Bloquean las autoridades a la sobrina de Chavela Vargas
Autora en 2009 de la biografía Las verdades de Chavela, María Cortina jugó un papel “manipulador” en la vida de la célebre cantante bravía, “secuestrándola” de su parentela tica durante los últimos cinco años e impidiéndole cumplir su última voluntad tras su muerte, ocurrida el domingo 5. Así lo denuncia a Proceso la sobrina de Chavela, Yisela Ávila Vargas, a través de sus abogados costarricenses, quienes negaron que la familia estuviera alejada de la artista, como sostiene Cortina a este semanario. En la confrontación por sus restos, la directora de la Feria del Libro de la Ciudad de México, apoyada por las autoridades culturales, a decir de los juristas, accedió a entregar sólo una parte de las cenizas.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Fue un calvario la estancia en México de Yisela Ávila Vargas, sobrina de la intérprete de bolero ranchero Chavela Vargas –fallecida el pasado domingo 5 de agosto a los 93 años–, porque, según su abogado Pablo Barahona Kruger, no pudo rezarle a solas a su tía antes de ser cremada ni ponerle el gabán que le regaló José Alfredo Jiménez y su relicario de chamana.
Eso sucedió “por impedimento de María Cortina” (biógrafa, amiga y representante de la intérprete de La llorona), se queja Barahona Kruger, quien junto con su colega José Carlos Gutiérrez González, también jurista de la familia, confesaron estar impresionados “por el poder que tiene Cortina con las autoridades”. Según ellos, para todo lo referente con la difunta le pedían permiso:
“No entendemos por qué. Siempre nos decían que había que pedirle autorización a María Cortina.”
Mientras sucedían los homenajes a la cantante de La llorona, la costarricense Yisela Ávila Vargas (quien llegó a México con sus abogados el mismo domingo 5 por la tarde) luchaba “con diplomacia” por tener un momento con Isabel Vargas Lizano, nombre real de la cantante, pero fue inútil, de acuerdo con sus apoderados, quienes subrayaron en entrevista que la última voluntad de la artista era que sus cenizas fueran lanzadas al mar, mitad en Veracruz, México, y mitad en Guanacaste, Costa Rica, tras de que “fueran despedidas en Veracruz y en Madrid”.
Sin embargo María Cortina, directora de la Feria del Libro del Zócalo de la Ciudad de México, informó ese domingo que Chavela dejó como deseo esparcir sus restos en el cerro Chalchi, en Tepoztlán, y en la comunidad de los indígenas huicholes.
Barahona Kruger explica que procuraron por todos los medios oficiales que su clienta tuviera acceso directo a los restos “y fue imposible, nos negaron el acceso a todo”. En las oficinas de Proceso muestra el jorongo tricolor (negro, blanco y rojo) que tanto quería y con el cual se presentó en los lugares más destacados del mundo.
“No es verdad que se le haya negado a la familia acceso. No han tenido contacto conmigo”, refutaría a este semanario María Cortina.
–Yisela Ávila Vargas quería ponerle su relicario original y único de chamana porque, según la religión de la artista, no iba a poder “trascender”, ¿qué opina?
–¿Cuál religión? Vargas tenía sus propios dioses, sus propios ángeles. Creía en lo que quería.
–También piden las cenizas.
–Si quieren una parte de las cenizas, se las daremos. No quiero ningún problema ni manchar la imagen de Chavela. Estoy dispuesta a todo. No tengo ningún interés de reñir con la sobrina de Vargas. Si realmente son familiares y quieren una parte de las cenizas, no tengo ningún problema, Chavela no lo quería así, pero ella no quería que tuviera problemas.
–¿Incluso podría reunirse con la familia?
–Sí, no tengo ningún problema. Nunca conocí a su familia. Chavela no tenía contacto con ella desde hace mucho tiempo.
–¿La cantante no era buscada por su familia?
–No, nunca. Chavela siempre estuvo distanciada de su familia.
Sólo cenizas y amenazas
El jueves 9 de agosto se entregó a los abogados de Yisela Ávila Vargas la décima parte de las cenizas de la cantante. Inconforme, Barahona Kruger advierte que elaborará acciones legales para obtener el resto (“bueno, por fortuna nos han dado una parte”).
Los costarricenses fueron amenazados por teléfono, cuenta, por lo cual pidieron protección a las autoridades del gobierno de la Ciudad de México y recibieron custodia. Barahona Kruger cuenta que quisieron poner las denuncias en dos delegaciones y no se las aceptaron.
“Quizá esperaban dinero al saber que era la familia de Chavela Vargas”, revelan ambos.
Barahona Kruger recuerda que se enteraron por teléfono del fallecimiento de Vargas; iban en el autobús que tomaron para Cuernavaca a las 18 horas del 5 de agosto. Al presentarse en el hospital, les comunicaron que el cuerpo de la difunta ya estaba en el Distrito Federal.
Al otro día, lunes, se presentaron muy temprano al Inovamed, donde estuvo ocho días internada la cantante de En el último trago, pidieron el expediente por escrito “y hubo un enorme hermetismo”. Luego de cuatro horas les dieron “información muy escueta”. Pero pudieron hablar con la enfermera que cuidó a la cantante. Les divulgó qué pedía: “¡Tráiganme a Peta!”, “¡la chiquita de mis ojos”. Barahona Kruger aclara:
“Se refería a su hermana Ofelia, mamá de Yisela, fallecida el 22 de septiembre de 2011.”
Además, niega que José Manuel Núñez haya sido su doctor de cabecera durante 10 años, como lo informó María Cortina a los medios.
A pregunta expresa, Barahona Kruger afirma que solicitó hablar con las autoridades. El lunes 6 le explicó a la titular de la Secretaría del Cultura del Distrito Federal, Nina Serratos, que la familia entera se encontraba en Costa Rica, pero que Yisela Ávila Vargas, “quien es por disposición testada su heredera universal” (aunque no quiso abundar más sobre el testamento, porque “no pelean herencia alguna”), se encontraba en el país pues, de acuerdo con las creencias de la figura de la canción ranchera, se necesitaba que el cuerpo estuviera cinco días en reposo y que podría acudir el resto de la familia desde Costa Rica. Le pidió “que detuviera la cremación”. Pero según el abogado, Serratos argumentó que la cantante era del pueblo mexicano.
“Yo le dije que no tenía nada que ver, que siguieran con los homenajes. Que allí la familia ni tenía que aparecer.”
El defensor se presentó en Gayosso; pero el cuerpo ya había sido trasladado a la Plaza Garibaldi. Habló con el gerente de la funeraria para frenar la cremación. Estuvo seis horas en discusión legal con los abogados de la empresa. Les pidieron la petición por escrito. Y enseña la carta a pluma, con el sello de Gayosso. Ahí se entera de que sí se podía extender la cremación, “pero no hubo voluntad de las autoridades”, apunta.
María Cortina firmó un contrato civil para incinerar el cuerpo el martes 7, a las 19:30 horas. El abogado llevaba todos los documentos legales de su clienta para demostrar que era familiar de la cantante (también entregados a Proceso). Cuenta que no acudieron al homenaje en Garibaldi “porque no fue invitada Yisela Ávila Vargas y no tomaron en cuenta las amenazas que recibimos”.
La embajadora de Costa Rica en México, Gabriela Jiménez Cruz, le informó que al día siguiente podría acudir Yisela Ávila Vargas al homenaje en el Palacio de Bellas Artes, con la condición de que se sentara junto a ella.
Por su parte, Nina Serratos le sugirió reunirse con los abogados de la Secretaría de Cultura y María Cortina, “pero no tenía que hablar nada con esta última”, alega Barahona, y propuso que sólo vería a los abogados en el máximo recinto cultural de México, “pero nunca llegaron”. Por estrategia, refiere, “nos citaban el martes 7, en Gayosso, para no poder ir a Bellas Artes”.
Allí reiteró a las autoridades culturales capitalinas y de Bellas Artes que se le permitiera a Yisela Ávila un instante con su tía y realizar una conferencia de prensa. Dijeron que sí, hacia el final del homenaje.
“Pero sólo nos permitieron una breve conferencia, aunque no les avisaron a todos los medios, y nos encerraron un largo tiempo en un cuarto pequeño mientras trasladaban los restos para la incineración. Serratos se comprometió a entregarnos las cenizas, luego ya no nos contestaba el teléfono.”
Les envió el mensaje de que “eso lo debía arreglar la embajadora de Costa Rica en México”.
Y al igual que su colega Gutiérrez González, se pregunta: “¿Por qué tiene tanto poder María Cortina, incluso con Conaculta?”.
Chavela de armas tomar
Gutiérrez González glosa que a pesar de que la célebre Chavela Vargas salió a los 19 años de Costa Rica, “siempre tuvo contacto con su familia, hablaba para notificar dónde estaba y daba los teléfonos para localizarla”.
Enseña dos libretas con los números telefónicos donde se aprecian los de sus amigos Pedro Almodóvar y Miguel Bosé (“aquí se anotaban todos”).
–¿La artista viajaba a Costa Rica?
–Sí, y mucho. Se quedaba temporadas. Siempre se supo que radicaba en México, pero construyó su casa en Guanacaste. Ofelia era la más querida de sus hermanos. La última vez que regresó a Costa Rica fue en 2005 con la intención de retirarse de los escenarios porque se sentía muy cansada. Fue cuando la familia se enteró de sus últimos deseos y les entregó el jorongo y su relicario de chamana, porque contó que debía tener cinco días de reposo para trascender. Incluso dejó su guitarra, de la cual nunca se apartaba.
Relata un suceso insólito protagonizado entonces por Chavela en la tierra donde nació el 17 de abril de 1919:
“Estuvo un año en Costa Rica y manifestó problemas de salud, mucho cansancio, insomnio y mareos. El 26 de diciembre de 2006 de pronto se levantó, agarró su arma, la cual siempre portaba, y comenzó a disparar hacia la pared (aún están las marcas de los balazos), porque le decía a Yisela que el diablo le fue a decir que se la quería llevar. ‘–Tía, pero cómo… ¡Si el diablo no existe!’. Al día siguiente la ingresaron a la clínica privada La Católica y le realizan varios exámenes.”
Exhibe el expediente de ese hospital, donde aparece como responsable el doctor Róger Morales. En la hoja de diagnósticos se descifra que la intérprete padecía demencia vascular, delirio, atrofia cerebral y una quebradura de un dedo de la mano derecha con la que disparó. El abogado recuerda que cuando se le informó a Vargas de sus padecimientos, ella se molestó:
“Decía que no pasaría un fin de año en el hospital. Insistió que necesitaba un teléfono y llamó al diario Extra. La atendió el periodista Ariel Chávez y le contó que la querían secuestrar Óscar Arias y su hermana Ofelia. Llamó a sus representantes en España, Miguel Arroyo y Alfredo San Juan, con la misma historia. San Juan consiguió la autorización de salida de la clínica. Hizo sus maletas, y Ofelia y Yisela trataron de convencerla que no se fuera, pero se salió muy brava.”
Explica que el doctor Morales declaró en 2011 que “las personas con ese tipo de enfermedades, como las que sufre Vargas, pueden ser fácilmente manipuladas por terceros”.
Retorno a México
Miguel Arroyo y Alfredo San Juan la trajeron a México el 7 de enero de 2007 para unas presentaciones en el Distrito Federal; peleó con ellos y ambos la dejaron en Tepoztlán.
Los contratos de las presentaciones de Chavela, interviene Barahona Kruger, los había hecho la española Mariana Yalui, “quien le presentó a María Cortina”. Gutiérrez González toma la palabra:
“Mariana llamó a Costa Rica muy preocupada. Le dijo a Yisela que ya no se hacía cargo de su tía, porque en el último concierto en México dijo públicamente que le inyectaba agua en las piernas. Mi teoría sobre por qué Chavela dijo eso es que ya le inyectaban cortisona para darle momentos de lucidez y para que pudiera hacer sus presentaciones. Es una suposición. Es cuando Cortina empieza a manejar como marioneta a la artista.”
Barahona Kruger asegura que Yisela buscó a su tía cuando Ofelia, la hermana de Chavela Vargas, estaba enferma en 2009:
“Le pide a Yisela que busque a Chavela en México para informarle que se estaba muriendo y pedirle que ya no estuviera enojada con ella. Yisela acude al hotel Quinta Monina, ubicado en Tepotztlán, donde vivía su tía, y le echaron un perro y le advirtieron, creo que la dueña, que se fuera o se la llevaría la policía.”
A la pregunta de si la cantante siempre vivió en ese hotel, González Gutiérrez contesta negativamente:
“Primero la dejaron botada en la casa de Diana Ortega, quien un día llamó a Costa Rica preocupada porque Vargas se escapó; pensó que había retornado con su familia, fue una cuestión de años para regresarla y apareció de pronto en la Quinta Monina, con Emma, quien era la mamá de Patricia Escobedo, la dueña del hotel y muy amiga de María Cortina.”
–¿Cómo se mantenía económicamente Chavela Vargas?
–Sus representantes de España le enviaban dinero a cuentagotas. Ellos organizaban los conciertos y los cobraban, a ella no le pagaban, es decir, no tenía disposición de su dinero. Esa plata se acabó y era bastante, además había vendido casas porque quería retirarse a Costa Rica. Ese dinero lo manejaba Mariana Yalui y Alfredo San Juan en conexión con María Cortina, quien decía que la artista vivía en un cuarto de la Quinta Monina donde pagaba 300 dólares al mes. Pero ese lugar es de ruina.”
El abogado resalta que las cuentas de Chavela en México se encuentran en ceros, “por eso nos hace gracia que digan que la familia viene por plata”.
Después que Yisela Ávila Vargas intentó ver a su tía, vino a México Gutiérrez González, en enero de 2011, para investigar, y se hospedó como turista en la Quinta Monina:
“Alicia Elena Duarte, quien fue abogada de Vargas, me acercó a la Quinta, ella tampoco pudo rescatar a la artista. Vi a Vargas y traté de acercarme a ella; pero no pude. Un día me topé con María Cortina, quien me señaló que no podía andar por allí porque era una zona reservada y que me atuviera a las consecuencias. Pedí que me devolvieran mi dinero para dejar el hotel.
“Vi en precarias condiciones de salud a Chavela, en silla de ruedas, sus manos torcidas y su mirada perdida, no tenía sus lentes oscuros. Pero el día que me retiraba noté la presencia de camarógrafos y preparaban a la artista, había un cerco de seguridad mayor con mecanismos de contención para no atravesarse. La cantante parecía feliz; quizá le inyectaron cortisona...”
Cuando el abogado regresó a Costa Rica, dio entrevistas junto con la sobrina, para dar a conocer que estaba secuestrada en México; culpaban a María Cortina y a Patricia Escobedo. Sin embargo, María Cortina lo niega a este semanario:
“Me impactó la vez que lo dijo su sobrina, hubo medios informativos que fueron a constatar, y la misma Chavela la desmintió.”
“La mató el viaje a España”
Barahona Kruger delata que hay informes en Cuernavaca sobre Chavela Vargas peleando con María Cortina antes de viajar a España, para presentar allá su último disco Luna grande, homenaje de Chavela Vargas a Federico García Lorca, porque la cantautora no quería viajar:
“En el hospital nos contaron que una vez que entró María Cortina, la artista tuvo una crisis. Que no quería verla. ¿Por qué fue a España si ya estaba grande? Esta señora devolvió del hospital sólo una de las tantas llamadas a Costa Rica a través de su hija Ana Paula Meza, para decir que no se preocuparan, que estaba bien, que era una más de sus crisis y que los tendrían informados. Y no volvieron a llamar nunca.
“El doctor José Manuel Núñez García es el responsable que avaló que Vargas estaba habilitada para viajar, pero si en España fue intervenida, ¿por qué razón tendría que regresar tan rápido a México? Varios médicos allá habían dicho que no debió viajar ni ser sometida a presentaciones. Nos sorprende que en México no les parezca evidente que a Chavela Vargas la mató el viaje a España.”
Yisela Ávila Vargas, antes de retornar a su país, solloza en el teléfono para Proceso:
“Empieza a aflorar la verdad… Me encuentro sumamente dolida y consternada. ¡El pueblo tiene derecho a saber la verdad!”