Cruz Mejía y su "Tierra de los once ríos"

martes, 21 de febrero de 2012 · 14:03
MÉXICO, D.F. (apro).- El infatigable cantautor Cruz Mejía prosigue la saga evocadora en honor a su tierra sinaloense, con los 45 temas musicales de su doble CD Tierra de los once ríos (Tlalli/Radio Educación/El Colegio de Sinaloa TLP 1381). “Cruz Mejía es hijo de Sinaloa. Y un hijo amoroso, pues es amor lo que se requiere para recuperar una región de manera tan precisa y musical como él la expresa. Las temáticas que aborda… son claves para explicar el Ser sinaloense”. Así describe en el texto Música del paisaje que presenta este álbum el novelista Élmer Mendoza, miembro de El Colegio de Sinaloa y correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua. “Amache, papuchi, cuichi, cochís, bonchis, fuchis, copechis, bitachis, biche, coricos, abitachados, chiroteando, pipisquis, venteaba, gaznatada, faceto y cuilta… son téminos que Mejía conoce y que sin duda sabe utilizar cuando se comunica oralmente. Igual versifica para crear relax…” El libro ilustrado con fotografías que acompaña ambos discos con más de dos horas de duración incluyen letra, explicaciones de los 45 cortes y créditos de músicos participantes, además de una introducción redactada por el propio Cruz Mejía, quien bonachonamente señala: “Aquí tienen ustedes un puñado de canciones dedicadas a Sinaloa; ¡ya fregamos!, pensarán, imaginándose la banda sonando a todo dar. ¡Pues se fregaron!: ninguna de las 45 piezas incluidas aquí es con tambora, pero eso no les quita lo sinaloense… “Sinaloa no sólo es banda y cerveza, como dijo un amigo; en nuestra tierra caliente somos medio ásperos, pero eso no nos quita el gusto por las buenas cosas: hablamos fuerte, gritamos, brincamos y manoteamos, pero también tenemos alma y de vez en cuando nos llega el sentimiento de las tristuras.” Y en efecto, si bien el buen humor y la jerga coloquial salpica toda la amplia obra de Cruz Mejía cual celebración permanente a la vida, como refiere Élmer Mendoza, “el tratamiento del amor es extenso”. Me tienes encandilado, ya hasta me voy de lado… Despierta dueña de mi alma, ya viene clareando el día… En “Aluza luz del lucero”, se hace “evidente la fuerza de la palabra de Mejía cuando escribe sobre el amor, postura que se fortalece con el sonido del salterio (de Miguel Pacheco)”, y a decir de Mendoza, “Bodas de oro” es una de las piezas más logradas del disco, “que compuso para los padres de un amigo, donde se percibe el poder del binomio música y palabra para crear un momento de amor fecundo entre dos seres”: Cómo ha pasado el tiempo, la tarde ya declina… Volamos para viejos, varios pintamos canas… Hoy estamos de fiesta después de muchos lustros, reunidos con los viejos que nos dieron el ser: ya llevan medio siglo de andar juntos el mundo y de ese amor fecundo nos fue dado nacer… Con su guitarra sexta y voz magnética, la sensibilidad desarrollada en grado superlativo por Cruz Mejía le permite trascender la exaltación bucólica de su amada región (“Por Sinaloa”, “L’Agua escondida”, “Los once ríos”), para brindarnos pasajes de historia local y cultural (“Pita pita trenecito”, “Oro robado”, “Los sinaloenses”, “La batalla de San Pedro”), sin olvidar temáticas de crítica antiyanqui o sociales (“La fama que nos cargamos”, “Qué dice amigo” “Puros corridos de narcos”): El problema de las drogas corrompe por todos lados: los pobres le entran por pobres, los ricos por desgraciados; los más altos funcionarios siempre están involucrados. Seguimos al también reconocido productor de Radio Educación por mil recuerdos infantiles de La Noria, Guasave, su terruño natal, desglosados ya en la narrativa de su libro con memorias y ensoñaciones La creciente (edición de autor, 2009), “canto épico de los pueblos norteños”, según lo calificó el fallecido escritor chihuahuense Carlos Montemayor (“Si ustedes gustan, entiendan estas cancioncitas, hechas a distancia, con el pensamiento puesto en las imágenes de los pueblos y los ranchos recorridos con emoción”). La miscelánea caleidoscópica compilada en ambos discos va desde la década de los ochentas a la fecha, integrando las 45 canciones un retrato personal del trovador: “Como ya se dejó ver, aquí no hay tambora; pero todas estas piezas son interpretadas con el acompañamiento de músicos profesionales, sin renombre pero con muchas calidad.” En diciembre del año pasado fue la presentación oficial de Tierra de los once ríos con un concierto en Culiacán, Sinaloa, conmemorando dos décadas de El Colegio de Sinaloa, donde asistieron artistas como José Ángel Espinoza Ferrusquilla, Víctor Franco y Aldo Rodríguez, así como José Ángel Pescador y Élmer Mendoza, quien apadrinó el acto: “Cruz Mejía es un compositor por el que no pasa el tiempo. Escuchamos valses, chotis, canciones, danzonetes, arrullos, polkas, danzas, corridos y hasta una suite instrumental… “Tierra de los once ríos es un testimonio aéreo, climático, lingüístico, acústico y sentimental de una región que derrotó al pantano y pactó con el mar y la sierra, una región que aunque a veces tiene la sombra encima, vale por ella misma.” Quiero verme en calabazas, en ejotes y tomates de las mejores cosechas que se dan en la región. A ver si sirven mis restos como abono en este suelo, pa’ que blanqueen pensamientos entre matas de algodón. (ver video clip en: http://www.youtube.com/watch?v=A6i-zAM61Io)

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