Hugo Argüelles y las bibliotecas de teatro

jueves, 12 de enero de 2012 · 19:44
El 24 de diciembre de 2003 falleció el dramaturgo Hugo Argüelles y se le recuerda a ocho años de su muerte. Argüelles fue un prolífico dramaturgo y guionista de cine. Debutó con la obra Tema y variaciones en 1958, pero fue con su obra Los cuervos están de luto con la que se dio a conocer. La obra de teatro es una comedia satírica donde la muerte se burla de todos. El humor negro del autor y los temas sórdidos y surrealistas fueron el sello distintivo de su producción. Los cuervos están de luto obtuvo el Premio Nacional de Teatro y fue llevada a escena en el Teatro Jorge Negrete en 1959, y en Bellas Artes 10 años después. La adaptación al cine la realizó junto con Francisco del Villar, el director, la cual en 1960 obtuvo el premio Pecime. Aunque no lo reconoció abiertamente, Hugo Argüelles se basó en el cuento de Ramón Rubín El duelo para escribir su obra teatral. Otras obras significativas fueron Doña Macabra (1964), que posteriormente fue convertida en una premiada serie de televisión y llevada al cine en 1970; El ritual de la salamandra (Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1981) y Los gallos salvajes (1983). Justo cuando yacía enfermo en el Hospital Mocel, antes de su muerte se estrenó su obra Las pirañas aman en Cuaresma en la Muestra Nacional de Teatro en Xalapa y posteriormente en el Teatro del Centro Nacional de las Artes bajo la dirección de Abraham Oceransky. El director hizo para este montaje la adaptación teatral a un texto escrito y llevado a la pantalla hace ya  40 años. Oceransky había escenificado ya otra obra de Argüelles en el Teatro Tepeyac, Concierto para guillotina y cien cabezas, que en su momento, 1967, causó mucha polémica. Otras obras suyas las reinterpretaron y volvieron a inventar, a veces poco tenían que ver con la propuesta del autor, como fue la que dirigió Juan José Gurrola en 1967, La ronda de la hechizada, y El cocodrilo solitario del panteón rococó en 1982 en el Teatro Jiménez Rueda dirigida por Julio Castillo. A Argüelles (1932) se le recuerda poco y sus obras se montan menos. Por la falta de memoria en nuestro país sobre el teatro nacional y también por la irregularidad de sus propuestas, sobre todo en el último fragmento de su proceso creativo. Hugo Argüelles fue un personaje polémico/colérico, formador de varias generaciones de dramaturgos. Su casa fue el lugar en donde impartía sus talleres y a su muerte dejó escrita su intención para convertirla en museo. Efectivamente su casa era un museo; una casa que requería grandes reparaciones y que tenía libros, documentos y objetos dignos de conservarse. La situación era complicada: sus herederos no lograron ponerse de acuerdo y los libros fueron desapareciendo poco a poco; la Sogem la tuvo a su cargo un tiempo y la dejó en el descuido; la Secretaría de Cultura del D.F. de aquel tiempo no estuvo interesada en el proyecto. Así, en la actualidad la biblioteca de Hugo Argüelles yace en el abandono y seguramente escuálida por el saqueo-hormiga. Las bibliotecas sólo sobreviven si tienen vida e investigadores que la organicen y la hagan accesible al público. El CITRU, por ejemplo, tiene en custodia la biblioteca que Víctor Hugo Rascón donó, la cual Rocío Galicia sistematiza y la Biblioteca del Centro Nacional de las Artes resguarda. Todo lo contrario sucede con la biblioteca y videoteca de la Sogem, que a raíz de la muerte de Víctor Hugo se pusieron en cajas y lleva ya más de tres años arrumbada. Posee originales invaluables del siglo XIX, ya que heredó todo el material que la Sociedad había conservado. Escritos a máquina o a mano. Se podían revisar textos de autores como Juan Bustillo Oro y G. Navarro (El Pato Cenizo); sketches escritos para las tandas que se presentaban durante la Revolución; o hasta los guiones con los que se dio a conocer Cantinflas. Los libros y documentos de Hugo Argüelles hubieran ampliado la perspectiva de este autor todavía por investigar. Las escuelas de teatro y las universidades no sólo de la Ciudad de México, estarían seguramente interesadas en que sus estudiantes tengan acceso a toda esta riqueza teatral.

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