Benito Juárez, inspirador de un gran danzón (Tercera y última parte)

jueves, 23 de marzo de 2006 · 01:00
* Cantatas en su memoria * Carlos Pellicer le escribió sonetos México, D F, 22 de marzo (apro)? La música en el México de la segunda mitad del siglo XX no olvidó al Benemérito de las Américas y en 1919 se grabó un danzón que lo inmortalizó: Juárez no debió de morir, amén de dos cantatas clásicas El jalisciense Blas Galindo (1910?1993), quien con Moncayo, Contreras y Ayala Pérez conformase el Grupo de los Cuatro, compuso su Homenaje a Juárez, cantata para coro, solistas, narrador y orquesta con la que ganó el primer lugar de un concurso estatal y le estrenara la Sinfónica de Guadalajara en el Teatro Degollado de La perla tapatía, el 12 de septiembre de 1958 Un año antes, el último en su vida, Galindo explicaría cómo escogió el texto para esta obra en una entrevista de Roberto García Bonilla (Visiones sonoras Entrevistas con compositores, solistas y directores, Siglo XXI/Conaculta, 2001) y Xochiquétzal Ruiz (Pauta, número 41, 1992): "Recuerdo que quería escribir una cantata a Juárez porque fui juarista desde niño sobre todo desde que, en San Gabriel donde nací, un director realizó una serie de conferencias sobre Cuauhtémoc, Morelos y cuando habló de Juárez, lo hizo de tal forma que ¡casi lo veíamos?! "En 1956 busqué todo lo que sabía sobre Juárez pero no encontraba el texto que se acoplara a la idea que yo tenía En 1957 hicieron en Jalisco un concurso para conmemorar los cien años del fallido fusilamiento a Juárez en Palacio y yo quería destacar el momento en que Guillermo Prieto dijo: ?¡Bajen esas armas, los valientes no asesinan!? Leí sobre Juárez y los liberales, recordé el manifiesto de la Constitución del 57 y lo usé como texto" Finalmente, Manuel Enríquez (1926?1994) armó su Cantata a Juárez para barítono, coro y orquesta que ejecutara en el Palacio de las Bellas Artes los días 2 y 4 de diciembre de 1983 la Sinfónica Nacional, conducida por Francisco Savín, con el Coro del Conservatorio Nacional de Música y el cantante Arturo Nieto Ambas cantatas provocaron juicios ambivalentes a la musicóloga Yolanda Moreno Rivas (1937?1994), autora de La composición en México en el siglo XX (Conaculta, 1994) y considera fallida la de Galindo, denunciando que el denso contenido cívico había impedido "el libre vuelo a su talento creativo" Por el contrario: "La Cantata a Juárezde Enríquez para coro mixto y orquesta, con texto de Carlos Pellicer, es aparentemente un experimento híbrido y ecléctico que lo mismo usa melodías que modernos efectos sonoros y percutivos, provocando un choque entre el texto y la concepción orquestal, solución que le permite distanciarse del sentido monumental de una cantata cívica" Pellicer había sido sepultado en 1977, por lo que en 1983 Enríquez echó mano de sus tres sonetos A Juárez y de la "Gran prosa por el triunfo de la república", publicados en 1976 por El poeta de América en su poemario terminal Cuerdas, percusión y alientos Fulgura la imagen del caudillo don Benito, en la poética ronca y colorida de don Carlos, tabasqueño tropical: Juárez es un puñado de tierra dentro del cual hay un diamante, porque ahí están el sol y el maíz que contienen la misma sangre y la misma voluntad de ser? La voluntad monumental es una forma de heroísmo que nosotros llamamos Benito Juárez No debió morir Sin duda que este brevísimo resumen de obras musicales a Juárez se queda corto, máxime si pensamos en el montón de partituras, melodías y corridos compuestos para él, así como por la innumerable cantidad de sones, cánticos, décimas y poemas que glorifican al Benemérito de las Américas a lo largo de dos siglos no sólo en México, sino en Hispanoamérica entera De este catálogo sin fin, brilla a perpetuidad la luz íntima del sonado danzón Juárez no debió de morir, el cual agiganta el poeta Roberto López Moreno, El rayo del sureste, así: La amarga mar del Caribe cruzó con el cuerpo ardiendo; su corazón de timbales alumbró Puerto Progreso y a Mérida caminó, lumbre que iba tierra adentro Ya le llamaban danzón y danzón nos fue creciendo Ay, danzón del corazón, del salón al arrabal? Maestros de la tonada, ¡cuánto regusto me dan! Tumba, tumba y tumba y son; bom y bom?y riacatán Pero aun iba a bordear los litorales del tiempo y por las costas del Golfo fue bajando, hondo, lento; en Campeche, trovador; en Tabasco, marimbero; en Veracruz todo junto, a no caber en el viento Y México, capital, supo de su advenimiento: fandango de Santa Anita, Canal de la Viga y, luego de Ixtacalco al California, fue inventando pasos nuevos y se subió a los volcanes para ver bailar al pueblo Juárez no debió de morir, ¡ay!, de morir? ¿Qué cómo llegó hasta Chiapas? Secretos de tiempo y viento, alas que arden los sonidos, golondrina en pleno vuelo que va describiendo su arco el pentagrama del cielo, para que Esteban Alfonzo lo haga el eco de su ensueño Nos trajo la mar amarga este modo de sabernos, zumo endulzado con caña de amargos blancos y negros, y aquí con amor le hicimos su más alto monumento De la Clave a Caridad en Cuba, con otro texto, surgió la Clave a Martí, en charangas y troveros Un verso de dicha clave fue sumado al nuevo ingenio y así adornó sus compases nuestro danzón más completo, prendiendo desde la espuma dos historias, un encuentro Juarista en verde plumaje, quetzal de luz chiapaneco; danzón que va retumbando por las veredas del pecho, va don Esteban Alfonzo inventándose en lo eterno Ay, danzón del corazón, del salón al arrabal? maestros de la tonada: ¡cuánto regusto me dan! Tumba, tumba y tumba y son, bom y bom y riacatán Y así ha llegado rodando desde el mar hasta tu cuerpo, a tu piel de bugambilia donde la selva se ha hecho tecla de piano y marimba, suspirito comiteco Un fragor de flamboyanes anida lumbre en tus senos, río nocturno que te lame con su música de verbos Y el "no debió de morir" suave, tibio, hondo, lento, prende volcán repentino reventando en lava ardiendo "No debió de morir", cantan la mar amarga y el cerro Retumbar de paila y paila, timbal y machete arrecho, golpe de danzón quemando los pistilos del deseo, que sube hasta tu cintura, desde el mar hasta el mareo y de esa la mar amarga, muele la sal de los cuerpos Arde, Sur de don Esteban, danzón que en este momento nace libertad que danza, con la libertad del fuego "Juárez no debió de morir, ay, de morir?" Con otro texto suyo "Si Juárez no hubiera muerto?", López Moreno justifica históricamente su arrebato por este danzón chiapaneco para su Crónica de la música de México (Lumen, 2001), donde explica: "Junto con Nereidas, el danzón más mexicano, el que mejor refleja el alma popular es Juárez? El autor de Juárez no debió de morir es el maestro Esteban Alfonzo, nacido en Chiapas, creador de otros danzones como Paludismo agudo, que hasta la fecha se toca y se baila en el último rincón de mi Chiapas Él tomó una pequeña frase musical de una antigua pieza cubana para adornar con ligera evocación su propia obra, bellísima, como todos sabemos que es? "Pero aun hay más: el músico cubano Tomás Ponce Reyes, arreglista de la orquesta de Acerina escribió otro danzón al que puso el nombre de Juárez, muy diferente al del maestro Alfonzo" No obstante, el danzón del cubano simplemente no trascendió y si se le compara con la obra del artista chiapaneco Esteban Alfonzo, digamos que "le hizo lo que el viento a Juárez" pues el danzón más solicitado desde 1919 a las danzoneras por mexicanos y mexicanas en los salones del dancing, ha sido (es y será) Juárez no debió de morir, aquel de la reverencia nostálgica: Porque si Juárez no hubiera muerto, todavía viviría? Y otro gallo nos cantaría? En lugar del cacaraqueo infestado de "lingüitis" y "dislates", dolencias crónicas del político mexicano actual (¿quién se salva?), como lo expresara el pasado jueves 16 de marzo la historiadora Josefina Zoraida Vázquez en el jubileo 200 por Juárez, en la Ciudad de Oaxaca: "Con motivo de los tributos organizados para conmemorar los dos siglos por el nacimiento de Juárez, la prensa no ha cesado en machacarme con la misma pregunta acerca de qué pensaría don Benito si viera toda la alharaca en la política mexicana de nuestro tiempo Yo les respondo que conociendo su personalidad austera y siendo como era también en su discurso, un hombre de pocas palabras, Juárez de plano haría mutis y mejor, se volvería a morir ¿Para qué ver destruido su legado? Su entereza no toleraría tanta corrupción ni la grandilocuente impunidad verbal abusiva del desbocado México 2006" Carlos Pellicer había planteado ya dicha austeridad del lenguaje juarista, en los tercetos de su soneto primordial A Juárez, de 1960, con hondo cariño: Unas cuantas palabras para siempre dijeron las que, como palomas, de tu pecho salieron a volar en un cielo de blancura viril Y esas pocas palabras, como enormes diamantes, son también la desnuda verdad de los amantes que ante un estricto cielo se miran de perfil El 15 de julio de 1867, cuando don Benito al entró a la capital, proclamó: "En nuestras libres instituciones, el pueblo mexicano es el árbitro de su suerte Con el único fin de sostener la causa del pueblo durante la guerra, mientras no podía elegir sus mandatarios he debido, conforme al espíritu de la Constitución, conservar el poder que me había conferido Terminada ya la lucha, mi deber es convocar desde luego al pueblo, para que sin ninguna presión de la fuerza y sin ninguna influencia ilegítima, elija con absoluta libertad a quien quiera confiar sus destinos "Mexicanos: hemos alcanzado el mayor bien que podíamos desear, viendo consumada por segunda vez la independencia de nuestra patria Cooperemos todos para poder legarla a nuestros hijos en camino de prosperidad, amando y sosteniendo siempre nuestra independencia y nuestra libertad"

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