"El tercer ojo", de Marcel Marceau (1923-2007)
El tercer ojo abre en la luz,
continentes efímeros trascendiendo épocas,
testigos silenciosos de vida en seres engendrados por una misericordiosa creación a perpetuidad
El cosmos da génesis para el fuego espiritual
Cielos, mares y tierras, vientos, mareas,
huracanes de espacio en el espacio,
el espíritu crece en medio de relámpagos en descarga y truenos de rugido
El espacio nos es prestado
Fuerza viva del más allá y lo divino, el mundo creado por sí mismo a nuestra imagen y semejanza
Belleza y fealdad se abrazan con las visiones del universo, donde existir y morir planifican sus fronteras
Aquí respira lo todopoderoso y frágil, sin embargo, ante la eternidad
El hombre confrontaba al ángel de la muerte con sus manos desnudas, mató a Caín, su hermano, de una pedrada y al fin es ya la figura del Viejo desde tiempos de la caída primigenia e inclina su cerviz sangrienta, allá, bajo las constelaciones en donde Adán y Eva huyen escoltados por Dios del Paraíso
Acudieron dos mil años de historia cual reto en el horizonte
Pasado, presente, reacción en cataclismo encima del umbral rumbo a la eternidad, allá, donde los astronautas, como satélites humanos robaron las alas del ángel olvidado, anacrónico
Humanos de barro, de arcilla, carne y hueso, sobrevivientes a inmensas masacres, encuentro con la felicidad a través de luces y sombras, sin duda estamos solos pero todos somos el único rostro de tantos millones
Saltimbanquis, judíos errantes, hermanos ignorados que regresan tras largo peregrinar Henos aquí a las muchedumbres, testigos de sus ojos
Bohemios descalzos bajando luceros, nuestras noches convierten los sueños en realidad
Soles gloriosos y lunas lívidas, demacradas, se moldean dentro de mares salinos con destello azul de cielos espuma sobre espuma
Debemos escalar montañas sin cráteres y como Sísifo, ascenderemos de vuelta a la cima aquellas rocas, arrojemos nuestro clamor al corazón sordo del desierto
El tiempo vuela cual si fuese la inmovilidad
Los torrentes gota a gota desparraman nuestras vidas
frente al portón de bronce erecto sobre arenas movedizas,
mi puño sangra de tanto pelear
De ahí que nuestras plegarias sean el préstamo en ráfagas de la historia
El alma brota y se detiene ante los siete sellos enarbolados por los Cuatro Jinetes del Apocalipsis
¡Oh, combates incesantes de la humanidad!
Descubrimientos, bendiciones, lamentos, llantos de amor y odio
Nuestra sed libertaria, pensamientos que se atrevieron a ser
En fracción de segundos contemplé al Cristo crucificado, aquellos cristianos arrojados a los leones, las cruzadas en alborada, la Inquisición y el Holocausto
¡Oh, siglo de las luces!
Renacimiento, revoluciones 1789 y 1910, hambruna en las Indias, la Muralla China, desastres vislumbrados a través de todas las conflagraciones acumulando cenizas de los muertos que se abrasaron con los vivos en el espejo de Hiroshima
La era nuclear ahora son las bombas de neutrones
Y aún así, el ser humano prosigue su vitalidad en plena metamorfosis
Henos acá prisioneros de amos y esclavos, victoriosos o perdedores, somos los grandes, los humildes, ustedes los poderosos y malvados; pero su vulnerabilidad no muere gracias a nuestros hermanos ciegos y por quienes los atestigüen
Era silenciosa de alaridos ardientes trascendiendo el tiempo ¿Dónde se halla aquel tercer ojo que resintió los combates perennes a cada instante?
¿Dónde yaces tú, humanidad, sueño de amor despierto con ojos de luminiscencia?
Hace rato, el ángel sonrió frente al demonio replegando sus alas lacrimosas, vuelo interrumpido, su risotada no era de Homero como lo deseaba, pues sacudió las conciencias
Mi espíritu en tu alma abrazan un secreto mutuo, el amanecer de un mundo intangible
Países del futuro, soles gloriosos, astros de zafiro,
Que nunca más haya hogueras de guerra y si acaso, escúchense los gritos y lágrimas que clamando amor escapan desde las tinieblas
Quiebro el suelo a marejadas, espacios desnudos, cualquier cosa converge en pensamientos de creación al infinito
Llega la alborada del Nuevo Universo, una hermandad para los actos y las ensoñaciones
Suena la hora de comenzar otra época
Reine el alma soberana entre los firmamentos estelares
El ser se inflama
*
Amor y Libertad tienden su abrazo hasta nosotros
Mi sueño, asegurar la presencia del tercer ojo
Más que nada, necesitamos amar y vivir
Una mano silente, delicada, cuyo gesto en el espacio traza una blanca flor limpia de su sangre
Pronto, abrirá en retoño
Pronto, inclusive muerta, la flor renace otra vez
El tiempo es como una curandera de magia
Demasiado rápido me invade la pregunta: ¿dónde se halla el tercer ojo, dónde está?
Casi olvidado, el ángel cepilla su ala en mis hombros
Cómplice que dejó escapar su guiño parpadeante y respiraba en calma, los sonidos resoplando mi atención?
Tengo una duda
¿Sabrán que el tercer ojo siempre ha latido en la honda intimidad de nuestro yo más recóndito?
1981