La ciudad de la izquierda

miércoles, 3 de agosto de 2011 · 19:05
MÉXICO, D.F. (apro).- El periodista Miguel Ángel Granados Chapa puso en duda los dichos del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, quien en días pasados afirmó que su proyecto y el de la líder magisterial, Elba Esther Gordillo, son completamente distintos, ya que él, subrayó, es un hombre de izquierda. “Yo soy un hombre que milita en la izquierda y claramente ella está en otra posición política. Entonces, yo no tengo pensado cambiar y varias mi postura política”, dijo. El mandatario capitalino hizo esa declaración después de que Gordillo admitió, en una entrevista con el diario español El País, que ha cometido muchos errores y que por esa razón debe tener cuidado en decidir a qué candidato apoyar en las elecciones presidenciales de 2012, pero reconoció que el aspirante que más le gusta es Marcelo Ebrard. Sin embargo, en su programa de radio matutino del pasado 26 de julio, Granados Chapa señaló que si Ebrard fuese realmente un hombre de izquierda, respetaría la voluntad de los ciudadanos y habría cancelado el proyecto de la Supervía Poniente, que supuestamente contribuirá a desahogar el tráfico de la zona poniente de la ciudad, particularmente de Santa Fe. Contrario a ello, el jefe de Gobierno del DF “mantiene su propósito de hacer que una empresa privada, beneficiaria de un título de concesión muy ventajoso, construya esa Supervía”, enfatizó el periodista. Ese día, Granados Chapa tuvo como invitada en su programa a la investigadora Cristina Barros, integrante del Frente Amplio contra la Supervía, quien recordó que la semana pasada se cumplió un año de la entrada de maquinaria pesada a la zona de La Malinche, en la delegación Magdalena Contreras, para demoler las viviendas, previamente expropiadas por el gobierno capitalino. Para Barros, el hecho fue arbitrario, “como todos los que han caracterizado este proyecto carretero”. Y afirmó que la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal se ha puesto del lado de los vecinos, pero Ebrard ni siquiera acudió a la presentación del informe del ombudsman capitalino, con lo que “se evidenció como una persona arrogante y autoritaria”, que en los hechos no cumple con el respeto a los derechos humanos, como ofreció durante su campaña a la jefatura de gobierno. La Supervía, con los daños que implica al medio ambiente de la zona poniente, la degradación de la vida urbana y la afectación a las culturas tangibles e intangibles de los pueblos aledaños, es sólo uno de los temas que se han convertido en talón de Aquiles para el jefe de Gobierno. Sin evaluar a profundidad la gestión de la Secretaría de Cultura, podría decirse que Ebrard no siempre está atento a la preservación arquitectónica y urbanística de la Ciudad. Basta recordar la demolición de 16 inmuebles coloniales en el Centro Histórico, casi al inicio de su gestión. Otro de sus proyectos, más actual, está relacionado con el rescate del río Magdalena (el mismo que baja de las zonas afectadas por la Supervía), y es la creación de una planta de tratamiento de aguas en la plaza de Chimalistac, en San Ángel. Aquella es una placita histórica, que de tan escondida que está, a veces pasa desapercibida para muchos ciudadanos que transitan por esa zona de la ciudad, cuyas calles están dedicadas a los personajes de la famosa novela de Federico Gamboa, Santa. Por cierto, la placita lleva también el nombre del célebre escritor, quien fue ministro de Relaciones Exteriores y estuvo al frente de las fiestas del Centenario de la Independencia celebradas por Porfirio Díaz. El proyecto de la planta de tratamiento logró frenarse por la movilización ciudadana, en la que participaron, entre otros intelectuales, los escritores Elena Poniatowska e Ignacio Solares, vecinos del lugar. Al respecto, Cristina Barros manifestó que la ciudadanía es más madura en el Distrito Federal que sus gobernantes, y exige que le expliquen de qué se tratan los proyectos, que demuestren que hay una planeación en ellos y su necesidad. Lamentablemente, añadió, lo que hay es una cerrazón a esa transparencia, y cuando los propios ciudadanos hurgan, lo que encuentran detrás son “negocios entre funcionarios públicos y empresas privadas, como es el caso de la Supervía”. Y aunque celebró que el proyecto en Chimalistac se detuviera, preguntó si acaso en la ciudad de México hay ciudadanos “de primera y segunda”, pues al grupo de intelectuales de San Ángel los escuchó el jefe de gobierno, pero no a los colonos de La Malinche. Otro proyecto que está en el centro de los cuestionamientos ciudadanos es la línea de Metrobús que irá de Buenavista al Centro Histórico, circulando por las calles de El Salvador y Venezuela (Belisario Domínguez). Las obras ya comenzaron del lado de Buenavista, aun sin el consenso de los habitantes y comerciantes del Centro, que con mantas y carteles se han manifestado en contra. En el gobierno de Ebrard hay tres organismos (el Fideicomiso del Centro Histórico, la Autoridad del Centro Histórico y la Coordinación de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural, dependiente de la Secretaría de Cultura) que podrían recordarle que en las dos calles hay emblemáticos inmuebles coloniales, como la actual Biblioteca Lerdo de tejada, cuyo edificio aledaño fue el Oratorio de San Felipe Neri, que se conserva hoy en día, además del templo de San Agustín, el Teatro del Pueblo y antiguas casas coloniales, por mencionar algunos edificios que podrían ser afectados por el tránsito de los metrobuses. La diferencia entre el autoritarismo y la democracia, de acuerdo con Granados Chapa y Cristina Barros, está en saber escuchar a la ciudadanía y pensar en una ciudad más amable para todos.

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