar, y de todo lo colectivo Tenemos una economía mixta Todos tienen que hacer un aporte mensual Ese fondo se maneja para todo lo que tiene que ver con lo comunidad “Y familiarmente, el arquitecto hace arquitectura, el poeta escribe, la que hace video, hace video, el músico hace música, y la terapeuta da terapia Y eso son las economías familiares que permiten que sigamos mejorando nuestras casas y participando en las mejoras de este sitio Aquí cada quien es dueño de 250 metros para hacer su casa, son 13 familias las que viven aquí” La organización La editora de Russ ha tomado una decisión: no puede esperar a que el evento acabe, así que decide hablar con el autor, momentos antes que empiece la rutina de un joven comediante al estilo Stand up comedy Pero como el camino de regreso al Distrito Federal será largo, debe pasar a conocer uno de los “tocadores” de la ecoaldea, el de uso comunal El baño es más bien una letrina: un excusado con un hueco que da a la tierra, dentro de una pequeña construcción de madera A la letrina hay que echar un poco de ceniza, guardada en una cubeta que está al lado una vez que se han hecho las necesidades Los papeles se tiran en un bote aparte, y el lavabo está en la parte de afuera Los desechos del baño funcionan como composta Lo anterior es tan sólo uno de los procesos que funcionan en la aldea Y es que Huehuecóyotl cuenta con casas solares, un sistema de separación de basura y su propio sistema hidráulico Sin embargo, Alberto admite que hay uno o dos meses en que tienen que comprar agua Todas las construcciones utilizan materiales locales, que son la piedra de lava, adobe y madera de los cerros cercanos Las construcciones, menciona Alberto, “no destruyen lo natural, sino que se pierden entre lo natural”; Huehuecóyotl posee huertos donde se siembran parte de las verduras y frutas que consume la comunidad Y su agua es captada del cerro en época de lluvia: “la almacenamos en sistemas y la mandamos a nuestras casas Y ahí se separan las agua grises, que sirven para mantener verde alrededor de las casas” Algunas viviendas utilizan energía solar, pero en general la comunidad sí está conectada a la luz Sin diablitos, por supuesto Otra cosa interesante es su organización: En Huehueocóyotl las decisiones se toman por consenso Comenta Alberto: “Hay reuniones cada vez que lo requerimos; basta una persona que bloquee, que esté en contra y que tenga razones suficientes, para que una decisión se tome o “En parte esto ha permitido que sigamos aquí y ha permitido que el proceso no sea tan rápido como hubiéramos querido Tenemos un facilitador y una agenda, y una vez que tenemos un consenso, cada quien adopta una decisión por las áreas o departamentos en los que quiere participar “Unos trabajan en la parte del agua, otros en relaciones públicas, otros en la parte legal, otros en el mantenimiento, otros en la parte financiera… y en la caravana es lo mismo Esto permite que todo el mundo hable y se eliminen los cacicazgos, la manipulación, el control de un grupo o de una persona sobre el resto del grupo” Por la construcción de un futuro La editora de Russ entra a la casa Coyote y habla con Russ, quien le promete llevarle el dinero el día lunes, antes de marcharse a Chile La representante de Colofón accede y emprende la retirada Fue una experiencia agradable, pero debe regresar al ritmo vertiginoso de la ciudad, algo de lo que los habitantes de la comunidad han huido, y sin embargo, ella lo disfruta Sin embargo, no todo es austeridad en Huehuecóyotl Fuera de la infraestructura “ecológica” y la organización por consenso, la comunidad posee teléfono, Internet y los niños pueden disfrutar de Sky y del Nintendo, según comenta el hijo de Russ; el único que viste una sudadera de marca (Adidas), de 13 años, llamado Solkin, y un amigo suyo de 12 años, Uri Ambos estudian en Cuernavaca, y lo único que resienten de vivir entre “dos mundos” es la distancia Para ir a Cuernavaca y viceversa, el trayecto les toma casi una hora Y es que la comunidad no está peleada con la tecnología ni con el presente: “Lo más importante es afirmar que se puede vivir de una manera diferente Mantener esa mirada, esa visión, es fundamental; sino se multiplican este tipo de experiencias, sino hay cambios fundamentales en esta nuestra civilización, ésta se encuentra condenada a su autodestrucción”, afirma Alberto Es por eso que parte de la filosofía de los que habitan ahí es rescatar culturas milenarias, pero no vivir en el pasado, sino “utilizar lo mejor del pasado, y aprovechar lo mejor del presente, para crear un futuro diferente” “La idea --finaliza Russ-- es que las culturas que se sustentaron por siglos, por milenios, tienen algo que enseñarnos, que nosotros con nuestra cultura arrogante, dominante y pasiva, pensamos que tenemos la solución, y lo único que estamos demostrando es que estamos llevando al desastre ecológico, al desastre social, al desastre psicológico a toda nuestra especie” El lunes 14 al mediodía, Alberto pasó a Editorial Colofón para pagar sus deudas y llevarse algunos de sus ejemplares a consignación Más tarde de ese día del amor y de la amistad, partió rumbo a Chile para presentar su libro y reunirse con el contingente de La Caravana que se encuentra allá, realizar música, talleres, poesía, aprendiendo, soñando e inyectando un poco de conciencia

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