100 discos esenciales del rock mexicano

jueves, 15 de noviembre de 2012 · 12:26
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Este mes Grupo Editorial Tomo presentó el libro titulado 100 discos esenciales del rock mexicano. Antes de que nos olviden, fruto de casi dos años de trabajo coordinado por los periodistas David Cortés y Alejandro González Castillo, quienes comisionaron a más de 30 periodistas y músicos a escribir reseñas sobre discos previamente seleccionados. Cincuenta años de rock mexicano sintetizados en un centenar de grabaciones representativas de momentos históricos específicos para el rock nacional, como explica el propio David Cortés: “Seleccionamos discos de todas las corrientes del rock mexicano, tanto del mainstream como de la escena independiente, y en todos los formatos existentes. Consideramos discos que abrieron escenas, que consolidaron el sonido de bandas importantes o que significaron el fin de una escena; que en su momento tendieron puentes entre diversas corrientes. Discos que no necesariamente han gozado del favor de los medios, pero cuyo impacto en el subterráneo fue similar al de una colisión.” Hacer listas siempre es riesgoso, pues en la mayoría de los casos absolutizan y encapsulan el tema referido aun sin ser el objetivo de la publicación. Comenta Cortés: “El plan original es que fueran más de 100 discos y de todos modos se seguiría llamando 100 discos esenciales. Era inevitable calificar, pero poner los mejores hubiera sido un pecado de prepotencia; poner esenciales deja claro un dejo de subjetividad que, valga la redundancia, es también inevitable.” Los textos de Javier Hernández Chelico, Julian Woodside, Enrique Blanc, los músicos José Manuel Aguilera, Alex Otaola y el Sr. González, entre otros, incluyendo los coordinadores, explican perfectamente el significado e importancia de la grabación, aunque en ocasiones caen en adjetivaciones innecesarias. Por otro lado, los escritos de Luis Clériga, Alonso Arreola, Iván Nieblas y el Warpig no son muy afortunados, pues los de Clériga son demasiado aduladores con sus reseñados; en los de Arreola sobresalen la escritura pretenciosa y los adjetivos desmedidos, y algunos de Nieblas y Warpig son dignos de un mal blog. Lo preocupante de tener enfrente los 100 discos esenciales del rock mexicano es que muchos de ellos no tienen una calidad musical importante. Dice Cortés: “El problema del rock mexicano no es sólo la calidad, hay muchos problemas alrededor de él que le impiden desarrollarse cabalmente. Lo que está allí no es todo lo de calidad que se ha hecho en este país, hay más cosas, pero para ello hubiera sido necesario un volumen mayor. Además, no entiendo por qué el peor enemigo del rock mexicano son los propios mexicanos; hay fans que conocen todo lo que se hace en otros países y desconocen lo que está sucediendo en la puerta siguiente. Es un problema grave de malinchismo, de prejuicios, y no sólo de calidad.” En general el libro es interesante y cumple con el fin principal de Cortés y González, que es documentar una parte de la historia del género en México, tarea difícil pero necesaria y uno de los puntos débiles del rock nacional. Cree Cortés: “La documentación nunca está de más, especialmente en un país en donde prácticamente hay muy poco acerca de nuestro rock. Se necesita hacer más investigación, que surjan más libros, que las universidades hagan más investigación.”

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