Crítica al mercado tecnológico en el simposio del e-book

lunes, 26 de septiembre de 2011 · 22:53
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Fueron tres días (19, 20 y 21) dedicados a la literatura impresa y digital, sus pros, contras, debates y batallas en plena era de tecnología, como el tema del derecho de autor. Al Museo Nacional de Antropología acudieron, con sus ponencias, especialistas en el tema dentro del primer Simposio Internacional del Libro Electrónico. Organizado por la Dirección de Publicaciones del Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), se realizaron un total de diez mesas de asistencia gratuita para el público, que también fueron transmitidas en vivo vía internet en www.conaculta.gob.mx/libroelectronico/, en donde aún se pueden consultar. Cada día se abrió con una conferencia magistral: el primero sobre El futuro de los editores, a cargo de Kate Wilson de la Editorial Nosy Crow; el segundo sobre El futuro de los lectores, a cargo del escritor Guillermo Manuel, y el tercero sobre El futuro de los libros, por Consuelo Sáizar, directora del Conaculta. Internet, era digital, tecnología, lectores, ciberliteratura fueron los conceptos repetitivos en cada ponencia, la mayoría sobre las bondades de las tabletas electrónicas y cómo sacar beneficio de ellas. En contraposición destacó la charla que el profesor, escritor, editor y traductor Federico Álvarez Arregui (hijo de republicanos españoles y nacionalizado mexicano, quien dirigiera la Revista Mexicana de Literatura del Instituto de Investigaciones Lingüísticas de la UNAM) tuvo dentro de la mesa Viejas y nuevas formas de lectura, que inició así: “Lamento empezar diciendo que voy a hacer una ponencia por lo menos escéptica, si no pesimista, y nada me satisface más que provocar esta respuesta contra la atención vieja que probablemente voy a exponer. La mesa se llama Viejas y nuevas formas de lectura, y es obvio que voy a exponer sobre las viejas formas de lectura; frente a una ponencia de las nuevas tecnologías, voy a hacer una ponencia de humanidades, tan desabrigadas en este coloquio a pesar de que todos estemos hablando del libro. “El libro es desde Gutenberg un emblema de cultura, ha evolucionado mucho desde entonces pero ha cumplido una función única (no es multiusos) que es la de leer. Un libro es un objeto cuya función es la lectura, se hace para dar a leer, no para divertir ni entretener, ni chatear u oír música, se hace para leer, de ahí su enorme importancia histórica, no la historia moderna del entendimiento, la historia de la lectura. “Y repitiendo por enésima vez el aforismo publicitario ‘sin lectura no hay cultura’, tal vez tendríamos que aplaudir como una aparición providencial un libro que se dice libro, cuya función es leer, aunque su temible adjetivo electrónico lo haga desviarse tantas veces de esa función cultural esencial, improrrogable. Vivimos una época de desculturización en gran medida a causa de la electrónica.” “Que lo electrónico es producto de la energía contemporánea, no hay nada que tengamos que discutir a mi juicio sobre ello, pero si creemos en la teoría de la recepción, los ojos que leen un libro modifican el contenido de lo que leemos, el libro es un medio de subjetivización, de enriquecimiento, de aumentar la capacidad intuitiva del ser humano, y evolucionar en la medida que somos capaces de leer mejor. “Decía Unamuno que hay que enseñar a los niños oyendo, aprender a leer con los oídos y no con los ojos. El libro es tiempo, vida en tiempo, si es un lugar será un lugar para una imagen, y todos o la gran mayoría han venido a este simposio a ofrecer imágenes: ¿por qué lo visual sobre lo verbal? “Los niños empiezan a ser así desde pequeños, un niño que ve pero que no lee, no un homo-sapiens, un homo-videns que nos ha cubierto esa pantalla con horas de imágenes visuales, pero no con imágenes verbales. Los niños pasarán de la laptop al Facebook, Twitter, pero no leerán, no falta mucha imaginación para saber qué harán cuando la tengan entre las manos. “Se acabaron los niños dibujando en el suelo, el mercado electrónico lo sabe muy bien, y hoy sucede que compite furiosamente por crear juegos electrónicos por ganar ese mercado del niño-videns, con sorprendentes objetos pero con infames artes plásticas.” Y enjuició los juegos electrónicos: “Los juegos electrónicos están dirigidos a una mentira gigantesca en donde los niños quedan atrapados una y otra vez, el Ipad ya no se llama e-book, se llama tableta, una tableta multiusos.” Se refirió a la educación así: “Necesitamos una secundaria con alumnos que sepan leer y escribir, escuchemos a una niña que lee un poema, si no lo lee por dentro no lo sabe leer… yo propondría la refundación de la Escuela Normal Superior. Decía un eminente pedagogo que la secundaria en México era una catástrofe nacional, un analfabetismo generalizado. El libro electrónico es una tableta multiusos producto de algo tan vergonzoso y encanallado como la industria de entretenimiento que produce millones de dólares.” Y concluyó: “El libro digital o impreso es para leer, para adueñarnos del conocimientos universal y ser más cultos y menos entretenidos.”

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