Teatro: "Los caballeros"

domingo, 5 de agosto de 2012 · 13:21
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Aristófanes, como máximo representante de la comedia griega, brilló por su crítica a las costumbres sociales y al sistema político de la Grecia de su tiempo. A través de la sátira y la parodia mostró los vicios de la democracia de aquella época, que mucho parecido tienen con los de nuestra actualidad. En Los caballeros, primera obra que firmó con su nombre (pues las tres anteriores se conocieron con seudónimo), Aristófanes exhibe al demagogo Cleón cuando éste gozaba de su máximo prestigio social como político y militar. Aunque utiliza el nombre de Paflagonio, establece las asociaciones necesarias para que a los espectadores les quede claro que el personaje en cuestión es su actual gobernante. Denuncia las formas de los políticos que llegan al gobierno de forma democrática, pero que incumplen sus promesas o engañan al pueblo que los ha elegido. Características que comparte nuestro sistema político mexicano. José Solé, director y adaptador de la puesta en escena de Los caballeros, todos los miércoles en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque, elige acertadamente esta comedia satírica para ser representada justo en el momento decisivo de las elecciones presidenciales por las que nuestro país está pasando. Paflagonio es un gobernante corrupto y despiadado, y su oponente es Agorácrito, un vendedor de salchichas iletrado, lleno de artilugios demagógicos para convencer a Demo (cuyo significado es ciudadanía) de sus capacidades. En la obra de Aristófanes (445-385, a. C.) este último es el vencedor, pero deja una conclusión iluminadora de Demos siendo devuelto a como era en su juventud, lo que representa el regreso de Atenas a su edad dorada a pesar de toda la corrupción e intriga en Grecia durante la Guerra del Peloponeso. Solé prefiere detener el desenlace y no dejar claro quién es el vencedor, a pesar de haber comentado que el final lo definirían según el resultado de las elecciones. Solé comparte el contenido de la obra respecto a la crítica social y política que hace Aristófanes, pero este último deja clara su posición política antibelicista –con la que coincidía gran parte de la población– y la aberración hacia su gobernante al considerarlo un arribista ávido de poder y riqueza. Toda la acción de Los caballeros sucede alrededor del enfrentamiento de los dos candidatos, donde los caballeros aparecen como el coro de la comedia. Si en un principio el coro griego sólo representaba una voz, posteriormente ésta se duplicó hasta convertirse en una multiplicidad. La voz del pueblo ya no era unívoca y manifestaba también posiciones opuestas; en el caso del montaje de José Solé, la de los partidos políticos. La obra se expande entonces con una anécdota breve pero llena de explicaciones y argumentos. El humor se centra en lo grotesco, lo escatológico y sexual, lo cual provoca ya no la carcajada sino las risas tímidas o abiertas según la desinhibición de los espectadores. El humor atenúa lo discursivo, pero el problema permanece. En la puesta las actuaciones son disímbolas, y si bien el coro es interpretado por egresados de la Escuela de Arte Teatral, en el resto del reparto participan actores como Patricio Castillo, Óscar Yoldi y Antonio Algarra, entre otros. La escenografía, la iluminación y el vestuario, diseñados también por el director, tienen un interés utilitario más que estético: el lugar de la acción es un decorado con árboles y flores de plástico y una choza al fondo; el vestuario simula las túnicas atenienses, y el de los caballeros representa a los principales partidos que participaron en nuestras elecciones, en las cuales, evidentemente, prevaleció la compra de votos y la corrupción. Aristófanes, desde su tiempo, habla en el nuestro, manteniendo su teatro, si se quiere, en una poderosa arma de denuncia como lo fue hace más de dos mil años.

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