Teatro: "El mural"

jueves, 24 de mayo de 2012 · 23:03
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Un mural gigantesco de Diego Rivera teatralizado. Fragmentos, cuadros, viñetas, situaciones inventadas, imaginación a partir de los hechos, alucinaciones que suponen emanar de la creatividad del pintor. Ernesto Anaya en el texto y José Antonio Cordero en la dirección presentan la obra de teatro El mural dentro del 28° Festival de México (fmx). Imperan el eclecticismo, los planteamientos sincréticos y la estética kitsch. Parecen impresionarnos con su atrevimiento, con poner a Moctezuma como un travesti interpretando a Lady Gaga, a los dioses o reyes prehispánicos con miriñaqui, a la esposa de Porfirio Díaz como La Catrina. Suena atractiva la transgresión, pero su resultado es deforme, con escenas sólidas e insulsas; ideas atinadas y grotescas; con subtextos críticos y ocurrentes. Pareciera que Rivera une todos los fragmentos por emanar de su pintura, pero escénicamente esta propuesta se diluye y se convierte en un champurrado de todo un poco. Con una duración de dos horas y media y más de 15 cuadros, apenas vislumbramos la intención del autor. Nos dicen en el programa de mano que el hilo conductor es lo que Rivera imagina mientras cae de un andamio, pero eso es difícil de captar. La penúltima escena, caracterizada por su belleza estética y su buena resolución, nos muestra esa caída. En video vemos el mural que baja y baja estrepitosamente, mientras nos hacen sentir que es el pintor el que está cayendo del andamio. Lo demás son escenas ocurrentes: la boda de Moctezuma y Hernán Cortés, Diego Rivera queriendo entrar al ejército de Zapata, la última cena con Quetzalcóatl/Cortés donde a los apóstoles indios/dioses les preocupa que los mexicas adoren a Tezcatlipoca. A estas invenciones, el autor intercala acontecimientos curiosos: cuando la Asociación Cubista en Francia rechaza a Rivera, o cuando siendo niño pide a Posada ser su alumno o el conflicto con Nelson Rockefeller cuando manda destruir el mural donde aparecía la imagen de Lenin. El sincretismo de nuestra cultura es visualizado por el autor y el director en imágenes chuscas e hipotéticas, metáforas de nuestra realidad y nuestro pasado. En la obra los personajes masculinos son los que cuentan la historia y sólo una que otra mujer aparece interpretada por actores. Así, impera una visión travesti, donde, aun cuando el texto o la situación no tenga ese sentido, los actores interpretan todos los personajes, ya sean masculinos o femeninos, de forma amanerada. Diego Rivera, actuado por Alexis Braulio, lloriquea, hace berrinches y baila sonriente enredándose en un pilar. Moctezuma está representado por la voz y la presencia de Pedro Kóminik, que disfrazado con botas blancas de plataforma y un maquillaje gatuno funge como mujer enamorada de Cortés o como arcángel cuyo canto magistral deleita nuestros oídos. Sólo Daniel Martínez, que interpreta a Cortés y a Quetzalcóatl, se mantiene en la masculinidad de sus personajes. La música original de Alberto Rosas y los tres músicos en escena imprimen atmósfera y brillantez a la obra, al igual que la escenografía e iluminación de Jesús Hernández. El video, responsabilidad de Andrés Villalobos y Héctor Valle, tiene aciertos divertidos, como el retablo de una iglesia donde muestra y juega con imágenes de santos y de dioses prehispánicos. El vestuario, diseñado por Vladimir Maislin, es principalmente lo que impone la estética kitsch de la propuesta escénica aderezándolo con un sinfín de aditamentos. El mural, después de haber estrenado en el fmx 2012, dará una breve temporada en el Casino Metroplitano del Centro Histórico de la Ciudad de México.

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