Inauguran la exposición "Tzompantli Mayor", de Manuel Marín

jueves, 19 de abril de 2012 · 11:47
MÉXICO, D.F. (apro).- La exposición “Tzompantli Mayor”, instalación artística con 600 calaveras talladas en madera, metal y papel, del escultor Manuel Marín, será inaugurada hoy jueves 19 en la Fundación Sebastian capitalina, a las 19:30 horas. “Trabajé para encontrar formas y soluciones a cada una de estas calaveras, son reproducciones libres de estructuras humanas. Mi ‘Tzompantli Mayor’ es una obra de introspección para valorar la vida. Pocas veces en la historia del arte, los objetos expuestos son objetos que tuvieron vida, o están basados en figuras reales como lo hicieron los mexicas, por eso esta exposición es un homenaje al arte prehispánico sagrado basado en lo real”, señaló Marín. El término “tzompantli” proviene del náhuatl y está compuesto de las voces “tzontli” y “pantli”, que significan “cabeza” e “hileras”, respectivamente, es decir “hilera de cabezas”. En arquitectura, un tzompantli hace referencia a los muros esculpidos como altares de reverencia a dioses nahuas (y mayas, como en una plataforma de la antigua Chichén Itzá), hallados en algunos templos prehispánicos, con múltiples cráneos de guerreros sacrificados. La obra-instalación de Manuel Marín irá desplegada en dos conjuntos de esculturas que representan el conjunto “Tzompantli Mayor” de 600 calacas, algunas dispuestas verticalmente en la pared para cubrir una “muralla de calaveras” y entretejidas sobre una serie de palos, como lo hacían los antiguos mexicas. Las demás, que representan una ofrenda, están colocadas octagonalmente en el piso simulando un campo “cultivado” de calaveras, en evocación de los “altares de muertos”, a comienzos del mes de noviembre (tradición con influencia contemporánea que data de la época de la Colonia). Ninguna de las calaveras de Marín proviene de moldes ni se repite. En el texto Tzompantli, expresión múltiple de la muerte, que acompaña el catálogo de esta muestra en la sede de la Fundación Sebastian, el antropólogo Eduardo Matos Moctezuma, del Instituto Nacional de Antropología (INAH) ha escrito: “Marín penetra en los arcanos de la muerte, hurga en ella, se solaza en la mirada perdida, recorre palmo a palmo los senderos inagotables del tiempo que fue y logra hacer suyo el tiempo mismo… “(…) El mundo antiguo tenía su propia comprensión del devenir del hombre. El sacrificio realizado era la unión entre el ser y la divinidad. Por medio de la muerte del hombre por el hombre se lograba llegar a los arcanos insondables en que los dioses jugaban con la vida, con la muerte, con el tiempo… “(…) El espacio sagrado era indispensable para llevar a cabo la oblación deseada. Templos, santuarios y piedras sacrificiales servían para la inmolación que, finalmente, destinaba al Tzompantli –aquella estructura con postes de madera donde quedaban ensartados miles de cráneos–, para hacer perdurar su presencia como clara advertencia de que el camino al Mictlán (“lugar de los muertos”), al Tlalocan (“el paraíso de los mexicanos dedicado a Tláloc”) o para acompañar al sol, se lograba a través del sacrificio ritual que quitaba la vida y daba la muerte… “Manuel Marín es ahora el responsable de darnos el rostro de la muerte. Muchos siglos han pasado y sin embargo aquí están, transformadas en expresiones que nos dicen muchas cosas y que nos recuerdan muchas más: es, simplemente, el poder que tiene el artista de recrear con sus manos cientos de expresiones para, finalmente, darle vida a lo muerto…” Pintor, escultor, dibujante, corredor de arte, profesor y teórico, Manuel Marín estudió la carrera de pintura en La Esmeralda. En 1974 realizó su primera exposición individual y a la fecha ha realizado más de un centenar, mostrando su trabajo tanto en México como en el extranjero. Ha recibido diversas distinciones, como Estancia de producción en la fundación Svaneke Gaarden, Dinamarca (2002), y Deutsche Welle, en Alemania, seleccionado como el artista representante del continente americano con la escultura urbana Comunicación cruzada, 2004. Ha sido profesor titular a nivel licenciatura y maestría en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), en la Academia de San Carlos y en la ESIME del Instituto Politécnico Nacional. Hacia junio de 2011 expuso más de mil dibujos basados en una interpretación del mito helénico de Endimión para la muestra Endimión en Latmos, donde el artista presentó su libro Mirada (Petra Ediciones). Ese mismo año, en el Museo de San Carlos, expuso Las noches de Edimión, en torno del mito de amor entre la diosa Luna, “Selene” y el pastor “Endimión”. La idea le surgió luego de leer las Metamorfosis de Ovidio (texto clásico en el que hay 50 mitos del enamorado que se transforma en otra cosa por su amor). Acerca de esta obra, Manuel Marín dijo: “Busqué mostrar el concepto del amor imposible. Todo enamoramiento a un ideal, es un amor imposible, no es porque no lo puedas llegar a obtener, sino porque nunca puedes poseer una idea.” La muestra “Tzompantli Mayor” forma parte de los festejos por el decimoquinto aniversario del centro cultural de la Fundación Sebastian y permanecerá expuesta un mes, hasta el 18 de mayo de 2012. (Fuentes: Diccionario de México, Juan Palomar de Miguel, Trillas 2005, y en página web: www.fundacionsebastian.org).

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