Juárez melómano: En 1867 se afilió como miembro a la sociedad filarmónica (Segunda de tres partes)

miércoles, 22 de marzo de 2006 · 01:00
* A fines del s XIX e inicios del XX hubo muchas composiciones en su honor México, DF, 21 de marzo (apro)? Si Hidalgo es considerado "El Padre de la Patria", Juárez representaría a su hijo prodigioso, indio maravilla de México; político culto, luchador tenaz y héroe ejemplar alabado en infinidad de ocasiones por el populacho en los corridos anónimos que compilara para sus antologías el folklorista poblano Vicente T Mendoza (1894?1964): La guerra fue sangrienta pues los malos mexicanos que se cubrieron de afrenta, se unieron a los tiranos Juárez, Iglesias y Lerdo, Corona y Riva Palacio con inaudito valor, dominaron al traidor Y con las tropas mejores combatieron bravamente, derrocando a los traidores hasta que entró el presidente Don Benito les decía, en días de tribulación: "Combatamos con denuedo y que viva la nación" (?) El mero 15 de julio del año 67 entró Don Benito Juárez, triunfante a la capital Después de años de fatigas, la nación lo vio triunfar Ya fue destruido el francés, ¡que viva la libertad! A tres días de su arribo en Ciudad de México, la Sociedad Filarmónica lo celebró con un concierto al que asistió acompañado de su mujer y el 24 de julio de 1867, el presidente Juárez aceptó unirse a esta organización como miembro durante el recital de gala a comienzos de la temporada Juárez afianzó a la Sociedad Filarmónica que en 1870 sorprendería con un insólito Primer Gran Festival Mexicano, congregando Melesio Morales, autor de "Marcha Juárez", magna orquesta y coro de 300 voces, algo jamás presenciado en los teatros nacionales; la muerte de Margarita Maza de Juárez el 2 de enero de 1871 pospuso el segundo de esos conciertos para el día 18 Y al año, Juárez murió (¿o no, compatriotas?) En sus inicios, el más activo y firme colaborador del Conservatorio fue precisamente Morales (1838?1908), quien compuso por 1870 la "Marcha Juárez" a su regreso de Italia, adonde el músico había ido becado para estudiar tres años, luego de estrenar en velada apoteótica del 27 de enero de 1866 su ópera Ildegonda, cantada por Ángela Peralta, "El ruiseñor mexicano", ante Maximiliano En sus memorias ("El Conservatorio: reminiscencias", 1904), Morales manifestaría en tenor harto sincero: "Siempre recuerdo con emoción que, en una de las tres primeras representaciones de "Ildegonda" en el Gran Teatro Pagliano de Florencia, al presentarme en la escena en medio de los vítores con los que fui saludado, distinguí los gritos de ?¡Viva México!? y ?!Viva Juárez!? que produjeron eco profundo e inextinguible en mi alma" Eran exclamaciones afines al pueblo de México, quien largaba al monarca en 1867 con el envalentonado grito del "Corrido a Maximiliano": ¡Viva Juárez, mexicanos, vivan los republicanos que nos dieron libertad! Y por ese mismo año, en Zacatecas, circulaban las "Mañanitas rancheras a la Constitución": Ya las aves salen de sus nidos, trinando se ahuyentan de aquí; y los gallos se entienden cantando y haciendo ¡quiquiriquí! ¡Que viva don Benito Juárez que fue hombre de mucho valor! Y los gallos se entienden cantando: ¡Que viva la Constitución! O las décimas "A don Benito Juárez" y "¡Viva dedicado a los defensores de la patria!", a partir de las cuartetas: Ya llegó al deseado día, alivio de nuestros males, con júbilo saludemos al héroe Benito Juárez (?) ¡Viva Juárez y su mando, brilló la Constitución, ahora se irán centralistas a vender leña y carbón! Una versión del corrido "Las Torres de Puebla", que circulaba en San Luis Potosí hacia 1890, cuenta: ¿No conoces el nombre de Juárez que el terror de los mochos ha sido? Con la ley en la mano ha vencido Al hipócrita y vil Miramón ¡A la lid, valientes, bravos, llegó de vencer el día a la vil hipocresía, fantasma de religión! También el profesor Guillermo Orta Velázquez recogió en su opúsculo "El corrido" (Porrúa, 1981) un "Corrido a Juárez", música de José Ríos y letra de Alfonso del Río en doce estrofas de versos octasílabos, modelo del romance anónimo español "El cantar del Mío Cid", sólo que este "versificador de gran facilidad" arrancaba su narración un 21 de marzo, justo hace dos centurias: En San Pablo Guelatao del estado de Oaxaca nació don Benito Juárez, en un pobre jacalón; fue en 1806 cuando esto se registraba y nadie se imaginaba lo que el niño iba a valer Sus papás se le murieron, huerfanito lo dejaron; mas al fin lo recogieron sus parientes más cercanos, que lo hicieron pastorcito para cuidar sus ganados y así creció don Benito, en los cerros del lugar Y queriendo ser muy leido y valer en donde quera, dejó chivos y borregos y a la escuela fue a estudiar Aprendía sus lecciones re?te bien y a la carrera, sempre fue de los mejores por su gran capacidad Fray Antonio Salamanca lo ayudó de buen agrado y llegó a ser licenciado, sin tropiezo y de un jalón Fue subiendo en escalones, pues lo hicieron diputado y también fue magistrado y después gobernador Su honradez le abrió camino y su condición sencilla lo llevó a la mera silla del Palacio Nacional Presidente legalito de la Patria entera fue, desde entonces don Benito es un símbolo de ley Con fortuna o con reveses, pero siempre muy ufano, les dijo a muchos franceses lo que vale un mexicano Sin quererlo me despido, entre tunas y nopales: ya de don Benito Juárez, el corrido se acabó Inclusive un profuso compositor de habaneras, el pianista Felipe Villanueva (1862?1893), maestro mexicano de Amada, hija de Porfirio Díaz, le escribiría su "sentido" "Lamento a la muerte de Juárez", como consigna Ricardo Miranda en "Ecos, alientos y sonidos: Ensayos sobre música mexicana" (FCE/UV, 2001), sin proporcionar fecha de partitura Y cuando Alba Herrera y Ogazón (1885?1931), pedagoga del Conservatorio Nacional concluyó en 1916 sus crónicas para "El arte musical en México" (INBA/Cenidim/Conaculta, 1992), elogiaba el espíritu de Rosendo Sánchez, compositor "promesa" del nacionalismo musical por su "Oda Sinfónica Juárez", hoy en el olvido

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