Las cifras alegres (III y última)

martes, 15 de enero de 2013 · 13:05
MÉXICO, D.F. (apro).- A pesar de ser vecinos del país más poderoso, hasta ahora no se ha logrado construir el puente adecuado para tener acceso a lo mejor de la danza mundial que se da cita en las grandes urbes estadunidenses proveniente de todas las latitudes del orbe. Al menos cuatro espectáculos del extranjero son dignos de destacarse, no sólo por la calidad de las propuestas sino porque poseen el valor agregado de ser realizados por cuatro de los mejores coreógrafos: Sutra, del belga Sidi Larbi, con la interpretación de los monjes del templo Shaolin, expertos en kung fu. Impecable en su factura y resultado de una extraña amalgama entre dos mundos que parecerían no coincidir, pero que al unirse hicieron presente algo que sólo existía en la imaginación de los miles de niños que crecieron viendo las artes marciales sublimadas a espectáculo. Blanca Nieves, del notable artista francés Angelin Preljocaj, bajo la ejecución de su propia compañía, es la muestra de cómo un sencillo cuento puede convertirse en una historia de sexo y pasión. Y tal vez por anecdótica, la pieza no fue del todo bien recibida por algunos de los creadores nacionales que la consideraron “demasiado narrativa”, como si la idea original no fuese dar forma dramática a una obra literaria para ponerla en escena. Sería absurdo hacer una obra “abstracta” sobre un clásico cuya fuerza es precisamente la trama. Pero eso que tan abiertamente rechazaron ciertos creadores de la danza contemporánea --algunos se salieron francamente aburridos-- es una de las mayores virtudes del montaje: No se censura el crudo cuento de los hermanos Grimm y además enfatiza la relación erótica entre Blanca Nieves y todos aquellos que la rodean. Si bien el “Esperanza Iris” no es el olimpo para cierto tipo de montajes, este funcionó de maravilla. Octopus no es sobre un pulpo. Es una obra para ocho bailarines --octo, ocho, opus, obra-- que el renombrado creador galo Philippe Decouflé trajo para el Festival Internacional Cervantino. Irreverente, erótica, desbordada, la pieza transcurrió de modo cabal y conforme a los principios estéticos que el propio Decouflé ha venido estableciendo: cuerpos esculturales, vestuario de pasarela o inverosímiles y contrastes de tamaños, colores, texturas e imágenes. Hombre de ceniza, del coreógrafo de danza butoh Ajaki Maro con la compañía Dairakudakan, regresó a la sala Miguel Covarrubias para refrendar que la suya es la danza prototipo de la definida como “proveniente de las tinieblas”, y que por imitar ciertos aspectos de la naturaleza contemplativa de oriente, deslumbra y perturba al mismo tiempo. Invitada al Festival Extremadura, la bailarina Louise Lecavalier viajó a Monterrey a dar funciones de forma fugaz. Por desgracia los promotores de otras partes del país no negociaron con los regios y se perdió la oportunidad de apreciar a una de las bailarinas canadienses más importantes de la danza posmodernista. Después del éxito que tuvo el reality Ópera Prima en Movimiento, en el que el ballet fue el eje, el Canal 22 entró de lleno a la danza contemporánea con Ópera Prima el Colectivo. Con algunos jaloneos iniciales, la producción arrancó y dio pauta para poder constatar que hacer coreografía para la televisión no es nada sencillo. Pero lo que fue aún más elocuente fue el enorme éxito de público que tuvo el concurso en el que se destacaron Karen De Luna Fors, José Ramón Corral, Marco Huicochea, Armando Pereda, Flor Garfias y Nancy López. En una final de gran suspenso en Bellas Artes, mientras los bailarines estaban dispuestos a todo, algunos de los coreógrafos participantes mostraron su falta de garra. Sin mayores pretensiones que la de hacer un buen ejercicio para el foro, Duane Cochran utilizó la melodía Flor de azalea de Manuel Esperón en la voz de Chavela Vargas --fue el único que utilizó música mexicana-- y llevó a María González y Eduardo Esquivel a colarse en los premios. Pero el ganador seguro fue desde el inicio Andrés Yaroslav Villafuerte, quien llegó al primer escaño más por su consistencia durante todo el concurso que por la interpretación de la coreografía que le pusieron, (desgraciadamente con grandes deficiencias). También en el Canal 22 Tania Pérez Salas siguió empujando el proyecto Pasión en Movimiento. En el terreno del éxito internacional la intérprete Elisa Carrillo se confirmó como la gran artista que es al convertirse en primera bailarina de la Ópera de Berlín; los hermanos Esteban e Issac Hernández siguen mostrando que su padre es el mejor formador de estrellas del ballet en México, y Erick Montes continua en Nueva York bailando como estrella con la compañía de Bill T. Jones.

Comentarios