El discurso del rey
MÉXICO, D.F., 11 de marzo (apro).- Ganadora del Oscar por Mejor Película, entre otros premios de la Academia estadounidense, El discurso del rey (The King Speech, EU-2010) es una hermosa historia de superación personal, alejada de toda cursilería barata, que transcurre en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.
Albert, el Duque de York (Colin Firth, ganador del Oscar a Mejor Actor), vive un calvario cada vez que debe dar un discurso en público. Y es que los tiempos han cambiado, le comenta su padre, un gran orador, el Rey Jorge V: Antes bastaba verse bien, ahora hay que entrar a la casa de todo plebeyo y hablarles directamente.
Albert lo sabe, pero ningún terapeuta conocido lo ha podido ayudar, hasta que su esposa Elizabeth (Helena Bonham Carter) encuentra a uno poco convencional llamado Lionel Logue (Geoffrey Rush).
La particularidad de Logue chocará con las acartonadas maneras del Duque; sin embargo, poco a poco se irá formando un fuerte vínculo entre ambos, en parte por un par de detalles de Logue que llaman la atención de Albert, en parte por la necesidad de Albert, una vez que su hermano mayor, David (Guy Pearce), dimite como monarca inglés.
Así pues, Logue intentará ayudar a Albert --o Bertie, como le dice su familia y el mismo Logue-- a lidiar con su impedimento lingüístico, para que se convierta en un verdadero líder.
En apariencia, El discurso del rey, digirida por Tom Hoope y escrita por David Seidler, es una cinta bastante convencional e incluso puede antojarse aburrida, con sus planos medios y muchos diálogos; sin embargo, debajo subyace un hilo conductor que produce toda la magia, la búsqueda de identidad, cuyo estandarte de batalla es la voz.
La tarea de Albert, el futuro rey Jorge VI de Inglaterra, es encontrar su propia voz en medio de un mundo de reglas y de personalidades familiares aplastantes; una batalla que tiene lugar a lo largo de nuestra vida, sea uno monarca o un vil plebeyo.