Mala hora de junio; ocho poemas de hoy

jueves, 23 de junio de 2011 · 19:55

MÉXICO, D.F. (Proceso).-

1. El altar de los muertos El mes atroz que ya se fue Y nos dejó tantos muertos Que hasta el aire respira muerte Y en el agua se bebe muerte. No resisto la herida de tanta muerte. México no puede ser el cementerio plural, La inmensa fosa común En que yace deshecho lo que esperábamos. Al porvenir ya lo hundimos En el abismo que se abre todos los días. 2. Solo de clarinete Solo de clarinete en las tinieblas de México… Hasta ahora no había pensado En que también los instrumentos de música Pudieran ser espectrales. De modo inexplicable hoy escuché, Como desde algún lugar que ya no existe, Un concierto ejecutado en 1960. No puede ser ningún ardid electrónico Ya que el clarinetista de aquel entonces No grabó un solo disco. En algún otro mundo ha de quedar lo vivido Y el día menos pensado vuelve un instante. 3. Poesía de guerra Brota el grillo en la noche Y alza su canto en la ciudad de muerte. El grillo es invencible y no tiene miedo. Todo el mundo lo escucha pero nadie Ha logrado saber en dónde canta. 4. Los libros de agua En los sueños adquiero algunas veces El don de lenguas que no tuve. Y dicto páginas fluidas En idiomas que ignoro por completo. Al despertar Se disipan mis libros de agua. Estoy de nuevo en Babel. Intento hablar otra vez mi lengua Y me doy cuenta de que ya es extranjera. No entiendo nada Y ya nadie me entiende. 5. Cerro del Muerto (Aguascalientes) Él está aquí Desde el gran cataclismo que le dio forma al planeta. Con su silencio llena el horizonte. Flota en las horas. Hiende el mar del viento. El Sol que se derrumba lo envuelve en fuego. Su mole indescifrable se hace de lumbre. Cuando el Cerro absorbe la luz El día que se va es el muerto. 6. De aquel día De aquel día Queda el recuerdo de las hojas, Tan hermosas, tan nuevas, Tan brillantes de sol… Cómo no va a doler Que una tras otra Hayan caído sin remedio En el oscuro incendio de los años. No habrá Otro día como aquel Ni otras hojas iguales. 7. Toco madera Para alejar a la desgracia que ronda a todos Y conjurar el infortunio presente siempre Toco madera. Toco madera y me responde su aspereza. Siento el rencor que sube por los dedos Como un enjambre de tábanos. Puedo escuchar el ruido de su odio En un rezongo que dice: “Cómo te atreves A escudarte en mí, a suplicarme clemencia, A suponer Que haré algo por defenderte. Jamás. Debes saber que aborrezco A los que son como tú. “No me dejaste vivir, me mataste Para hacerme tu esclava y darle la forma De tu necesidad o tu capricho. Cómo te sentirías Si llegara a talarte, A hacer de tu carne viva Una hoja de papel, una mesa, una silla, “O lo que es más siniestro: duela Para ser eternamente pisada. O leño Para darte calor o estuche Para la corrupción de tus despojos. “No vuelvas a tocarme. Ten presente Que nunca haré nada para ti, por ti, Sino odiarte. Entre nosotros dos sólo puede existir el odio. ¿Qué esperabas?” 8. Intemperie Cuánta intemperie en un montón de piedras. Qué profunda y estéril condición De soledad ser piedra. Este montón de piedras fue mi herencia. No se comen Ni tampoco dan agua. No me sirven de arma ni me protegen. ¿Qué puedo hacer con ellas? En la agria noche encuentro la respuesta: Las frotaré, las frotaré sin descanso Hasta que en su discordia nazca el fuego.

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