Ópera Prima en movimiento

lunes, 9 de mayo de 2011 · 01:00
Al utilizar el mismo formato de series como Bailando por un sueño, Koh-Lanta, Secret Story o el sobrepasado Big Brother, Canal 22 en colaboración con el Conaculta, el INBA, el Cenart y el apoyo de múltiples patrocinadores económicos, desarrollaron un proyecto de reality show culto, educativo y atrayente para la audiencia. La producción semanal consiste en un concurso por becas mensuales de 30 y 25 mil pesos durante tres, dos y un año con objeto de que los ganadores continúen en el estudio de la danza. El programa, Ópera prima en movimiento, tuvo un antecedente en el canal con una gala similar dedicada a la ópera. Hoy los cinco finalistas de aquella anuncian un disco y se han profesionalizado. Todo parte de una convocatoria, el alud es tamizado según un riguroso filtro, una segunda selección ocurre por desempeño frente al jurado, y finalmente quedaron 18 aspirantes. Como en este tipo de formatos televisivos, cada semana se  elimina a dos concursantes, un hombre y una mujer. Al final quedarán cuatro. A lo largo de los siete días, los participantes reciben clases, entrenan, se aprenden una coreografía de danza moderna o ballet, y lo más importante –ya que esto cuenta para la gala semanal eliminatoria–, montan y ensayan la interpretación de una obra conocida o propia, según los organizadores lo pidan. El domingo a las nueve de la noche salen al escenario para ser calificados. Al final de cada interpretación, se someten frente a las cámaras a los comentarios de uno de los miembros del jurado. La gala termina con la salida de dos concursantes. La conducción principal está a cargo de Sasha Sokol, actriz y guía de programas televisivos, la apoya una especialista en danza. Su presencia es relevante, se desempeña bien, tiene memoriza sus parlamentos, es sencilla y agradable, su papel es el de guiarnos desde bambalinas para conocer los nombres de los bailarines, de las obras, de los juzgadores. También nos introduce en el día a día de los jóvenes participantes, de sus maestros, de la secuencia que va adquiriendo la gala.  Se encarga de dar el no tan grato veredicto de salida periódica de los participantes. La presencia en escena de los aspirantes, así como de los maestros, especialistas y jurado está precedida por una ardua labor de producción. Se buscaron bailarines y coreógrafos que pudiesen dar un curso durante dos o tres semanas, charlas, montar las coreografías de grupo o impartir clases magistrales; es el caso de Julio Arozarena, miembro de la dirección artística del Béjart Ballet de Lausana, Suiza. La composición del jurado varía en algunos integrantes, lo cual aporta nuevos elementos al juicio y las sugerencias. El programa es formador para el público amante de la danza, se intercalan la historia del movimiento hecho arte, la evolución de las técnicas, de los estilos y los creadores destacados en su trayectoria, así como los intérpretes solistas más brillantes de cada escuela. El hecho mismo de mostrar el arduo trabajo que requiere todo bailarín para lograr un desempeño aceptable en el escenario resulta instructivo. El toque final lo da la edición. El ritmo, la tensión, los detalles que hacen de Opera prima en movimiento una pieza moderna sin la banalidad de sus homólogas.

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