El Rock'n'Roll, la voz que permanece
Ha sido insuficiente la temporada que determinó la UNAM para la pieza teatral de Tom Stoppard, Rock’n’Roll, con musicalizaciones clásicas de este género. Un público mayoritariamente juvenil la ha disfrutado plenamente, no así las generaciones anteriores, señala José Caballero, quien en esta ocasión no dirige sino actúa. Hablan sus protagonistas de que el mensaje de la obra ofrece a la juventud actual “el valor de defender los ideales en los que uno cree a lo largo de la vida”. Caído el comunismo e instaurado el capitalismo salvaje, “arroja mucha luz en cuanto a la trascendencia filosófica del rock”.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Historia que arranca con la Primavera de Praga en 1968 y culmina tras la caída del Muro de Berlín, el “espíritu stoppardiano” de Rock’n’Roll sufrió cambios para esta adaptación escénica a cargo de Alonso Ruizpalacios y el traductor del texto original, Alfredo Michel.
Llega así a su recta final esta breve temporada de Rock’n’Roll en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón de la UNAM, una pieza con música en vivo escrita hacia 2006 por el exitoso dramaturgo inglés de Shakespeare enamorado, Rosenkranzt y Guildenstern han muerto, Tom Stoppard (Checoslovaquia, 1937), cuyas recientes obras teatrales casi no han sido montadas en nuestro país durante la última década.
Rock’n’Roll en este foro del Centro Cultural Universitario también marcó el retorno como actor de José Caballero, experimentado director escénico nacido en 1955 y profesor de varias generaciones actorales en el Centro Universitario de Teatro (CUT), quien expresó a Proceso:
“Ciertamente fue una temporada de corta duración la de Rock’n’Roll, pero así es el teatro. Ya lo dijo Peter Brook, que el teatro es como escribir en el agua... Lo que me dio esta obra fue el personaje de Max Morrow que interpreto, y me había llamado fuertemente la atención hace dos años cuando leí la versión de Broadway. Tenía ganas de actuar como Max y el destino me lo acercó en esta puesta escénica nueva; la experiencia de actuar luego de casi 40 años sin estar en un escenario ha sido muy satisfactoria para mí…”
Por otro lado, recalca:
“Originalmente la obra sucede en la casa de la familia de Max Morrow y en el departamento en Praga del otro protagonista, Jan (personificado por Juan Manuel Bernal). Para mi gusto hay cosas que retocaron Alonso y Michel o que cortaron y eran importantes, por ejemplo: Max afirma haber luchado en la Guerra Civil Española y ahí estuvieron grupos de intelectuales como Octavio Paz y Pablo Neruda, entonces Max pertenece a esa generación. Nació en 1917, tenía 70 años de edad en 1990, y orita casi cien.”
–¿Retrata bien a la generación del 68 y a la izquierda estudiantil de aquella época este montaje?
–He observado que la mayor parte de actores, actrices o directores, no de mi generación, sino unos quince años mayores que yo ven el primer acto de Rock’n’Roll y se van. Germán Castillo se quedó, pero a la salida cuando lo vi le pregunté: ¿Cómo estás?, y me contestó: “¡Muy encabronado por tu pinche obra, los comunistas no éramos ni pendejos ni tan mal hablados!”.
“Tengo la impresión que este montaje indigna a universitarios de toda la vida y con cierta tendencia, a otros no tanto, pero que sí entusiasma mucho a los jóvenes. Lo veo por su respuesta, pues llenaron el Juan Ruiz de Alarcón en buena parte de las 47 funciones que dura la temporada.”
Cuestionado acerca del poco tiempo de Rock’n’Roll en la UNAM, el director Alonso Ruizpalacios apunta:
“Cumplimos 48 funciones y acaba la temporada este domingo, pero no porque le haya ido mal a la obra, al contrario, el número de representaciones normal para cada temporada teatral en la UNAM es de 48. Su programación funciona así, la UNAM tiene un calendario muy apretado y no es común que extienda sus temporadas.”
Y justifica:
“Ha habido gente que conoce el texto original de Stoppard y se sorprende de la distancia que tomamos Alfredo y yo. Ya habíamos trabajado juntos, siempre hacemos la adaptación y esta vez hicimos una cirugía mayor del texto e, incluso, añadimos escenas o voces en off que no están en el original para esclarecer la trama sin apartarnos del llamado ‘espíritu stoppardiano’.
“Hay gente que es muy purista en sus preferencias teatrales que le puede parecer que por tratarse de Tom Stoppard, y ser inglés, nuestra puesta no debía incluir groserías ni desnudos; pero en los sesentas se hablaba así y en los happenings la juventud se desnudaba. El texto original está lleno de expresiones vulgares, Max usa un lenguaje arrabalero y se la pasa diciendo marranadas, las incluimos tal cual como están y no metimos más que las marcadas en el texto original.”
Entre los demás personajes que conforman el elenco de Rock’n’Roll se cuentan: Gastón Yanes, en el papel de Ferninand; Raúl Briones, histrión fantasma de Syd Barret (exmiembro del conjunto Pink Floyd); Rodolfo Blanco (Nigel); Esmirna Barrios (Alice, primera mujer de Max); Bernardo Velasco (Gyrus, guarura); y como esposas de Max, Karina Gidi (Esme) y Sophie Alexander-Katz (Lenka), quien dice a Proceso:
“El mensaje que ofrece Rock’n’Roll a la juventud actual sería el valor de defender los ideales en los que uno cree a lo largo de la vida, de manifestarlos y de luchar por sostener nuestras ideas. El montaje arroja mucha luz en cuanto a la trascendencia filosófica del rock, para mí investigar a fondo mi personaje Lenka ha sido una vivencia extraordinaria a nivel espiritual y emocional.”
Rock’n’Roll había sido montada asimismo en Inglaterra, España, Estados Unidos, Canadá, Japón, Israel, Turquía y la República Checa, con la añeja banda checa Plastic People of the Universe (PPU) tocando en el foro teatral. Stoppard fue invitado para asistir al estreno de Rock’n’Roll en el Juan Ruiz de Alarcón por Enrique Singer, director de Teatro UNAM; sin embargo, su saturada agenda se lo impidió.
La vuelta de Caballero
“Hace unos 37 años que no actuaba, y sobre todo no actuaba dirigido por un director”, dice José Caballero. La última vez había sido en 1975 con Héctor Mendoza.
Como director, José Caballero prepara actualmente con la Compañía Nacional de Teatro Noches islámicas, la adaptación que hiciera Héctor Mendoza a un cuento de Las mil y una noches para presentarlo en octubre durante la edición número 39 del Festival Internacional Cervantino, a la cual asistirá también el director Peter Brook con su compañía Téâtre des Bouffles. Narra su encuentro con Rock’n’Roll:
“Yo la leí hace dos años en la versión de Broadway, fui a Nueva York y compré la edición de la adaptación allá. Tom Stoppard es un dramaturgo al que le entusiasma mucho el rock y es una de mis pasiones, sí que la discusión política me parece importante, vigente. En un primer momento no vi demasiados nexos de esta obra con la realidad mexicana, de ahí que Alonso y Michel introdujeran especie de ponencias para explicar más el contexto, porque a final de cuentas Rock’n’Roll tiene que ver con la propia biografía de Tom Stoppard.
“Nació en Checoslovaquia, pero creció y se formó en Inglaterra por azares de la vida, para él ha sido recuperar su pasado, sus raíces y profunda amistad con Vaclav Havel y otros autores. Es capaz de escribir una obra política como Rock’nRoll y convertirla cual pieza de Chejov tal como se lee en el original.”
El tema de Rock’n’Roll, resume, trata acerca de la amistad entre dos personas de ideologías opuestas: el filósofo comunista Max Marrow y su alumno checo Jan, “cuyo destino los hace vivir en sistemas políticos que no les gustan”. Y añade:
“Max va viendo cómo el comunismo real de aleja de la teoría marxista, y sin embargo sigue creyendo en el Estado proletario como lo mejor para una existencia justa y humanitaria. Stoppard plantea esas incongruencias pero también es bastante crítico del capitalismo.”
Desde su visión, Rock’n’Roll es “la búsqueda individual de la felicidad de las personas” y “la historia de amor de Jan con Esme, y de Max con Lenka hacia el final, no sé si por una necesidad de superar la soledad que pesa mucho en los personajes”.
Lo que sí le queda claro es la trascendencia del rol que jugó el rock en Checoslovaquia en 1968, “similar a la que tuvo en México donde los conciertos no estaban permitidos en los años setentas y el rock teníamos que escucharlo en inglés, como un grito de protesta que esencialmente sigue más allá de que haya roqueros millonarios, famosos, casi mitos o seres divinos”.
La musicalización de clásicos del rock ocurre en vivo con el guitarrista Tomás Barreiro, Poncho Figueroa (exbajista de Santa Sabina) y la batería de Ernesto Juárez, trío encarnación de la histórica banda sesentera checoslovaca PPU.
Nacido en la capital en 1976, compositor de música contemporánea e integrante del Terceto de Guitarras con Gerardo Tamez y Antonio López, Barreiro dice que desde muy joven, con su conjunto La Nao, conoció a Ponchito Figueroa, quien estaba con Santa Sabina y su vocalista y también actriz, Rita Guerrero, fallecida recientemente.
“Y con Alonso he realizado un buen de música para teatro desde La isla, él era fan de Santa Sabina, sin duda el mejor del rock nacional; yo le di clases de guitarra y juntos realizamos videos que ganaron Ariel (Café Paraíso y El último canto del pájaro Kui.”
Para capturar la esencia transgresora del rock, Barreiro convocó “a Poncho, único músico baterista mexicano que conozco”, y piensa que los chavos de hoy “disfrutan bastante lo que interpretamos en Rock’n’Roll y nosotros nos divertimos por la libertad que tenemos en escena”.
Asegura Poncho:
“He dedicado cada función de Rock’n’Roll a Rita Guerrero, quien actuaba en La ópera de tres centavos con Pepe Caballero, y por ella conocí el teatro, que me la trae a su reencuentro en Rock’n’Roll. El comunismo se cayó, el capitalismo se adaptó y continúa pero como un sistema de lo peor para la humanidad. Ante todos los cambios, el rock es la tercera voz que mantiene su credo de convivencia, intensidad, amor y conciencia histórica del momento, no obstante la comercialización y monopolización empresarial.”
Gastón Yanes comenta:
“Rock’n’Roll significa una gran clase de historia reciente, estamos hablando del colapso del comunismo en los años setentas, ochentas, en Europa; parece muy lejana pero hubo mucha opresión, el no poder alzar voces y tantas atrocidades que sucedieron es algo positivo que dice a las generaciones, porque son sucesos de otro modo vigentes y que se vinculan a lo que hoy sucede en nuestro país.”
Concluye Poncho Figueroa:
“Quisiera hacer con este grupo y elenco con el que estoy trabajando en Rock’n’Roll una compañía estable, pero aunque sería una enorme responsabilidad en muchos sentidos, yo es lo que anhelo teatralmente hablando, son mis sueños de un rocanrolero con ilusiones, pues creo en el contacto místico de quienes participamos en la obra.”