Gonzalo Rojas, salud quebrantada

martes, 1 de marzo de 2011 · 01:00

MÉXICO, D.F., 28 de febrero (apro).- Ratificando el comunicado emitido ayer por la Fundación de Estudios Iberoamericanos Gonzalo Rojas en Santiago de Chile, su sede mexicana, presidida aquí por la escritora Fabienne Bradu, señaló que el más prestigiado poeta chileno se mantiene estable, pero grave.

         El Mercurio, uno de los diarios más influyentes de ese país sudamericano señalaba que el autor de Contra la muerte, y premio Nacional de Literatura, así como el Reina Sofía y el Cervantes de España, permanecía en estado de “sopor” en su casa natal de Chillán, atendido las 24 horas por personal médico y en compañía de sus familiares.

         El hijo del escritor, Gonzalo Rojas May, dio a conocer que la situación era irereeversible tras el infarto cerebral sufrido el martes 22. El autor, de 97 años, además del libro citado, escribió otro con el título ¿Quién no cumple cien años?

         En Chile el medio literario vive momentos de consternación por la enfermedad del poeta, así como del fallecimiento, la noche del viernes pasado, de su dramaturga más notable, Isadora Aguirre, quien en 1960 estrenó con gran impacto La pérgola de las flores, un musical. Había obtenido en 1987 el Premio Casa de las Américas (1987) por El retablo de Yumbel.

Por su parte, Gonzalo Rojas se dio a conocer en México con un poemario publicado por el Fondo de Cultura Económica en 1984 con El relámpago, y a partir de entonces se fue creando entre sus lectores un verdadero culto. Varios libros suyos se editarían posteriormente por la misma casa editorial, quien por cierto mantiene una sucursal en la capital chilena. Tal culto culminaría con la entrega del Premio Iberoamericano de Poesía Octavio Paz justo el año de la muerte del poeta mexicano en abril de1998. Paz mismo alcanzó a darle la noticia, y Rojas estuvo presente en el homenaje rendido en el Palacio de Bellas Artes, donde el chileno conmovió al señalar a la prensa: “Los poetas no mueren, se quedan encantados”.

A los 50 años, Rojas –amado tanto como Nicanor Parra, el otro poeta vivo de su patria--, escribió estos versos en “Contra la muerte”:

“Me hablan de Dios o me hablan de la Historia. Me río

de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre

que me devora, el hambre de vivir como el sol

en la gracia del aire, suavemente.”

Esa búsqueda de la explicación del hambre lo significaría en los años 70 en Cuba y en Europa al servicio del gobierno de Salvador Allende.

En abril de 2007, durante su última visita a nuestro país, dijo en la revista Proceso al también poeta y exagregado cultural de México en Chile, Rafael Vargas, tras recordar a su colega Jaime García Terrés y al narrador Carlos Fuentes:

“Siempre he tenido amigos en México. Cuando vivía en La Habana con Hilda, mi esposa, vinimos muchas veces. Y siempre quiero volver. Quiero regresar a Chihuahua, quiero conocer Oaxaca, la tierra de Toledo. Yo me cierro en un par de años. Eso es así y no me importa. Pero antes quiero volver a México.”

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