Sobre y tras el silencio

martes, 28 de agosto de 2012 · 11:35
MÉXICO, D.F. (apro).- Desconcertantes, por imprevisibles, monos desnudos: mucho tememos que la mayoría de ustedes están en peligro de convertirse en lo que nosotros somos símbolo: a no ver, a no escuchar y a guardar silencio. Nuestro temor se debe a una realidad que recorre su mundo, la realidad de la persecución e incluso criminalización y condena de un derecho vital para los de su especie: su DERECHO A UNA LIBRE INFORMACIÓN PÚBLICA, VERAZ, SUFICIENTE Y OPORTUNA de toda acción y hecho que se relacione y afecte a la sociedad en la que respiran. Esa evidente realidad que transita por sus vidas, por momentos nos sumergió en un remolino de ideas contrarias, mismas que hicieron que, asombrados, nos preguntáramos si la verdad es tan peligrosa, tan subversiva como para que sea tan acosada. El recordar que Jesús de Nazaret, es decir, el mismo Dios, les ha dicho: “La verdad os hará libres”, nos confundió más, pues nos llevó a creer que ustedes, que presumen de ser seres creados para la libertad, con esa persecución a su derecho a la información demostraban que no querían serlo… con lo que manifestaban que no eran tan listos como pretenden… pero pronto caímos en la cuenta de que más bien había determinados poderes interesados en que no sean libres, utilizando para ello, con el pretexto que sea, la mordaza, por lo general, a los medios de comunicación y, en particular, a los que entre ustedes defienden y tienen el valor reejercitar el derecho de la libre información pública, veraz, suficiente y oportuna, llegando, si sus muy individuales intereses lo ameritan, a imponer, con cualquier pretexto y haciendo un torcido uso legal, la ley del silencio, que más que apegada a derecho, no pocas veces lo está al chantaje y la intimidación velada e incluso abierta. Con razón ser un informador veras y oportuno en esa globalidad en la que viven es una de las profesiones de más peligro. Sobre esto del silencio, es curioso lo que hacen ustedes del mismo, pues existe el silencio que fuerzan a guardar a otros y el que se imponen a sí mismos. Veamos algunos ejemplos. Está el silencio conseguido por medio de la amenaza, como el conseguido por los musulmanes fanáticos al anunciar y cumplir que perseguirán y matarán a todo aquel que ose la menor crítica o falta de respeto a Mahoma o al Corán. Tenemos el silencio impuesto por la jerarquía de la Iglesia católica, del Papa para abajo, primero a los denominados curas obreros y, años después, a los teólogos y misioneros de la llamada Teología de la Liberación, al tiempo que esas mismas jerarquías católicas y, otra vez del Papa para abajo, guardaron un silencio cómplice durante años, dizque por temor al escándalo, ante las conductas criminales de los curas pederastas. Y como último ejemplo está el actual y escandaloso caso de acoso, criminalización y condena del derecho a la libre información ejercido contra el periodista australiano Julian Assange; acoso, criminalización y condena del mismo llevado a cabo con el objeto de silenciarlo y como aviso a atrevidos que quieran hacer lo mismo; acción encabezada por Estados Unidos, país que se cree, se adjudica y pretende que se le reconozca que por él respira la libertad en el mundo, llevando como mozos de estribo a los gobiernos de Gran Bretaña y Suecia, que también presumen de demócratas y defensores de la libertad, echando a andar una jugada a tres bandas, con lo que se pretende que Assange sea extraditado a Estados Unidos, para que ahí sea juzgado como espía, amenaza para la seguridad del país y puede que como terrorista… cuando, no hay que olvidarlo, lo único que ha hecho es descubrir y mostrar al mundo la política internacional de espionaje e intervencionismo que practica en silencio y ocultamente Estados Unidos. ¿Qué me dicen del papel que está desempeñando la Gran Bretaña con su amenaza de asalto a la embajada del Ecuador, donde está asilado el periodista australiano? ¿Qué moral subyace en esta realidad, en todos estos hechos evidentes? Como despedida, dando la espalda a lo que simbolizamos, les informamos que admiramos, aplaudimos y hasta apoyamos el que haya entre ustedes seres ejemplares dispuestos a ejercer su derecho a una libre información pública, veraz, suficiente y oportuna, y les recomendamos que hagan lo mismo, en cualquier lugar del mundo donde se encuentren, con sus congéneres que, como Julian Assange, ejercen el derecho de ustedes a la libre información, ya que consideramos que es el único modo de que se libren de lo que tememos que les suceda: el que se conviertan o los conviertan en seres condenados a no ver, no oír y a guardar silencio, lo que les dejaría en situación de que avispados Panurgos de toda especie, dueños del dinero, políticos, empresarios, poderes fácticos, los conviertan de monos desnudos, en borregos, haciendo bueno el dicho de “cuantos más borregos, más lana y más barbacoa para los pastores”. Con nuestros mejores deseos para ustedes. LOS TRES MONOS DEL TEMPLO DE TOSHOGU

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