La XV Bienal de Pintura Rufino Tamayo (I)
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Con una credibilidad muy débil, tanto en lo que respecta al evento como a los resultados, se inauguró el pasado viernes 9 de diciembre, en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, la XV Bienal de Pintura Rufino Tamayo.
Pospuesta durante aproximadamente 15 meses, esta edición se realizó gracias a la acción ciudadana de un grupo de artistas que exigió al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) la organización del concurso. Creada en 1982, la bienal fue una importante plataforma para el predominio de la pintura como género y el posicionamiento de algunas firmas. Sin embargo, al imponerse en el INBA los lenguajes conceptuales y los lineamientos del mainstream, el evento se debilitó en su vocación y, al igual que otros concursos nacionales –como el Encuentro Nacional de Arte Joven–, requiere de una renovación que le devuelva la misión de beneficio social que debe tener todo programa gubernamental.
Para empezar, en esta edición, la sede y fecha de apertura fueron inapropiadas. Si hubiera habido disposición por parte de los funcionarios del INBA, la bienal podría haberse inaugurado en su sede tradicional del Museo Tamayo de la Ciudad de México antes de que se iniciaran los trabajos de remodelación del recinto. Y en cuanto a la fecha, es absurdo que se haya abierto el mismo día que la Bienal Nacional de Pintura y Grabado Alfredo Zalce que se realiza en Morelia, Michoacán. Considerando que hay creadores que participan en ambos concursos –como Jacqueline Lozano, que fue premiada en los dos certámenes–, no es sorprendente que haya habido tan escasa resonancia mediática y artística.
¿Será acaso que esa era la intención de los funcionarios?
Otro aspecto relevante que debilita al evento es la falta de criterios de participación. Abierto a todas las edades,
el certamen congregó mil 27 o mil 34 artistas –la información oficial contiene datos distintos– de 21 a más de 70 años. Con una presencia significativa en el rango de los 21 a 40 años (63%), la bienal no estableció diferencias en la evaluación de trayectorias y, en el conjunto, se unificaron propuestas de pintores de 22 a 57 años. Un error lamentable, ya que es imposible que un joven en proceso de formación proponga lenguajes y poéticas tan sólidas como un creador de trayectoria media. Además, para los emergentes, existe el Encuentro Nacional de Arte Joven, mientras los creadores de trayectoria media carecen de foros de confrontación y seguimiento.
Seleccionadas por un jurado conformado por la conceptualista Melanie Smith, los pintores Teresa Velázquez y Germán Venegas, y la curadora Carmen Cebreros, las 51 piezas –de un total de 2 mil 589 ó 2 mil 605 obras, depende del boletín de prensa– no pueden considerarse como una síntesis de lo mejor que se produce en el país. Integrado por una mayoría de propuestas abstractas de tendencias paisajísticas y geométricas provenientes de creadores cuyas edades se concentran entre los 22 y 35 años, el conjunto se caracteriza por la simplicidad de los lenguajes.
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