Kiss & Cry, performance cinematográfico de vanguardia en el Cervantino

domingo, 27 de octubre de 2013 · 22:26
GUANAJUATO, Gto. (proceso.com.mx).- Una creación colectiva llevada a escena como un performance cinematográfico vasto en recursos, recrea en maquetas miniatura historias de amor, soledad, distancia, tiempo y la evolución de la vida humana, cuyos protagonistas son…los dedos de las manos. Esta apuesta vanguardista presentada por el grupo belga Charleroi Danses fascinó a los espectadores del Festival Internacional  Cervantino. Kiss & Cry es un espectáculo que sigue un guión, una coreografía preparada, pero que se construye en cada función como una película firmada cada vez que se proyecta en la pantalla. En este nutrido cierre del FIC, en el que lo mismo se asistió a escuchar música de Beethoven que danza-teatro taiwanés o a José Alfredo interpretado por cantantes de flamenco, Charleroi Danses presentó en tres funciones este espectáculo con cientos de recursos multimedia, técnicos, escenográficos, música en el escenario, maquetas de una perfección extraordinaria simulando la playa, un tren en su recorrido por diversos poblados, una estación, el caos del que surge el ser vivo en que después se convierte el hombre, y dos manos siguiendo el hilo de las historias contadas por un narrador. Todos estos elementos se mueven sobre el escenario, y en lo alto del mismo, una gran pantalla deja a los espectadores sumergidos en el resultado de este extraordinario trabajo, vanguardista e inesperado: una historia, varias historias contadas por dos dedos, cuatro manos, amorosas, como una  pareja de amantes que se descubren en su pasión, su indiferencia o su odio, y que develan sus recuerdos frente a una cámara. Como una película que se proyecta de  manera simultánea a su filmación. Estas historias llevadas al FIC surgen de la pluma del escritor Thomas Gunzig. Está la mujer –Giselle– que recuerda los amores de su vida sentada en la estación del tren en el transcurrir de los años, por ejemplo. Y coreógrafos y actores se acercan a la minúscula representación –una estación de juguete, pues– y los dedos caminan por la arena, y bailan y se aman y se deslizan sobre la nieve. “La primera vez que se enamoró duró 13 segundos…no lo volvió a ver. Su memoria hacía lo que quería. No se acordaba de nada. Excepto de sus manos. Por su vida habían pasado cinco hombres. Durante la noche, miraba sus manos”. El escritor, originario de Bélgica (1970) es autor del libro “Muerte de un perfecto bilingüe”, obra que le dio el premio Rossel. Es un autor versátil a quien se le achaca una literatura con mezcla de humor negro, pesimismo mórbido y gotas de fantasía. No sorprende la orientación visual del espectáculo y los recursos cinematográficos cuando se sabe que el director, Jaco Van Dormael, estudió cine en el INSAS de Bruselas y en Louis Lumiére de París, aunque inició su carrera como clown y director de teatro para niños; ha dirigido varios documentales y cortos de ficción, y también ha sido director de tres largometrajes (Toto the hero (1991), The eight day (1996) y Mr. Nobody, en el 2009. La coreógrafa, Michéle Anne De Mey, fue alumna de Mudra, la escuela fundada por Maurice Béjart. Y fue colaboradora de la coreógrafa Anne Teresa de Keersmaeker en la creación e interpretación de coreografías como Rosas danst rosas (1983), nada menos. La historia termina por contarse sobre el escenario de carne y hueso, con los actores de tamaño real, en un final feliz: los amantes están juntos. Como terminan muchas historias en la pantalla, en el cine.  

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