Mala compañera

jueves, 7 de julio de 2011 · 17:18
MEXICO, D. F. (apro).- Creencia general es que el hambre es canija, ¿será porque es mala consejera como afirma el refrán? Pienso que sí, pues en lo personal así lo afirma la propia experiencia de este servidor de ustedes, respetables lectores de la presente. Agárrense, ya que eso no es lo peor, pues resulta que, según estudiosos del tema, ella ha sido la negra compañera de nuestra especie en toda su historia e incluso lo es en esos sus tiempos en que viven de portentosos descubrimientos científicos y de extraordinario desarrollo técnico. Ahí la tiene y tanto así que es uno de los angustiosos problemas que tienen a resolver si el mundo quieren que siga dando vueltas dentro de la estabilidad necesaria para su existencia, pues según expertos en la materia de diferentes instituciones internacionales, como por ejemplo la Organización de las Naciones Unidas, en ese su tiempo de globalización de la democracia y de la conquista del espacio, dos de cada tres humanos sufre de hambre, incluyendo la oculta claro, esto es, la provocada por los malos hábitos en la alimentación o bien por otra simple razón: por no tener dinero para poder adquirir, carne, pescado, leche, huevos y otros alimentos necesarios para una buena salud… total, si a las cifras vamos, lo único que se ha globalizado en la mentada globalización ha sido el hambre. Si en verdad es cierta la frase “dime lo que comes y te diré lo que eres”, atribuida a Brillat-Savarin, francés y gastrónomo él; si así es pregunto: el que tiene hambre y no tiene ni que ni con qué saciarla ¿Qué puede comer?, ¿no puede ser que, desesperado, esté dispuesto a vender su alma al diablo, a renunciar a los principios que lo conforman, a entregar su dignidad al que quiera comprársela para saciar su hambre? Lo digo porque este servidor de ustedes así lo hizo. Y no soy un caso aislado, una excepción. Como servidor hay muchos otros, no es porque servidor lo diga, sino que así lo afirma un cuadro sobre el comportamiento de la criatura humana en tiempos de hambre, diseñado por el sociólogo estadunidense de origen ruso, P. Sorokin; cuadro que, entre otras cosas, expone que en las hambrunas las personas actúan de las siguientes maneras: -Del 7 al 10 por ciento de la población comete latrocinios, robos, fraudes, falsas declaraciones y otros crímenes relacionados con la propiedad. -El 10 por ciento cae en la prostitución y en otras actividades sexuales reprobables. -Del 10 al 20 por ciento tiende a transgredir los principios religiosos y morales fundamentales. -Del 50 al 90 por ciento se desvía de las normas de conducta social, ética y jurídica convencionales, menos importantes. ¡Qué cuadro! ¿O no? No sé si ustedes, respetados lectores, pero este su servidor considera que el hambre de tantos y tantas personas en gran medida es la culpable de que esa globalidad en la que viven sea tan problemática, pues el hambriento no es un ciudadano común y corriente, obediente a las reglas de convivencia establecidas y respetuosos de las instituciones, sino más bien es un ser movido por su necesidad de comer, así como también un ser inclinado a vender, por hambre, su alma al mejor postor, al diablo si es preciso, aunque en ello le vaya su dignidad de individuo independiente, o lo que es lo mismo, a entregar su primogenitura por un plato de lentejas. ¡Si lo sabrá bien servidor de ustedes! Con lo anterior no quiero decir que los únicos culpables sean los que maicean a los famélicos, a los muertos de hambre, a los que los manipulan con sus favores y a veces nada más que con promesas, creando así un clientelismo, muy útil a sus intereses particulares o de grupo, no, pues no ignoro que, como ustedes dicen, que para bailar un tango se necesita una pareja, alguien que consienta también en bailarlo, pero también sé con certeza que los hambrientos están principalmente entre los menos favorecidos, por decirlo en ese su modo de expresarse correctamente, esto es, entre los pobres, que no únicamente tienen hambre de comida, sino muchas otras hambres de otras muchas cosas. Sin más, con el ardiente deseo de que Dios les libre de esa mala compañera que es el hambre. ESAU

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