La danza en el 2011 (1 de 3)
MÉXICO D.F. (apro).- La función fundamental de la burocracia es el boicot, y el 2011 en México se caracterizó por ser el año del sabotaje a los artistas de la danza, pues la complejidad de los ejercicios fiscales dentro de las instituciones dedicadas a la promoción, animación y gestión de la cultura logró mermar notoriamente el desarrollo de este arte en el país.
Los ejemplos son múltiples e incluyen desde a las compañías de danza con más de 20 años de experiencia, hasta los grupos noveles que intentan abrirse un espacio dentro de la telaraña de trámites que hay que hacer para poder bailar.
Mientras tanto, las instituciones culturales ofrecen datos artificiosos cuantitativos y con ello hacen apología de la falta de coherencia en sus programaciones, su carencia de criterios selectivos y la brutal centralización de los recursos en el país.
Aquí, unos datos que llegan a lo irrisorio:
Aksenti Danza Contemporánea, bajo la dirección de Duane Cochran, cumplió 20 años de existencia el 9 de noviembre del 2011. El coreógrafo, Premio Nacional INBA-UAM, que en varias ocasiones ha sido ganador de diversas convocatorias del Fonca, solicitó al INBA que le permitiera presentar La casa de Betty, su última propuesta, en el Palacio de Bellas Artes, y develar ahí una placa alusiva a su aniversario.
La respuesta fue la misma que se le da a todos los grupos: “sí, pero te vas a taquilla, nosotros no pagamos nada de promoción o difusión y tú te mandas a hacer tu placa y te pagas el brindis”.
Cochran aceptó, por considerar que su grupo y él mismo se merecían festejar en grande una fecha tan importante. Un día antes de la función llevó su escenografía y para el mismo día de la función se atuvo a montar luces, hacer ensayo general y dar función.
Pasados unos días, cuando se presentó en el área administrativa para recoger el dinero que se había obtenido de la venta de boletos, le dieron la noticia de que le debía al INBA 75 mil pesos, “porque los técnicos habían trabajado extra metiendo sus escenografía al teatro un día antes”. Quitados de la pena, los responsables se cobraron a “lo chino”, le quitaron los 25 mil que metió a la taquilla y le exigieron pagar 50 mil pesos restantes.
Carmen Bojórquez, coordinadora nacional de Danza, logró un arreglo y le “perdonaron” la deuda a Cochran, y le dieron los 25 mil pesos de taquilla, que repartió entre los bailarines de su grupo.
Esas fueron las mismas condiciones que tuvieron que aceptar Cecilia Lugo y su grupo Contempodanza, así como José Rivera y su Cebra Danza Gay, entre otros. Ningún pago, nada de publicidad y ellos encargarse de todo. Un negocio perfecto para el INBA, que se paró el cuello diciendo que “apoya, celebra y fomenta la danza contemporánea del país”.
Y si bien eso sucede en el mejor de los casos, los grupos que desean presentarse, no digamos en Bellas Artes, sino en el Teatro de la Danza, deben de pasar por multitudinarios consejos que deciden si van o no van. ¿Cuáles son sus criterios? Jamás han sido publicados y establecidos mediante una convocatoria previa, e incluso exmiembros de los supuestos consejos no logran pasar la evaluación que se les hace cuando ellos concursan. Es de locura.
Qué decir de la famosa Red de Festivales que tiene sus propios consejos regionales y que deben ponerse de acuerdo con las autoridades del INBA, que tienen sus propias propuestas y dan el subsidio para que se lleven al cabo los eventos.
Ya es hora de que los propios festivales se autodeterminen y sean independientes, pues seguir con la farsa de los consejos inapelables es una desgracia.