Eliades Ochoa en primera persona

domingo, 14 de febrero de 2010 · 01:00
Trovador universal, el compositor y cantante cubano, en plenitud, estrena biografía, escrita por su esposa, recién presentada por ambos en España. En entrevista repasa la inolvidable experiencia de Buena Vista Social Club, se refiere al apoyo irrestricto de la Revolución Cubana a la música, narra su amistad con el célebre camerunés Manu Dibango, con quien desearía tocar aquí, y rinde homenaje a la Época de Oro del cine mexicano.   Su patria es el mundo. Durante breve paso por la Ciudad de México rumbo a una gira en teatros de Oceanía, el trovador cubano Eliades Ochoa, acompañado de su esposa y biógrafa Grisell Sande Figueredo, sostiene fidelidad al credo jíbaro de un canto universal que él pregona, “sin fronteras”, desde el sensacional triunfo del CD Buena Vista Social Club (BVSC), premio Grammy Latino 1997: “Para la música que hago no existen lejanías, idiomas o fronteras, no hay nada de eso. Yo soy un jíbaro que vive orgulloso pues los teatros me despiden de pie, y eso se lo debo a que nunca he dejado de hacer música tradicional cubana. El son cubano es el plato fuerte de mi restaurante.” En extensa charla con Proceso, el trovero nacido un 22 de junio de 1946 en Lomo de la Avispa, Songo la Maya de Santiago de Cuba, aborda temáticas afines a su temprano oficio de sonero campesino. También sobre cómo las estrellas vernáculas del “cine de oro mexicano” cimentaron “la hermandad” artística que lo une con el saxofonista africano Manu Dibango –quien hace un año demandó a Michael Jackson y Rihanna por plagio a su pieza Soul Makossa en Thriller y Please Don’t Stop the Music, respectivamente (Proceso 1725). “Hay que reconocer que el CD y la película de Wim Wenders divulgó y promocionó nuestra imagen al mundo, pese a que haya cosas de la cinta que no me gustan, como que haya mostrado calles y casas feísimas de La Habana. Son únicamente un lado de la realidad, porque sabemos que tenemos carencias pero también muchísimas cosas hermosas en Cuba.” Son evocaciones que además ofrecen un diagnóstico personal en torno de las políticas del régimen de Fidel Castro en su país: “La revolución cubana sí hizo y sí hace bastante por la cultura, no podemos negarlo, ¿tú sabes por qué? Porque yo me recuerdo, mira, cuando yo era muy jovencito, tocábamos y pasábamos el sombrero, y en el año 63 ya había una organización en el programa campesino Trinchera Agraria, que primero pertenecía al Instituto Nacional de Reforma Agraria (IMRA) y al cual me integré. “Después se fue organizando el Consejo Nacional de Cultura, que agrupó a todos los artistas y sindicatos culturales, hasta hoy en día, con el Ministerio de Cultura en Cuba, al cual pertenecemos todos los creadores artísticos y es el que nos orienta y nos apoya.” Añade su pareja Grisell Sande: “En todas las provincias de la isla se han creado muchas escuelas de arte a las que asisten los niños desde pequeños, y se vinculan a las escuelas normales; por ejemplo, es el caso de nuestra hija Evorita, que aunque estudia ingeniería industrial llevó guitarra cuatro años en una escuela elemental de La Habana.” Por su amor, Eliades ha compuesto varias canciones, como Muchas gracias, Grisell y Un bolero para ti. Historiadora, musicóloga e investigadora egresada de la Universidad de Oriente, ella es quien durante casi dos décadas de matrimonio ha coleccionado en su casa de Santiago de Cuba las guitarras, fotos y recuerdos de la carrera del trovador. En noviembre del año pasado, juntos presentaron en Madrid las memorias de su autoría: Eliades Ochoa, de la trova para el mundo, una biografía prologada por Silvio Rodríguez que representa el fruto de 18 años dedicada a estudiar la música cubana y apoyar a su compañero de vida.   Y en eso llegó Fidel   Reitera el cantor de El cuarto de Tula y creador del Rap de la gallina o el huevo: “Cuba es una isla musical, en cualquier esquina hay alguien tocando rumba, bailando, o un bohemio interpretando boleros y guarachas. Allá tú sabes que la copa, las guitarras y las mulatas andan unidas.” –¿Qué espera a Cuba cuando el comandante Fidel Castro se despida para siempre? –Ojalá y Fidel viva muchos años, yo creo que no es ninguna grandeza desearale la muerte a nadie. Fidel morirá cuando la naturaleza diga, como yo voy a morir, porque todos llegamos a este mundo raro, como trovaba en un famoso bolero José Alfredo Jiménez, a este planeta raro, para pasar por él. “Ahora, yo creo que Cuba va a seguir siendo Cuba, así como los cubanos seguirán siendo cubanos después de que muera Fidel o cualquiera de los compañeros que dirigen la revolución cubana.” Extiende su ejemplo a personajes de la cultura y de las artes de su país, como Omara Portuondo, con quien coincidió en recital la noche del jueves 11 de febrero en el Teatro Metropolitan (“Omara va a ser siempre ella, Omara fue, es y será Omara Portuondo, por la eternidad”). En Cuba “podemos tener carencias”, tercia Grisell, “pero somos un pueblo educado que está preparado y asimila el conocimiento por su sistema educativo, porque la educación se brinda por igual a todo cubano”. Y Eliades: “Nos faltan muchas cosas, pero hay tantísimas otras que nos sobran y que no tienen otros países.” –Usted tenía 13 años cuando Fidel y “los barbudos” derrocaron al dictador Batista, ¿cómo vivió aquello? –Doce años y meses –aclara–; sin embargo, no puedo decir que me sorprendiera o que me impactó ver entrar por las calles llenas de Santiago de Cuba a aquel ejército verde olivo de barbudos, con mucho pelo, cintas de bala al cuerpo y rifle terciado al hombro. Mi papá, mi mamá y los adultos mayores hablaban de cómo amanecía gente muerta, de las torturas y desapariciones por militares al servicio de la dictadura de Batista. “Entonces fue una celebración mundo, y todo mundo aplaudía a los barbudos, o los ‘mao mao’, como les decían, y nosotros de chamacos no entendíamos qué querían ni qué buscaban. Yo me recuerdo historias de personas mayores acerca de que Jescucristo estaba en la Sierra Maestra y que ese hombre era Fidel Castro, porque se parecía a Cristo con su barba larga, que luchaba en favor del pueblo y había venido para salvar a la humanidad.” –Supongo que lo conoce en persona... –Bueno, a Fidel lo conozco desde que salió por primera vez en La Habana hablando a través de la televisión, pero personalmente sólo le he visto dos veces, y ambas han sido por nuestras actividades como músicos. La última fue en La Habana, cuando el gobierno del presidente estadunidense George Bush le negó visas de entrada a 22 artistas cubanos para la ceremonia de las preseas Grammy, donde resultaron nominados: Cuban Masters, los originales (Universal); Canciones inéditas (EGREM) y Shangó (Unicornio), de Chucho Valdés, del conjunto Irakere; De Sindo a Silvio, por Rey Guerra (Bis Music); X Moré, de Equis Alfonso; Habana a flor de piel, de Síntesis (Velas); Cambio de tiempo, de Vocal Sampling; Supernova, de Gonzalo Ruvalcaba; Sentir, de Omar Sosa; Orisha Ayé y El arte del sabor, por Bebo Valdés, Israel López Cachao y Patato Valdés. “Nos organizaron una fiesta en el Teatro Carlos Marx. Apenas comenzaba cuando entró Fidel con una delegación de compañeros, y al término del concierto se acercó al camerino para conversar con nosotros. Preguntó qué nos parecía lo que habían hecho los estadunidenses, que no nos dejaron entrar a su país. Estuvimos bastante rato conversando con Fidel, y no sólo éramos los de BVSC, sino un montón de músicos y orquestas, pues el guateque fue en grande.” En 2007, el gobierno de Bush volvió a negarle la visa a otro famoso cantautor cubano para recibir el Grammy Latino: Silvio Rodríguez, por el CD Érase que se era. Y respecto de la vocalista Omara Portuondo, nacida el 29 de octubre de 1930 en La Habana, con quien Eliades frecuentemente organizó giras, la semana pasada trajo a México su reciente disco Gracias (EMI), y a comienzos de mes apareció en Cuba su biografía Los ángeles también cantan, de Óscar Oramas Oliva.   El león de Camerún   “La grabación Cubáfrica que hicimos en 1996 el Cuarteto Patria con Manu Dibango y lo que ha estado pasando hoy en día con nuestra fuerza artística sonera, fue gracias al proyecto BVSC, que abrió la puerta a la riqueza y el sabor de la música cubana en el mundo”, afirma Eliades Ochoa. “Yo estaba tocando en el Festival Angouleme de París y alguien mencionó que entre el público había un famoso músico de Camerún, de nombre Manu Dibango, que deseaba tocar su saxofón conmigo en una pieza, y aquello me resultó algo extraño, porque sinceramente yo no le conocía. “Comenté a mi representante español Saúl Presa: ‘Bueno, chico, yo les dije a estas personas que te vieran porque hay ahí un africano que quiere tocar conmigo y tengo miedo de que hagamos el ridículo o vayamos a quedar mal con el público aquí, por él y por mí.’ Me preguntó cómo se llamaba y le respondí: –No sé, Mano, Manu Dibanyo, Manú o una cosa así... “Y gritó: ‘¡Muchacho, Manu Dibango es un célebre artista africano y sabe todo sobre la música cubana...!’ “Total, llegó con su sax a mi camerino. Él, muy jocoso, se comunicaba a través de mi representante, porque no habla español, y le pregunté qué canciones sabía de la música cubana. Me sorprendió...” Manu Dibango soltó de inmediato en su instrumento las frases musicales de El paralítico, pieza compuesta por Miguel Matamoros. “Me di cuenta de que el hombre tenía amplios conocimientos de la música cubana y que la disfrutaba a cántaros. Me explicó que tenía discos míos en su casa de París, los ponía en su grabadora, y arriba de las canciones él metía sus melodías en el saxofón. A partir de ese momento brotó una gran amistad, una hermandad con Manu Dibango, y enseguida salió la idea de grabar un disco. “Pero ¿que pasaba? A mí me quedaban menos de dos semanas en Europa, por lo que teníamos sólo nueve días para ensayar y grabar el CD que llamamos Cubáfrica. Después de eso nos hemos encontrado por distintos escenarios en el mundo y ahora nos entendemos muy bien a todo nivel.” En el citado reportaje de Proceso, Manu Dibango manifestó que su conocimiento de la música mexicana se debe a Eliades Ochoa y que su mayor sueño será brindar juntos recitales en México y Cuba, países que El león de Camerún no ha visitado jamás. El guajiro cubano lleva cinco años de ausencia ante públicos de la Ciudad de México. “Me encantaría hacerlo aquí, hacer una gira por Campeche, que me gusta tanto, y concluir en Cuba; nunca lo hemos hecho así, aunque hemos tocado en Europa varias veces. Ya nosotros dos somos una familia, nuestra hermandad no se romperá por nada. Le he recomendado películas de la Época de Oro del cine mexicano, de Cantinflas, Jorge Negrete, Pedro Infante y Miguel Aceves Mejía. Para mí representaría un sueño compartido actuar en tu país que tanto quiero y, según me dijo, él respeta profundamente por su historia.” –¿Qué tanta diferencia encuentra entre el son cubano y los géneros afro que hace Cuba? –Yo no pierdo la herencia campesina del son montuno como lo tocaba el Trío Matamoros, viene de que la forma de tocar en el campo es diferente del son que se escucha con la gente culta, porque se cae de la mata de que un jíbaro del campo como yo no toca el son con acordes disonantes ni filigrana de arreglos, es puro son guajiro. “Y hablando de música africana, hay tanta variedad rítmica que algunas formas me resultan más fáciles por la síncopa. De cualquier modo, la influencia cultural de África fue determinante en la música cubana; acuérdate que, además de haber sido una provincia española, los esclavos negros fueron traídos a los molinos de azúcar en Cuba, Haití, el Caribe y hasta México por los europeos. “Los españoles emigraron hacia Cuba desde las Islas Canarias, principalmente. Así es la mezcla nuestra, nuestra riqueza, y el tumbao es la clave.” Tres de los mejores CD de Eliades Ochoa y el Cuarteto Patria han sido editados por las discográficas Virgin/EMI: Sublime ilusión (1999), Tributo al Cuarteto Patria (2000) y Estoy como nunca (2002). La colección Un guajiro sin fronteras compila 16 de sus temas más sonados, como El guateque de don Tomás, Píntate los labios María, Chan Chan, Son a la Casa de la Trova, El chicharrón es pellejo, Hemingway delira y Ay papacito. Actualmente, en su “cuartel general” de Santiago de Cuba, ya prepara dos grabaciones de boleros con una orquesta formada por 17 elementos. “Chico, yo te voy a decir una cosa: le tengo un aprecio tremendo a Juan de Marcos González, pues tiene una historia muy bonita que debe contarse, siendo quien buscó, reunió y puso a ensayar a cada uno de los músicos que participamos en el CD BVSC, y sin embargo no se le hace honor cuando posee un lugar principal en lo que fue BVSC.” –¿Qué más anhela usted en la vida como artista? –Me gustaría continuar trabajando mientras tenga fuerza, hacerlo bien y que el día de mañana, cuando ya no pueda mover los dedos, tocar la guitarra o cantar una canción, bueno, que por lo menos queden los recuerdos de algo bien hecho, con respeto, con mucho cariño de hacerlo.” Mueve las manos, nervioso. No se halla sin una guitarra o un tres a su lado, y debe recurrir a un cigarro sin filtro marca Monterrey que, apenas medio fuma, lo apaga. Guarda la tarjeta del reportero en su guayabera oscura, se coloca su sombrero tejano con elegancia, y antes de afilar sus botines para emprender la marcha vagabunda en pos del reencuentro con Omara Portuondo, Eliades se despide: “Y anhelo perfeccionar cada día más lo que interpretamos, porque la música tradicional cubana no es un oficio mío, sino una labor colectiva. Por mucho que nosotros hagamos, ese público que nos quiere tanto merece más, más y más.” Grisell Sande Figueredo dedica la biografía Eliades Ochoa, de la trova para el mundo con un agradecimiento a Proceso y las palabras: Al sonreír, el mundo sonríe para ti. Y el trovador jíbaro firma: Para mi hermano Roberto, un recuerdo de su hermano Eliades Ochoa.

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