Concentración
MÉXICO, D.F. (apro).- Ignorantes, olvidadizos o simuladores congéneres, que de todo hay en la viña del Señor: en verdad que no me explico que a estas alturas de la historia, en tantas esquinas del planeta, tantos de ustedes pierdan su tiempo discutiendo si es buena o perversa la concentración de lo que el inglés Burke, en su tipo, definió como el cuarto poder al dirigirse a los periodistas recién instalados en una tribuna de la Cámara de los Comunes.
Como bien saben, ese cuarto poder, en estos días, cuenta, a más de diarios, revistas y libros, con los elementos de la radio, el cine, la televisión y el Internet.
Me van a perdonar, pero a mí parecer, considero ocioso y hasta risible, que se encuentren enzarzados en tan bizantinas discusiones de si los medios de comunicación, por su esencia, necesidad e incluso conveniencia, únicamente transmiten información objetiva, veraz y suficiente a los correspondientes consumidores de los diferentes medios para orientarlos y ayudarlos y así contribuir, con esas verdades comunicadas, en momentos cruciales de sus vidas, como por ejemplo en elecciones, para que sus clientes puedan decidir con sus votos, y el resultado de los mismos sirvan para beneficiar a sus necesidades y anhelos y no para favorecer, por ignorancia, a los muy particulares intereses y privilegios de políticos demagogos, fraudulentos o del grupo al que pertenecen; fraudulentos, digo porque los mentados, cuando están en campaña por el poder, prometen al electorado bajarles del cielo, sol, luna y estrellas y si lo alcanzan, poco o en nada cumplen de lo prometido.
¡Qué no habrán visto mis ojos en mi larga vida! Mas volvamos al tema de la presente: la bizantina y ociosa discusión sobre un hecho de sobra conocido desde hace tiempo: que con la concentración de la riqueza cada vez más en menos manos, se llega al monopolio, al oligopolio, enemigos de la libertad y de la democracia, ya que el alto comercio, la industria y las finanzas han ido tomando en sus manos el control de las democracias. Esto es: que los ricos de la industria, del mercado y de las finanzas son los que están con más posibilidades de tomar las decisiones vitales, tanto políticas como económicas ¡y vaya si las toman! Al respecto, bueno es recordar lo que dijo W. Wilson hace 100 años en su campaña para presidente del país considerado como modelo de la democracia: los USA.
En esa ocasión, W. Wilson informó: “… en los últimos años, el gobierno de Estados Unidos no ha sido ejercido en realidad por la masa popular de la nación… nuestro gobierno, en los últimos años, ha estado bajo la fiscalización de las grandes corporaciones de intereses privados… el gobierno, que debía estar en manos del pueblo, ha ido a parar a manos de los líderes (caudillos o representantes políticos) y de quienes los emplean, es decir, de los intereses privados… bajo las apariencias de la democracia, se ha establecido un gobierno invisible”.
Avispado lector de la presente, en cualquiera de los rincones de este mundo que la leas; mundo de creciente y presunta democracia global, ¿puede decirme si sí o no son vigentes las palabras de W. Wilson?, ¿qué me dice?
Perdonen mi inmodestia, pero servidor, basado en su experiencia, afirma que lo dicho por W. Wilson sigue siendo verdad en el presente con más frecuencia de lo que es conveniente para nuestra especie.
Por eso, mi corazón está con los que antes han luchado y luchan en estos días por la libertad de expresión y por la verdad en los medios de comunicación y contra los que manipulan la libertad y la verdad en los mismos, pues como ha dicho el escritor ruso, Alejandro Soljenitsin, considero que “…es tiempo de recordar que la primera cosa a la que pertenecemos es a la humanidad. Y la humanidad se distingue del mundo de los animales por el pensamiento y el hablar y ambos deben ser naturalmente libres.
Si el pensamiento y la palabra están encadenados, volvemos a ser animales… la publicidad y la apertura honesta y completa: esta es la condición más importante para la salud de toda sociedad… el hombre que no las quiere en su país es indiferente a su patria y sólo piensa en su propio interés. El hombre que no quiere la publicidad y la apertura para su patria no quiere curarla de sus enfermedades, no las saca a la superficie, sino que las mete dentro para que se pudran allá…”.
Nota para los curiosos interesados sobre el tema: lo citado de W. Wilson está en el libro La democracia no es todo, de Scott Nearing; lo escrito por A. Soljenitsin, en el libro América, Inc. (¿Quiénes dominan Estados Unidos?), de Morton Mintz y Jerry S. Cohen, editado por Grijalvo.
Que Dios los considere dignos de su bondad, como en verdad deseo.
EL JUDIO ERRANTE