El fin justifica los medios
MÉXICO, D.F. (apro).- Desconcertantes y desconcertados vivientes: como se los prometí en pasada carta, aquí tienen la presente para recordarles cómo fue que este servidor de ustedes resultó ser el principal responsable de la frase: “el fin justifica los medios”.
Por principio de cuentas debo aclarar que como padre de la misma no lo soy tanto, ya que en Demócrito, en uno de los fragmentos que se conservan de su obra, pueden leer estas dos proposiciones: “El bien no consiste en no hacer nada malo, sino en no querer nada malo…” y “No es malo aquel que hace el mal; malo es el que quiere hacerlo”. Por su parte, Platón, mi maestro, en su libro Las Leyes afirma que el hombre que inconscientemente, sin propósito determinado, hace algo, no comete sin razón, por lo que hay que averiguar como punto principal no las consecuencias, sino la intención con que llevó a cabo ese algo que hizo. Esos fueron los antecedentes. Pero el verdadero sistematizador de la relación entre la voluntad y la ética fue este servidor de ustedes, como se puede confirmar en mi libro ÉTICA A NICOMACO, obra que ha servido de base e inspiración a la mayor parte de las posteriores y diversas teorías sobre moral y derecho.
El que mi libro sobre la ética haya sido tan importante, de tanta influencia en las doctrinas morales, en las leyes de las ciudades-Estado de la antigua Grecia, en Roma, en toda la cultura occidental y ahora en el mundo, por ser esa civilización la que ha conformado mayormente a la globalidad en la que respiran, me llena de satisfacción, pues hombre fui y por ello sujeto de vanidad, pero como filósofo, igualmente me alarma el uso y hasta el abuso de la mala interpretación que se ha hecho de mi teoría… y se sigue haciendo de ella… más ¡ay de mi!, pues, repito, como filósofo debo admitir la parte de culpa que tuve y tengo en eso por no tener en cuenta la enorme puerta que abría… ¿a la necesidad, a los anhelos, a los miedos, a la necedad, a la malicia del hombre? de y para justificar sus desmedida ambición, su insaciable codicia, a los siempre insatisfechos orgullo y arrogancia, a ese su constante afán de verse, sentirse, actuar y mostrarse en lo colectivo y sobre todo en lo individual, como si fuese el principio y fin de todo lo habido y por haber… impulsos y motivos que mueven al hombre y que, insisto, no tuve suficientemente en cuenta al reelaborar y hacer una teoría de las propuestas de Demócrito y Platón… motivos e impulsos todos que bien sirvieron y siguen sirviendo a los humanos para pasar del “no es malo el que hace el mal; malo es el que quiere hacerlo”, al “lo que no está prohibido, está permitido”, y al de “el fin justifica los medios”… frases que, de una manera u otra, han permitido a padres de la Iglesia –ejemplo San Agustín– escribir que “por justa serenidad y por amor, los buenos persiguen a los malos” y “la intención hace buena la obra, no mires mucho lo que el hombre hace, sino a dónde se propone ir, a llegar con su acto”.
O San Bernardo: “Me atrevo a decir que sólo la buena intención merece alabanza; la buena voluntad no quedará sin merecida recompensa ni aun en la obra no buena”. Y la Santa Madre Iglesia, con el santo fin de erradicar la herejía y salvar el alma de los herejes, legitimó y hasta legalizó la implacable persecución, la horrible prisión, las brutales torturas e incluso la muerte de los herejes. Y en toda época y rincones del mundo, los políticos, los gobiernos, siguiendo el consejo de Maquiavelo, no han dudado ni dudan en usar y hasta abusar de medios inmorales, ilegales y hasta perversos, cuando han y consideran que la ventaja, los beneficios que con ello se pueden alcanzar, sobrepuje ese uso indebido de los malos medios, véase, en la actualidad, las elecciones discutibles y discutidas en Rusia y en otros países.
Las empresas y corporaciones transnacionales, la iniciativa privada, por su parte, no se quedan a tras, ya que justificándose en el dicho “lo que no está prohibido, está permitido”, en los países donde las leyes imponen barreras y frenos a sus actividades, se comportan conforme a la ley y estricto apego al Derecho que priva en los mismos… y lo mismo hace en los países en que no son tan estrictas ni rigurosas, ya que en ellos, con perfecta legalidad, pueden depredar recursos naturales renovables y no renovables, pagar menos salarios e incluso pagar menos impuestos, practicando una doble moral al hacer bueno el dicho que corre entre ustedes: “moraleja, al que le joden es porque se deja”.
Mucho es lo que todavía puedo seguir escribiendo sobre mi teoría de la relación entre la voluntad y la ética, pero como eso sería hacer interminable la presente, mejor aquí la corto.
Sin más y con el debido respeto que me merecen.
ARISTÓTELES DE ESTAGIRA