¿Sabes quién es?

lunes, 21 de mayo de 2012 · 22:43
MÉXICO, D.F. (apro).- Es una verdad evidente, por así decirlo, que el humano es un ser social, pues para él la sociedad es una condición indispensable para su existencia, ya que sin ella se habría limitado a un nivel de animalidad. A la vez, para hacer posible la sociedad entre los individuos, son imprescindibles toda una serie de mutuas concesiones, obligatorias, aceptadas por los asociados y cuyo conjunto constituyen las reglas de conducta moral, tanto del individuo como de la sociedad de la que forma parte, si es que se pretende que la misma se conserve e incluso prospere. Ante esta verdad, estimado lector, perdone usted que la haga las siguientes preguntas: ¿sabe quién es usted realmente?, ¿es una marioneta, esto es, un muñeco de feria movido por hilos que están en manos de otros? O por el contrario, una persona que piensa, habla, actúa y decide por sí mismo, movido por sus necesidades y anhelos propios? O sea, dicho en palabras de la filosofía y de las ciencias sociales: ¿es usted un ser heterónomo, es decir, un ser conformado, determinado y manipulado por y para los intereses y privilegios de otros, los que manejan los hilos?; o por lo contrario, ¿es más bien una persona autónoma, independiente, que se autogobierna, piensa, habla, obra y decide movido por sus propias necesidades y deseos? Por favor, estimado lector, no tome como impertinencia lo anterior, responde a mi naturaleza, pues servidor fue aquel que más allá del pensar y el sentir como bases del ser humano, del racionalismo de Descartes y el empirismo de los pensadores ingleses que me precedieron, el que se preocupó de la problemática del origen y las limitaciones del entendimiento humano y el de los imperativos o formas en que se expresan las leyes morales. Estos últimos son de dos clases: los hipotéticos y los categóricos. El imperativo hipotético, según lo entiendo, es aquel que se cumple porque previamente se ha aceptado una condición; su fórmula es: si quieres tal cosa, forzoso es que hagas esto y aquello y dejar de hacer esto y lo otro. Por su parte, el imperativo categórico considera y tiene por base el que, como el hombre es un ser moral, sólo debe subordinarse, sujetarse y obedecer al deber moral que le dice: obra de tal manera que hagas de la humanidad, tanto en tu persona como en la de los demás un fin en sí mismo, no un medio, y así el hombre no procederá movido por recetas o códigos externos, sino a partir de la autonomía de su propia razón a querer el deber por deber. O lo que es lo mismo, que el humano, en todo lo actuar, debe seguir la regla que sentencia: no ha sido hecho el hombre en función del sábado, sino que el sábado ha sido creado para el servicio del hombre, en lo individual y en lo colectivo. Esta breve y recortada exposición del ideario de este servidor de usted, estimado lector, créame que en modo alguno obedece a vanidad del mismo. Tiene su origen en el sincero deseo de que le sirva en algo, de que sea un útil elemento de reflexión para que vaya sabiendo quién es en realidad y, para el caso de que así sea, le sirva de tijera para ir cortando los hilos que puedan moverlo como marioneta; hilos de manos de otros que los manipulan en beneficio propio, personal o del grupo al que pertenecen; manos que pueden ser de políticos, de los amos del dinero e incluso religiosas y de otros poderes de hecho, como determinados medios de comunicación, que de todo hay en la viña del Señor, como dicen por ahí, y en consecuencia pueda actuar conforme a su propia voluntad y a favor de su libertad y la de su prójimo. Con la esperanza de que así sea en ese mundo en el que respiran, la de la globalidad del final de la historia, del ocaso de las revoluciones, la de la muerte de las ideologías, la del fracaso de las utopías… la de la dictadura del dinero, la del imperialismo del libre mercado competitivo… en la que el poder y la riqueza cada vez más y más se está concentrando en menos manos… globalidad de muchedumbres solitarias, de la anomia tanto personal como social, de seres heterónomos… y también ¿por qué no?, de mi paz eterna, queda a su disposición para lo que sea menester. E. KANT

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