MÉXICO, D.F. (Proceso).- En estas dos historias la protagonista inicia siendo una sirvienta y termina encumbrándose muy alto, una como la esposa del patrón y otra como la esposa del príncipe. El INBA ofreció ambos espectáculos el pasado fin de semana.
La serva padrona (1733) es la más famosa de las óperas del joven compositor Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736); al estrenarse, su autor tenía sólo 23 años. Es una ópera barroca, pero también marca el inicio del clasicismo musical, periodo que llega a su máxima expresión con Haydn y Mozart. Los personajes: Uberto, un solterón acaudalado; Serpina, su sirvienta; y Vespone, un criado mudo.
La joven Serpina se ha propuesto casarse con su amo, lo seduce y convence con la ayuda de Vespone, disfrazado de fiero soldado; al final logra su objetivo convirtiéndose en la patrona. Estos personajes derivan de Pantaleón, Colombina y Arlequín, de la Comedia del Arte. La serva padrona es la primera obra maestra de su género y la madre de las óperas cómicas. El sábado 4 asistimos a la representación de esta obra en el Teatro de la Danza, atrás del Auditorio Nacional, protagonizada por Lourdes Ambriz, quien es garantía de buen canto y de una factura actoral inmejorable; como siempre, muy bien. El Uberto fue Juan Carlos Rodríguez, a quien no hay manera de defenderlo, de plano dejó muchísimo que desear. Función acompañada muy correctamente al piano por el maestro Iván López, y la acertada dirección escénica de Arturo Rodríguez, quien en lo sucesivo cantará el Uberto. Fue presentada dentro del programa del INBA “Niños, manos a la ópera”.
Por su parte la Compañía Nacional de Danza (CND) repuso La cenicienta, estreno mundial 1945 en el teatro Bolshoi de Moscú por la compañía del mismo nombre, con música de Serguei Prokofiev (1891-1953) y coreografía de Sir Ben Stevenson. En México este ballet lo estrenó en 2010 la CND en el Auditorio Nacional, la reposición hace unos días fue en el Palacio de Bellas Artes. El espectáculo subió mucho en este recinto, ya que la belleza arquitectónica del Palacio enmarca idealmente la escenografía y propuesta escénica, no se requiere microfonear a la orquesta como en el Auditorio, y aun en la butaca más lejana se ve bien.
“Se ensayó muchísimo esta obra y hubo tiempo de realizar un trabajo muy detallado”, declaró a Proceso la joven Agustina Galizzi, quien interpretó a la Cenicienta en la primera y última de las cuatro funciones. Alternó con Elisa Ramos. El rol del príncipe fue confiado a los cubanos Erick Rodríguez y Jasmany Hernández. Aquél lo estrenó el año pasado, hizo ahora sólo la función inaugural pues no pudo continuar por sufrir un accidente. Jasmany Hernández no bailó ninguna función: también tuvo un accidente, pero en su moto. La situación fue salvada por el también cubano Harold Quintero, sustituyendo a sus compañeros. En las Grandes Ligas de Beisbol se les prohíbe a los jugadores el uso de la motocicleta, ya que son contratados por sumas multimillonarias.
Al ballet lo acompañó la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, dirigida como hace un año por Juan Carlos Lomónaco; ambos se superaron respecto de la premier nacional cuando de por sí lo hicieron estupendamente.
Un gran acierto del INBA la presentación de estas dos obras recomendadas para los niños.