Sea su propio terapeuta

martes, 18 de diciembre de 2012 · 20:51
MÉXICO, D.F. (apro).- Estimado lector: si usted es uno de los tantos que por millones sufren de eso que llaman estrés, esto es, de esas personas que viven y respiran en la ansiedad, la ira contenida o el miedo, en la congoja por lo que sea u otras emociones que pueden llevarlo a la depresión, lo siento por usted, pero le digo que está así por que quiere, pues en sus manos está el librarse de las mismas. Por si lo ignora, le informo puede deshacerse de tan peligrosas emociones por medio de la llamada terapia de la destrucción, también conocida con el nombre de destructoterapia, basada en la creencia de que si se rompe algo uno se calma, de que si se destruye algún objeto ayuda a desprenderse de la tensión, del miedo, de la ira contenida, a calmar el estrés. Lo anterior, estimado lector, no quiere decir que se ponga a dar de palos al mobiliario de su hogar para librarse de sus tensiones. Puede ir a alguna de las llamadas Clínica de chatarrería… en el caso de que viva en España, Dubai o China, donde ya existen… donde por una módica cuota s le proporciona una barra de hierro, un martillo o un pico para que destruya un carro de deshecho, un refrigerador, una televisión inservible o cualquier otro objeto. Teniendo en cuenta que lo que principalmente persigue la destructoterapia es eliminar las tensiones en el lugar del trabajo, los japoneses han perfeccionado a la misma. En ese país hay empresas importantes que tienen un salón destinado a que los empleados que sufren de estrés, pueden calmarse rompiendo objetos… o bien dando de puñetazos a sacos con arena… que llevan la cara del jefe. Que el estrés no solo es producido por el trabajo, sino que, como dijo J. Ortega y Gasset, cada uno es lo que es y sus circunstancias –entre las que son significativas e incluso determinantes las personas---, ¿se imagina lo maravilloso que sería el que hubiera lugares donde cualquier hijo de vecino pudiera ir a golpear sacos con las caras de empresarios, políticos, procuradores de justicia y otros servidores públicos que lo perjudicaron de una u otra manera? Más no soñemos. La democracia no allegado a tal punto. Pienso que si se intentara abrir un negocio con tales características, el dueño o los clientes que acudieran al mismo, serían acusados de actividades subversivas, de disolución social y quien sabe de qué otras cosas más. Consciente de que las manifestaciones públicas contra esto o aquello, son vistas y sentidas cada vez con mayor recelo y política y socialmente incorrectas, pues siempre afectan a terceros, y que lo correcto, cada vez más, lo correcto y civilizado, lo remarco, es resolver los conflictos por la vía del diálogo, conforme a la ley y estricto apego a derecho. Aunque hasta ahora, ni lo incorrecto, no lo correcto, ni la ley, ni el apego a derecho, en un mundo que es capaz de producir más y más bienes, han suprimido el mal reparto de la riqueza y que la misma más y más cada vez se concentre en menos manos. Y teniendo en cuenta, insisto, que se corre el riesgo de que por manifestarse en público contra lo de aquí o lo de allá se le vea como un revoltoso y hasta como un antisocial, de que se criminalice su conducta protestataria, considero que lo mejor que se puede hacer para librarse de las tensiones y no terminar como los desafortunados españoles que terminaron suicidándose por no poder paga la hipoteca de sus departamentitos, es personalizar , buscar bien o quienes, directa o indirectamente son los culpables de sus tensiones, conseguir las fotos o caricaturas de los mismos en periódicos, revistas o donde sea, actividad que puede ser muy fácil si se trata de políticos ineptos, de esos que hacen promesas y no las cumplen, de servidores públicos corruptos, de magistrados prevaricadores o algún empresario de relieve nacional o internacional o el eficaz por competitivo compañero de trabajo. Y ya con ellas, en la intimidad de su hogar, donde nadie lo vea ni lo escuche, dedíquese a mentársela, a escupirla, darla de golpes o hasta cometer con las mismas un auto de fe, al etilo de los buenos tiempos de la Iglesia Católica. Repito, hay que hacerlo en la intimidad del hogar, donde nadie lo vea ni lo escuche, no sea que algún político o socialmente correcto se de cuenta, lo denuncie y, creyéndole que se a pasado de rosca, le pongan una camisa de fuerza y lo manden a un psiquiátrico. Estimado lector de la presente, con el sincero deseo de que Dios le asista en el intento… si es que lo lleva a cabo. FRUCTUOSO DE NAUALLI

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