El Águila Azteca para Le Clézio, Menchú y Austin

miércoles, 15 de septiembre de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 14 de septiembre (apro).- El escritor francés Jean-Marie Gustave Le Clézio, la indígena guatemalteca Rigoberta Menchú Tum y el filántropo estudinense William Austin fueron distinguidos esta tarde por el presidente Felipe Calderón con la Orden Mexicana del Águila Azteca.
Al acto, realizado en la escalinata de la casa Miguel Alemán de Los Pinos, asistió también el presidente de Guatemala, Álvaro Colom.
“En este Año de la Patria me da mucho gusto hacer entrega de la Orden Mexicana del Águila Azteca, el más alto reconocimiento que nuestro país otorga a ciudadanos extranjeros distinguidos por sus acciones y aportaciones al desarrollo de nuestro país y de la humanidad”, dijo el presidente Calderón.
“La historia de México está llena de actos heroicos realizados por personas que, si bien no eran mexicanos por nacimiento, se comprometieron con nuestras causas. El caso, quizá, más ejemplar sería el de Francisco Javier Mina, quien, no siendo mexicano, pero profundamente comprometido con México, vino a luchar y a morir por nuestra Independencia. No nació en esta Patria, pero quiso a esta Patria y la hizo suya”, agregó.
Incluso, al referirse a Le Clezió, aventuró:
“Pocos autores y por desgracia, incluso, pocos mexicanos hemos sabido reconocer en nuestra historia no sólo la riqueza de lo que hemos creado, sino el esplendor de lo que nuestros pueblos antepasados pudieron llegar a ser o, más aún, podrían haber conseguido de no haberse interrumpido su pensamiento, como él mismo lo señala.”
En un fragmento de su breve texto, Le Clézio (Niza, Francia, 13 de abril de 1940), quien en 2008 ganó el Premio Nobel de Literatura “por su conocimiento profundo del pasado prehispánico mexicano, y su visión de un mundo futuro centrado en la preservación de las culturas antiguas y su cercanía con México” –según dictaminó la Academia Sueca--, leyó:
“Aquí, en la sombra del Popocatépetl, vivió una de las figuras más exaltantes de la literatura iberoamericana, quien fue la primera en mencionar el águila mexicana, Sor Juana Inés de la Cruz; quien fue también una de las primeras en afirmar la necesidad del mestizaje cultural.”
Por su parte, Menchú --premio Nobel de la Paz 1992— dijo: “Este queridísimo país forma parte de mi historia, mi historia personal, pero también, mi historia colectiva (…) me hospedó 14 años de mi vida cuando tenía que correr de Guatemala al exilio”,
Sin embargo, quiso rendir homenaje, además, “a todos los guatemaltecos y guatemaltecas que llevamos a México en nuestro corazón y algunos de ellos con una historia de superación, con una historia feliz”, y agregó:
“Y otros, con una historia triste como los recientes ocurridos, con los emigrantes guatemaltecos recientemente”.
Por su parte, Austin dijo:
“Quiero agradecerle de manera muy especial al DIF que es nuestro socio. Es el DIF, de hecho, el que encuentra a las personas aquí en el país donde nosotros podemos ir a varias ciudades a dar estos dispositivos para curar problemas de sordera y muchos otros problemas que tienen que ver con situaciones auditivas.”
“Ellos son nuestros socios, las personas del DIF, los Rotarios también, los Leones. Y también de manera muy especial a mi gran socia, a mi gran aliada, mi esposa, que siempre se encarga tanto de mí, mi esposa Tani.”
De Rigoberta Menchú expresó Calderón:
“Es un símbolo para todos nosotros, un ícono de la defensa de los derechos indígenas en el mundo. Su compromiso y su tesón con esa causa, la hicieron acreedora del Premio Nobel de la Paz en 1992.”
A William Austin le dio las gracias por la ayuda de la Fundación Starkey Hearing, “porque han hecho posible que mexicanos de hoy y de mañana recuperen la audición y tengan un futuro distinto y promisorio.
“Gracias a su Fundación, son ya muchas niñas, muchísimos niños mexicanos que cuentan hoy con dispositivos auditivos que les han marcado una diferencia en su existencia.
“Dispositivos que les permiten oír, que es, precisamente, abrir la puerta a uno de los contactos más grandiosos de la existencia, que es el de los sonidos, el de la voz, el de la comunicación.
“La labor de Austin va más allá. Sin ser mexicano ha abierto los oídos de nuestra sociedad para que todos escuchemos el llamado de los niños con problemas auditivos y brindemos la atención que ellos requieren”, concluyó.

jpa
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