Teatro: La tragedia de "Los Cenci"

viernes, 20 de abril de 2012 · 21:03
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La tragedia de la familia Cenci en la Roma de finales del siglo XVI, es retomada por varios autores, como Percy Shelley, Stendhal y Artaud, para reflexionar acerca del ejercicio del poder del padre y cuestionar la organización familiar. En su momento la tragedia fue un escándalo por las muertes que acarreó: Santiago y Beatriz Cenci, y Lucrecia Pecroni Cenci, la madrastra de ambos, fueron ejecutados por cometer parricidio en 1599 y se dio a conocer como una típica nota roja de hoy. Los Cenci, de Antonin Artaud, que se presenta en el Teatro Benito Juárez bajo la dirección de José Luis Moreno después de haber concluido su primera temporada en el Teatro Orientación, no sólo está influida por esta historia renacentista, sino que Artaud retomó la obra de teatro de Percy Shelley, Los Cenci, una tragedia en cinco actos, escrita en verso en 1819, y el relato de Stendhal de 1837, que en 1886 se llevó a escena como poema dramático. Los Cenci de Artaud fue escrita antes de que éste concretara sus teorías alrededor del teatro de la crueldad y contradice sus planteamientos acerca de la eliminación del autor teatral. La obra le ayuda a afinar sus planteamientos al respecto, aunque difícilmente lograba llevarlos a la práctica escénica. La obra le permite poner a prueba elementos que le inquietaban, como eran el involucramiento del espectador en los acontecimientos escénicos, y atacar la superstición social de la familia. En la puesta en escena que presentó Artaud en 1935 en la sala parisiense del Folies-Wagram, él era el autor, el director y el protagonista. El estreno, que fue un rotundo fracaso, fue la culminación de una serie de derrotas de sus anteriores montajes, que lo llevan a aborrecer, como él señala, la cultura occidental, y parte a México, donde vivirá varios meses con los tarahumaras en la Sierra Madre. La obra que se presencia en la ciudad de México tampoco tiene buena fortuna. Su estética es bella, con imágenes atractivas, pero la propuesta resulta obvia, descriptiva, y aunque con un dejo poético, no consigue atrapar el interés del espectador. La intención del autor, que era plantear personajes arquetípicos dominados por “las fuerzas de la naturaleza” en una sociedad donde la justicia está ausente, no se concreta en la dirección de actores que se va más por la grandilocuencia y el melodrama, impidiendo ver en los personajes problemáticas más profundas. Sergio de Bustamante cumple con su presencia escénica y Verónica Terán con sus intenciones, pero ni el autor ni el director consiguen tocar emocionalmente al espectador. Artaud pensaba que el espectador tenía que estar cerca de la escena, pero no pudo implementar pues, al igual que este montaje, se imponía una sala tradicional. Tampoco logró, por sus escasos recursos y la disposición del foro, recrear un espacio simbólico como él pensaba: un laberinto, una topología de la mente, una madriguera. Philippe Amand en la puesta en escena resuelve este ir y venir de lugares con tres o cuatro mamparas doradas que se adelantan o atrasan, a veces bien y a veces a destiempo, creando entradas y salidas de los personajes que, con ayuda de su iluminación, crean diferentes espacios. Los Cenci, de Antonin Artaud, bajo la dirección de José Luis Moreno, es una propuesta donde la teoría está disociada con la práctica, una obra donde somos testigos (aunque Artaud detestaba esta función del espectador) de una institución eclesiástica voraz y de una familia adinerada donde impera el odio, el incesto, la traición, el engaño, la tortura y el asesinato, sin que nunca haya justicia.

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