Qué vamos a hacer sin tí, Monsi

domingo, 20 de junio de 2010 · 01:00

MÉXICO, D. F., 20 de junio.- “¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi?, ¿qué va a hacer México sin tí?”, preguntó la escritora Elena Poniatowska, mientras leía una emotiva carta para el escritor y periodista Carlos Monsiváis, en el homenaje final que se le rindió en el Palacio de Bellas Artes.

Eran alrededor de las 11 de la mañana; en el hall del mayor recinto cultural del país, la gente que iba a despedirlo giraba alrededor del féretro café en un flujo constante. Imposible saber cuántos entraron. Alrededor de unas 500.

“Seremos tus amores perdidos”, dijo Poniatowska a manera de respuesta.

Fue el adiós definitivo a sus amigos y a sus lectores, al pueblo, porque “Monsi es del pueblo”, gritaban sus seguidores que al final vitorearon consignas políticas como admiración al intelectual: “Es un honor, estar con Monsiváis” o “Fuera el espurio, que viva Monsiváis”.

Poniatowska le dijo adiós al amigo en esa carta que escribió en presente, porque ahí seguía Monsiváis con sus restos frente a todos, descansando en el ataúd de madera, cubierto con  tres banderas: la del orgullo gay con los colores del arcoíris que colocò la comunidad minoritaria (para quien el escritor pedìa respeto), la de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la mexicana.

“¿Qué vamos a hacer sin tí, Monsi?”, siguió Elena, su amiga entrañable, a quien también le preguntó qué harán sus amistades sin las llamadas mañaneras, sin los consejos nocturnos, sin su ironía y su lenguaje mordaz hacia los políticos y la política mexicana. Cuestionó què hará México sin sus crónicas ni su risa.

“¿Cómo vamos a comenzar el día sin tus llamadas telefónicas o tu risa entrañable? ¿Cómo vamos a estar sin tí?”, inquirió con voz entrecortada. Recordó las cosas que lo hacían sonreír, como salvar un gato entre el Metro Portales y Villa de Cortés o a un niño desolado o a un toro.

“Aquí nos tienes desolados, dolidos hasta la médula. ¿Por qué nos hiciste esto? Y si nos lo ibas a hacer, ¿por qué no nos preparaste mejor?”, cuestionó amorosa, mientras Martha Lamas la escuchaba sin poder esconder el rostro dolido, al igual que la periodista Cristina Pacheco se mantenía cabizbaja todo el tiempo.

“Estamos aquí Raquel, Jesús, Javier, Jenaro, Germán. No está Bolivar, se te adelantó. A lo mejor lo verás, a lo mejor abrazas a Saramago. A quién vas a ver es a doña María Esther, tu mamá, quien te enseñó a pensar.”

Emocionada, a ratos con la voz quebrada, Poniatowska terminó: “¿Qué va a hacer México sin ti, Monsi?”.

La carta se ganó una ovación de pie.

“Estos son días de guardar”, expresó la directora del Centro Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Consuelo Sàizar. Consideró que con la muerte de Monsiváis termina el siglo XX mexicano. Celebró la vena sarcástica que legó el cronista para desnudar la vida pública “y se volvió el hombre que mejor entendió a su época”.

“Duele su partida, será más difícil entender al México de hoy. Estos tiempos son días de guardar.”

La directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Teresa Vicencio Alvarez, recordó todas las ocasiones en que Monsiváis habló con la gente en Bellas Artes desde que se presentó por primera vez en la sala Manuel M. Ponce. Cuarenta y tres años después, en ese mismo lugar, recibió la Medalla Bellas Artes.

Adiós y consignas

El cuerpo de Monsiváis fue velado toda la noche en el Museo de la Ciudad de México, donde a la 1:30 de la mañana, tras la despedida del mariachi con “Amor perdido”, y el trío que le cantó “Ojalà que te vaya bonito” y “Las golondrinas”, llegó directamente del aereopuerto desde Veracruz Andrés Manuel Lòpez Obrador. Alrededor de las diez de la mañana fue trasladado al Palacio de Bellas Artes. El cortejo fúnebre estuvo custodiado por policías de tránsito. El recorrido comenzó en avenida José María Pino Suárez, después José María Izazaga hasta el Eje Central donde el tránsito se detuvo para el arribo del escritor. La gente le decìa adiòs con las manos. De  una voz perdida entre la multitud salió esta frase: “Adiòs Monsivàis, salùdame a Saramago”, en alusiòn al escritor lusitano Premio Nobel de Literatura.

         Decenas de personas llegaron al lugar, igual que los amigos más cercanos de Monsiváis. El secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, también estaba presente y fue increpado por algunos visitantes: “Fuera Lujambio”, “¿Qué haces aquí Lujambio?”.

Andrés Manuel López Obrador montó guardia junto a Rafael Barajas “El Fisgón”, María Rojo, José María Pérez Gay y Jesusa Rodríguez por alrededor de 5 minutos. Al final, el tabasqueño colocó un moñito tricolor distintivo de su movimiento social.

De manera paralela la gente se acercaba a montar guardia de un minuto. Después de una hora, los admiradores del escritor exigieron que los dejaran montar guardia porque “Monsi es del pueblo”. Por un momento, el homenaje se volvió mitin. Un par de hombres de voz gruesa comenzaron a gritar: “Se ve, se siente, Monsi está presente” o “Es un honor estar con Monsiváis”. Los presentes coreaban.

         La guardia final la encabezó su familia. Su tía María, sus sobrinos Bety, Araceli y Rodrigo Sánchez Monsiváis. Guardaron las flores, doblaron las banderas. El féretro salió de Bellas Artes hacia el crematorio. El lunes, en el Teatro de la Ciudad, se le rendirá un homenaje. Sus cenizas estarán presentes, junto con sus amigos que verán videos, grabaciones y realizarán actividades para recordar al cronista --un permanente cronista de la ciudad, sin tìtulo--, para muchos el mejor.

Al Palacio de mármol llegaron los esperados, menos el presidente Felipe Calderón.

 

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