Ringo Starr y el espíritu de Los Beatles
MÉXICO, D.F. (apro).- Lo mejor que puede sucederle a un país sumido en la penumbra es la oportunidad de subirse al “Submarino Amarillo” en un “Viaje Mágico y Misterioso”, que duró casi dos horas.
El mensaje del Beatle optimista dueño de un carisma y arrastre especial, Ringo Starr, cimbró el corazón de varias generaciones que se dieron cita aural en el Auditorio Nacional ayer por la noche.
Un mar de rostros iluminados, desde jóvenes, niños y adolescentes eternos de los sesentas, confirmaron la predicción de Bob Dylan en “Forever Young” de eterna juventud para la generación contracultural.
En la intimidad emocional, cada oyente percibía la presencia musical y el espíritu de Los Beatles, más vivo que nunca cada que Ringo tomaba las baquetas o el micrófono. La emblemática presencia de Starr fue celebrada y ovacionada de pie por miles que encuentran aun en esta música el abrevadero a un renacimiento de la re-evolución, que se antoja necesaria para la sobrevivencia del mundo.
Los siete de la banda que acompañan a Ringo Starr son cada uno virtuosos por ellos mismos, con trayectoria líder en varios grupos, entre los que sobresale el tecladista Edgar Winter (hermano de Johnny Winter, de los guitarristas más rápidos del planeta), quien tocó su famosísima pieza “Frankenstein”, que contiene dramáticos y espectaculares solos de guitarra, saxofón y percusiones en la parte intermedia.
Gary Wright (ex Spooky Tooth), Mark Rivera, Wally Palmar, Richard Page, Rick Derringer y Gregg Bissonette hicieron su parte sobresaliente cada cual.
El público se entregó a Ringo en un éxtasis contenido que empezó a estimularse con piezas emblemáticas de su repertorio con el cuarteto de Liverpool como “Chavos” (“Boys”), “No, cariño” (“Honey Don’t”) o “Quiero ser tu hombre”. El orgasmo colectivo se desbordó a mares cuando cantó “El submarino amarillo” y el público la coreó, sacando globos amarillos y encendedores.
Un océano de sensaciones primarias embargaba los sentidos de la audiencia, cantaba parte de su historia y cargaban a sus hijos para introducirlos a la fantasía de la psicodelia, un fenómeno trasgeneracional que llama la atención de los sociólogos posmodernos.
Con “No viene fácil”, el baterista parece hacer un recuento vivencial de su trayectoria, sobre todo la infancia aquejada por obstáculos de salud y que no hicieron fácil su comienzo artístico. En la conferencia de prensa el lunes, Ringo reveló que en realidad es zurdo –dato poco conocido-- pero que aprendió desde niño a ejecutar como derecho, lo que influyo en la acentuación y el fraseo de sus percusiones, creando un distintivo en su batería.
Al final, Ringo se volvió grande en su estatura, la estrella que lo precedía y brillaba a sus espaldas lo ascendió para dar lo mejor de sí mismo como intérprete y representante del grupo de rock más grande de todos los tiempos: The Beatles.
El milagro se consumó con la invaluable “Con una pequeña ayuda de sus amigos”, las otras estrellas del firmamento que iluminaron con su música el cielo de México.