El caso de Romeo y Julieta

martes, 31 de enero de 2012 · 20:39
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Nos encontramos con una refrescante obra para adolescentes: La tragedia de Romeo y Julieta de Shakespeare trasladada a un México violento, como el nuestro, donde una apasionada historia de amor no llega a buen puerto. El caso de Romeo y Julieta, con el elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro, es una paráfrasis del original, donde Berta Hiriart, Sandra Félix y Ángeles Hernández la convierten en un thriller. Frente a dos cadáveres se busca encontrar las razones, y a los causantes, de la muerte de estos dos jóvenes. El lenguaje es acertadamente sencillo y directo, con coloquialismos de nuestro país y conservando la poesía de Shakespeare en la historia de amor. El romanticismo de la pareja se expresa a través de la belleza del lenguaje y las figuras poéticas; la entrega total de los enamorados la viven entre palabras sublimes y sentimientos ideales. El punto de partida de El caso de Romeo y Julieta es el Ministerio Público donde dos agentes, en una relación cómica jefe-subalterno, convocan a diferentes personajes, cercanos a Romeo y Julieta, para que cuenten parte de la historia: su nana, el padre, el amigo y el maestro de filosofía. En la historia de Shakespeare un cura era el que los casaba y ayudaba en su unión; pensaba que eso haría que las familias enemigas rompieran su rivalidad que había causado tantas muertes. Las autoras eligen a un curioso maestro de filosofía, muy cercano a ser hierbero, afecto a elaborar brebajes, para que funja como el personaje pivote que desata la tragedia y abre la puerta del suicidio. La estructura dramática de las autoras rompe con la linealidad del tiempo, y al iniciar con el final de la obra encuentran una forma que arranca del presente para jugar con el ir y venir al pasado. Los sucesos se van encadenando poco a poco, y tanto el espectador como los agentes arman progresivamente el rompecabezas. Si bien en un inicio la dinámica es evidente, este ir y venir se complejiza y el juego adquiere diversas formas de encuentro. La dirección de Sandra Félix resuelve los rompimientos y los giros a la realidad pasada con el trazo escénico y ágiles recursos. Philippe Amand la acompaña en este reto a través de mamparas blancas traslúcidas en movimiento constante, con las que abre y cierra espacios, ayuda a desaparecer personajes, va del Ministerio público a la fiesta o del cuarto de Julieta a la celda de Romeo. Los espacios simultáneos –como Romeo con el maestro y Julieta con su nana– se insinúan apenas y enriquecen la narración. Los elementos utilizados son mínimos y el espectador no requiere de más para ubicar cada escena. La iluminación es menos afortunada ya que los colores que se utilizan, rojo, azul o ámbar, adjetivizan la escena volviéndose una redundancia de los acontecimientos. La música, a cargo de El Gabinete, con el que la directora trabaja desde hace ya tiempo, combina ritmos muy mexicanos con melodías renacentistas, provocando un efecto de integración espacio temporal. La tragedia de Romeo y Julieta no nos es ajena, aquí, en Italia o en cualquier otro lugar sucede, ha sucedido y no podrá evitarse. Ana Isabel Esqueira y Claudio Lafarga son los que se aman a primera vista y su naturalidad y pasión nos estremece. El caso de Romeo y Julieta es una puesta en escena que se presenta en la Sala Villaurrutia hasta el 5 de febrero y que resalta por su calidad dramatúrgica, actoral y de dirección escénica.

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