Marley
MÉXICO, D.F. (Proceso).- En este documental sobre la vida de Bob Marley, el británico Kevin Macdonald aglutina los ingredientes principales de la vida de un hombre, artista y líder social, para configurar el monumento de este ícono de la música reggae cuya leyenda, como en el caso de John Lennon o Michael Jackson, crece con el tiempo.
Marley (Estados Unidos-Reino Unido, 2012) es un ambicioso proyecto que señala el estatus de Marley en la historia de música, su ideal político y social, el periplo de un hombre desde su humilde nacimiento en un pueblo jamaiquino, su acceso a la fama y su prematura muerte, sin descuidar su mensaje de tolerancia al amor y a la mariguana.
De entrada, la leyenda ya está hecha y no existe riesgo en acceder a la imagen de un hombre tan carismático, su personalidad accede sin problema a la psique del público gracias a su música y a su fama; sobran referencias y material documental; pero la aportación original de Kevin Macdonald (El último rey de Escocia) radica en la alianza que estableció con la familia y los herederos de Marley; y tampoco evita mostrar el lado oscuro y poco heroico de la vida del músico, múltiples conquistas amorosas e hijos, ambición material, manipulación y arribismo.
Marley sigue un esquema plano y cronológico, casi exhaustivo, desde su nacimiento, rodeado de exuberante vegetación en Jamaica, hasta su entierro en su pueblo natal. Bendito por su talento y perseverancia, Robert Nesta Marley posee los dones necesarios para proyectar un mito de dimensión épica, padre blanco y madre negra, infancia menesterosa, el espíritu heroico que se despliega cuando después de un atentado con pistola, herido, persiste aun en llevar a cabo el concierto para no ceder ante la presión política y defender así su mensaje de paz. La virtud de este trabajo de Kevin Macdonald obedece a la dinámica entre las diferentes dimensiones que componen la vida de este rastafari, su originalidad artística y genio social que aprovecha el rango entre negritud y origen europeo, todo sin dejar de estar del lado de los oprimidos; además, los defectos del personaje, su lado humano demasiado humano, lo acercan aún más al hombre de carne y hueso.
Conocedores y admiradores de Marley pueden, seguramente, apreciar, mejor que los legos, el material y la amplia selección musical de la cinta; para otros, este documental biográfico invita a descubrir no sólo la obra y la vida de un músico tan original como fue este hombre, ejemplar jamaiquino que invita a conocer más sobre su país y cultura.
Aunque en principio fue un trabajo por encargo, y quizá podría argüirse que Jonathan Demme, designado originalmente como director, hubiera logrado una narración menos plana, Kevin Macdonald lleva más de dos décadas haciendo documentales. Marley muestra que el director sabe que algo mágico ocurre cuando la cámara se asoma al mundo real; Macdonald mantiene el interés del espectador por aprender, no desde la mera acumulación informativa, que la tal Wikipedia satisface de antemano, sino desde esa aprehensión constante que provoca saber que la muerte acecha al héroe; bien apoyada, la visión del público se abre al homenaje de un hombre extravagante y original.