Ópera Prim@ El Colectivo (I)
MÉXICO, D.F. (apro).- Después del gran éxito que tuvo la temporada pasada del reality Ópera Prima dedicada al ballet, el Canal 22 decidió mostrar el potencial que existe dentro de la danza contemporánea mexicana.
Cientos de jóvenes se dieron a la tarea de enviar sus videos a Ópera Prima@ el colectivo bailando en parques, baños, banquetas, la sala de su casa para poder obtener el pase a la serie de audiciones, que se llevaron a cabo en diferentes partes del país, y de la que surgieron veinte finalistas que durante varias semanas se disputaron los cinco premios que ofreció el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, consistentes en becas por varios años hasta de 30 mil pesos mensuales.
El ganador del primer lugar resultó ser Andrés Yaroslav Villafuerte Rodríguez, un tenaz muchacho del Distrito Federal que desde el video despuntaba tanto por su fuerza expresiva como por su condición física virtuosa.
Con un tatuaje de un tallo de una planta que le recorre el torso además de algunos piercings, Yaro, como le dicen cariñosamente, es amante de las motocicletas y de la velocidad.
Mal negocio para alguien que debe de cuidar de su cuerpo es el exponerlo a riesgos innecesarios. Unos días antes de empezar el reality, el ahora ganador tuvo un choque brutal en la avenida Miguel Ángel de Quevedo esquina con Cerro del Hombre, su moto quedó destrozada y él y su novia resultaron seriamente golpeados.
Después de ver al médico, Yaro supo que tenía luxada la clavícula y la recomendación fue que abandonara la contienda y permaneciera en reposo absoluto. Se le informó al jurado que el bailarín saldría del concurso seleccionador y uno de los jueces se inconformó. Pidió que se buscara una segunda opinión a través del doctor Fernando Torres Roldán, traumatólogo de largo alcance que operó hace tiempo a Jorge Maromero Páez.
Torres consideró que, con un desinflamante y mucho cuidado, Yaro podía seguir en la contienda, no debía correr riesgos inútiles ni desafiar a su propio cuerpo que le indicaría hasta dónde tendría que llegar.Además le dio ánimo y lo impulsó a no autoderrotarse.
En la televisión y en las sesiones escénicas del concurso nunca se le vio titubear ni bailar a medias tintas. Sin dudarlo, él era desde el inicio el ganador.
En la final realizada en el Palacio de Bellas Artes, su abuela, su madre y un pequeño hermanito llevaban camisetas con su nombre. Emocionada su abuela gritaba desde las primeras filas y las porras en su honor no pararon en toda la noche. A nadie le sorprendió que ganara de forma unánime. La ovación que recibió fue conmovedora, como lo fue el abrazo que recibió del jefe de jurados, Miguel Mancillas.
Terminada la función en la que María González Muñoz ganó el segundo lugar y el premio del público, Eduardo Esquivel el tercer lugar e Ignacio Pereda el cuarto, la abuela, madre y el hermanito de Yaro caminaban hacia la avenida Juárez, --el pequeño niño había estado llorando de la emoción.
Tímidamente me acerqué a felicitar a la familia que iba feliz, y en algún momento la mamá de Yaro me preguntó que si no había visto la entrevista que le había hecho el Canal 22 a su hijo el día anterior.
“Yaro dijo que si ganaba lo primero que haría sería comprarse una moto nueva. ¡Si viera usted cómo quedó la otra moto que está ahí en la casa! No entiende”, dijo, abrumada.
d