Cine: "Hombres libres"
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Otra cinta clave dentro del Tour de Cine Francés, Hombres libres (Les Hommes Libres; Francia, 2012), un trabajo de corte académico que rescata un asunto prácticamente ignorado en el cine y la literatura sobre la Segunda Guerra Mundial: la relación entre musulmanes y judÃos durante la ocupación alemana en Francia. Una nueva veta que explorar.
Se sabÃa de delaciones de musulmanes contra judÃos en su momento más vulnerable, pero muy poco se conocÃa del apoyo y protección que la mezquita de ParÃs brindó a judÃos protegiéndolos con papeles falsos y escondiéndolos en los sótanos. Bajo ese pequeño jardÃn de Alá sucedÃan cosas fuera del alcance de la SS. El guión del marroquà francés Ismael Ferroukhi está basado en hechos reales, es una investigación histórica surgida de la lectura de un artÃculo publicado en Le Nouvel Observateur. Younes (Tahar Rahim), el protagonista, es un personaje ficticio, pero otros, como el cantante judÃo argelino al que ayuda, Salim Halali, son reales. Nazismo, vÃctimas del holocausto, el heroÃsmo de la Resistencia Francesa, Pétain y el colaboracionismo, brigadas comunistas, son temas muy sobados; el punto de vista musulmán, millones de franceses en la actualidad forman parte de esta cultura, podrÃa renovar viejos géneros.
El academicismo de Hombres libres de narración lineal, secuencias bien controladas pero sin excesos, parece servirle de parapeto al director Ferroukhi; siempre existe el riesgo de irritar a grupos extremistas de ambos bandos. La actuación de Tahar Rahim, revelación de hace un par de años en El profeta, la magnÃfica cinta de Audiard, queda acotada en el esquema del buen tipo, inmigrante argelino atrapado en una conmoción histórica que no quiere reconocer como suya, nunca termina por imponerse y queda corta frente al personaje de Salim, un judÃo apasionado por el canto árabe y orgulloso de sus raÃces.
Si Hombres libres exaspera a la crÃtica no es porque sea una mala pelÃcula, está bien contada y el interés se mantiene de principio a fin; pero irrita el desperdicio de actores como Rahim o Michael Lonsdale (a la cabeza de la mezquita), que hacen lo posible por sostenerse porque el personaje no puede ir demasiado lejos. Es un trabajo bastante comprometido con su mensaje polÃticamente correcto; Ferroukhi da a entender que ya tomó mucho riesgo en exponer el tema. Sin embargo, en épocas de incertidumbre, como la de Hitler y la nuestra, el arte no debe ser timorato, habrÃa que explotar esas fronteras de convenciones para exponer mejor a la condición humana.
Hablando de humanismo, se percibe el influjo del francés argelino Albert Camus: El extranjero y La peste flotan en el ambiente de Hombres libres, pero sospecho que la colaboración en el guión por parte de Alain-Michel Blanc (El concierto, 2009) impuso un formalismo innecesario.