Acuérdate, "Marcelino, pan y vino"

jueves, 16 de diciembre de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 16 de diciembre (apro).- Justo cuando nacía el rock’n’roll, allá por 1954, España produjo una película que se convirtió en un cañonazo internacional: Marcelino pan y vino, dirigida por el húngaro Ladislao Vajda y protagonizada por el entonces niño prodigio hispano Pablito Calvo. Al año siguiente de su producción, el filme fue premiado con la Palma de Oro en el Festival del Cine en Cannes, Francia, y con el Oso de Plata en Berlín, Alemania. 

La figura mágica de Marcelino pan y vino encarna desde esa generación el arquetipo por excelencia de la pureza infantil, la bondad humanista, el cariño universal y los valores más sagrados de la doctrina cristiana: la nobleza, el respeto, la humildad.

La amarga orfandad existencial del pequeño Marcelo será recompensada en este “valle de lágrimas”, luego de ser adoptado por 12 frailes franciscanos en su convento (donde uno de ellos, apodado Fray Papilla, lo protege con creces). Allí se transfigura en Marcelino pan y vino (Pablito Calvo lo grita con voz en cuello en el cine), al hallar a su nuevo padre, Nuestro Señor Jesucristo, que el niño lleva en su corazón. Con él “habla” y le reza como redentor para que le conceda el “milagro” de conocer finalmente a su mamá.

Marcelino pan y vino conquistó no sólo las bendiciones del Vaticano, sino también sus fondos bancarios, y Roma apoya las múltiples cintas posteriores que se han rodado en varios continentes a lo largo de medio siglo. Es un personaje cuya vigencia renace al rodarse cada nueva historia en un país diferente, pues las naciones lo actualizan y “nacionalizan” a su manera. Como Dorian Grey, nunca envejece.

Si bien la música original de dicha cinta española iba plagada de sonoridades religiosas que aún hoy enternecen al espectador hasta las lágrimas, fue un italiano quien obtuvo la mayor popularidad con un disco simpático y pegajoso que popularizó a granel Renato Carosone en México, Ricordati Marcellino (“Acuérdate, Marcelino”).

Ricordate Marcellino,
solo pane e solo vino
e un minuscolo lettino.
¡Marcellino, Marcellín!

El coro de Carosone (quien vendió millones de copias con su Picolissima Serenata a finales de los años cincuenta) vibraba como antecedente vocal de cierto ratoncito televisivo comercializado en nuestro país como Toppo Giggio, por el actor Raúl Astor, una década después.

La pieza, compuesta en 1956 por Savona y Giacobetti, pegó en Italia con otros intérpretes como el Quartetto Cetra (oír su versión en el sitio web www.l’italiasempre.com /verita / ricordatimarc1.html). En el foro “canciones del ayer” de Internet hay de Caravelli un Marcelino pan y vino instrumental con aires antiguos, tristes (www.canciones del ayer.com).

Pero del montón de canciones que hallamos en la red virtual para adaptaciones televisivas, fílmicas, teatrales o de caricaturas animadas, sobresale una de la casi adolescente Lupita D’Alessio, más o menos fiel a la de Carosone:

En este mundo que es tan grande
de un confín a otro confín
de los Alpes a los Andes
de San Francisco a Pekín.
Con el amor y con cariño
debemos todos caminar
Marcelino Pan y Vino
demostró esta gran verdad.
¿De qué sirven los millones,
dinero para gastar?
Uno compra el mundo entero
pero nunca la amistad.
Recordemos Marcelino
sólo pan y sólo vino
con su amor y su cariño
todo el mundo conquistó.
Marcelino Marcelino
¿quién pudiera ser el niño
sabio y bueno como tú?

Esta semana estrena una nueva cinta de Marcelino pan y vino filmada en México, y poco sabemos cuánto haya inspirado para su música las versiones pasadas (ver en Internet el sitio oficial del film en www.marcelinopanyvinolapelícula.com).

A vuelo de pájaro, navegando por los canales de YouTube descubriremos de la fama que goza Marcelino pan y vino.
El usuario de YouTube “dominicsaviodevotee” comparte algunos capítulos en video sobre una serie televisiva inglesa de dibujos animados llamada precisamente Marcelino pan y vino, en español, e incluye el corto de apertura del programa Santiago Moro, con tema cantado por una voz femenina en composición de Josep Maria Bardagi y Danny Chang, al estilo del musical Don Quijote. Video clip y caricaturas son obra de Xavier Picard con los hermanos José Luis, Fernando y Santiago Moro.

Otra corresponde a una animación manga japonesa por Takema Taketomi y Pablo Sorozabal de Ponz Music (ver blog del primero en red http://takema-taketomi.com). La canción de Marcelino abre con dibujos de una chica sensual que toca piano, baila y luego se monta en una escoba y cual bruja vuela por los cielos de un parque oriental.

Hace dos años, por estas mismas fechas, salió otra película italiana intitulada Il retorno di Marcellino pane e vino, distribuida por Paramount Pictures, música en sutiles tonos menores de evocación medieval a cargo de la bella Gigliola Cinquetti (No tengo edad para amarte):

Duerme, duerme, Marcelino…

Ese tráiler publicita la cinta con imágenes que inician con el reencuentro entre un joven Marcelo y Fray Papilla, mientras las letras rezan con:

“Esta navidad… no se atreva usted a salir de su casa porque… ÉL ha regresado… El retorno de Marcelino pan y vino… La guerra se lo había llevado… y sólo la inmensa bondad de Fray Papilla podrá redimirlo…”

La pieza dulzona crece en sonoridades sacras apuntando al canto gregoriano y cambia con la sacra conseja de un tenor, quien en timbre engolado (¿enclaustrado?) ofrece estribillos en castellano:
Marcelino: no te apartes.

Cuida tu alma y cuida tu vida
contra el mal.
Marcelino, Marcelino:
ya llegó tu despertar.
Marcelino, Marcelino:
con jabón te has de lavar.
Y enseguida:
come y come mucho.
Come, Fray Papilla.
Come la tortilla
y come mucho pan…

Lo curioso es que la historia de Marcelino pan y vino se inspiró en una leyenda medieval registrada en la península ibérica por las Crónicas del Rey Alfonso X El Sabio.

De cualquier modo, Marcelino simboliza la voz divina que late en nuestras almas, ejemplo ideal de perfección cuyo triunfo es el amor como guía para superar las vanidades del mundo y alcanzar la vida eterna.


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