De mercados y caminos

martes, 10 de enero de 2012 · 13:29
MÉXICO, D.F. (apro).- Los mercados de México, donde se venden no sólo productos básicos para la subsistencia, sino también algunos de lujo, han abastecido, desde la época prehispánica hasta nuestros días, a una creciente población demandante. Más allá de su función de suministro, los mercados también constituyen la memoria de las formas de comerciar de las distintas sociedades, y algunos se han convertido en espacios para resguardar arte, como los murales, o incluso ellos mismos se han convertido en una forma de expresión artística y cultural. La historia de los mercados de México y de las rutas que se utilizaron para distribuir los productos y mercancías se reúne en el libro electrónico Caminos y mercados de México, coordinado por las antropólogas Janet Long Towell y Amalia Attolini Lecón, especialistas del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Dirección de Etnohistoria del Instituto Nacional de Antropología e Historia, respectivamente, ambas instituciones editoras de esta publicación de 690 páginas, en cuya presentación se explica: “Los 34 autores de esta obra presentan un amplio panorama del comercio de esta tierra, desde los mercados de trueque de la época prehispánica hasta los mercados actuales. Numerosos productos circularon por brechas y veredas recorridas por tamemes y pochtecas prehispánicos que luego se convirtieron en caminos reales coloniales y vías ferroviarias y carreteras de alta velocidad en los siglos XX y XXI”. Colaboran, entre otros investigadores, Beatriz Braniff Cornejo, con el capítulo “Comercio e interrelaciones entre Mesoamérica y la Gran Chichimeca”; Yamile Lira López, con “El valle de Maltrata, Veracruz. Ruta de comunicación y comercio de más de 3000 años”; Mari Carmen Serra Puche y Jesús Carlos Lozano Arce, con “Producción, circulación y consumo de la bebida del mezcal arqueológico y actual”; Ivonne Mijares Ramírez, “La mula en la vida cotidiana del siglo XVI”, y Clara Elena Suárez, “De mercado libre a monopolio estatal: la producción tabacalera en Nueva España, 1760-1800”. Los muy variados temas también incluyen “Los mercados de la Ciudad de México y sus pinturas”, de María Teresa Suárez Molina; “El canal, puente y garita de La Viga”, de Araceli Peralta Flores, y “Caminar para vender. Relatos de alfareros, copaleros y chiveros en sus andanzas por la Mixteca”, de Salvador Reyes Equiguas. El libro se divide en siete grandes apartados, donde se distribuyen los más de 30 ensayos: I. Las rutas prehispánicas, II. Intercambio y mercado prehispánico, III. Los inicios del comercio novohispano, IV. El comercio en el occidente y noroeste de Nueva España, V. De mercados…, VI. …Y mercaderes, y VII. Por los caminos del sur. Aunque por la Ciudad de México todavía circulan unas cuantas mulas en las que se recolectan cachivaches y artículos para reutilizar, es ya inconcebible imaginar que estos animales sigan siendo fundamentales en la transportación de mercancías, pero desde su introducción en el siglo XVI, “y hasta bien entrado el XX”, llegaron a ser prácticamente imprescindibles. Cuenta Mijares Ramírez que aunque en la época se acuñó la frase “el burro para el indio, la mula para el mulato y el caballo para el caballero”, en realidad la mula fue utilizada por todos los estratos sociales y en actividades tan diversas como la arriería, la agricultura o la minería. Fue un verdadero patrimonio familiar y se realizaban contratos de compra venta, subían de precio y se escrituraban. Las cualidades del animal, que soportaba tanto o más que un buey y podía transitar por sitios por donde el volumen y peso de estos no les permitía, “hicieron que la mula se convirtiera en pieza clave dentro de la organización del transporte que planteaba la nueva colonia, y de hecho hay quien dice que la mula contribuyó más que el caballo a la conquista y colonización de la Nueva España”. La investigadora del Instituto Nacional de Bellas Artes, María Teresa Suárez Molina, presenta un texto en el que relata la historia de los mercados Tlatelolco, El Parián, El Volador, por ejemplo, y describe los productos que se vendían ahí, y cómo todo ello en su conjunto dio origen a una obra pictórica tanto en códices como en pinturas de artistas como Cristóbal de Villalpando, Miguel Cabrera o José Agustín Arrieta. El libro puede leerse en http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/caminosymercados/mercados.html

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