MÉXICO, D.F. (apro).- Es una lástima que esta cinta contara con un gran reparto, bueno, más bien un desperdicio tener a Robert De Niro, Segourney Weaver y Cillian Murphy en una película tan mediocre; como dijeran los Polivoces, “da coraje Don Teofilito”.
Da coraje también que Poderes ocultos (Red Lights, EU-España, 2012), dirigida por Rodrigo Cortés, dé un giro tan inconsistente e inverosímil.
Poderes ocultos se refiere a un par de científicos, Matheson (Weaver) y Buckley (Murphy), que se dedican a la investigación de fenómenos paranormales, o mas bien a desenmascarar falsos psíquicos.
La pareja de investigadores resulta una especie de dúo dinámico en dicho ramo cuyas personalidades se complementan de maravilla: la Dra. Matheson es fría y calculadora, y el joven Buckley es apasionado y vehemente.
Esta pareja que genera la percepción de ser invencible, se topa un buen día con su Némesis, un supuesto psíquico que parece ser el mejor de todos y que ha regresado a la escena pública después de mucho tiempo.
Su nombre es Simón Silver (De Niro) y parece ser tan genial que ni la misma Matheson ha podido con él. Sin embargo, el impetuoso Buckley quiere desenmascararlo a toda costa.
Las cosas se complican cuando fenómenos inexplicables, aún para el mismo Buckley, comienzan a ocurrir.
La cinta mantiene muy bien el misterio casi todo el tiempo, pero el final resulta un acto fallido; su caída estrepitosa es similar al momento en que nuestros científicos desenmascaran a un psíquico.
El final resulta tan inesperado que el argumento se diluye y no encontramos justificación alguna para lo que está pasando: empieza con la eterna batalla entre la fe y la razón, y termina en una especie de búsqueda existencial sin sustento.
Lo único rescatable es el elenco, pero no lo suficiente para que valga la pena.