MËXICO, D.F. (apro).- Maravillas había escuchado acerca de este película, que si le había ido muy bien en el extranjero, que si era un retrato fiel de la realidad (…). La verdad es que el resultado es decepcionante: Si bien Miss Bala (de Gerardo Naranjo), describe de una manera bastante explícita la relación de complicidad entre autoridades y cárteles de la droga, falla al momento de crear una buena historia, y eso es básico, porque de lo contrario, mejor hubieran hecho un documental. Antonio Tabuchi dice una cosa muy cierta con respecto a la creación de historias: la literatura intenta crear ficciones, y termina diciendo verdades. En el caso del cine, la frase también aplica. Por ejemplo, tomemos en cuenta la cinta El Infierno de Luis Estrada, es una obra de ficción maravillosa que dice muchas verdades con respecto a la situación actual del país. Por el contrario, Miss Bala (México, 2011), se dedica a denunciar una situación, valiéndose de personajes mal construidos. La película de Naranjo gira en torno a Laura Guerrero (Stephanie Sigman), una chica cuyo sueño es ganar el concurso de belleza de Baja California; sin embargo, la inseguridad reinante la convierte en víctima de la guerra antinarco. Laura se involucra por azares del destino con el crimen organizado, quien le echa una ayudadita en el certamen de belleza a cambio de algunos favores. La historia suena bastante fuerte, pero pierde interés a medida que el personaje de Laura no evoluciona para nada, es víctima de las circunstancias, eso y un saco de papas hubiera sido lo mismo. O bueno, incluso un saco de papas habría divertido más que la susodicha. El personaje soso de Laura es afectado por una bola de personajes unidimensionales que son fácilmente olvidables. Miss Bala es un pretexto burdo, seudointelectual y carente de creatividad para denunciar una situación particular, y apantallar a varios mexicanos distraídos y a varios extranjeros de izquierda que les encanta ver historias de gente pobre.