No se aceptan devoluciones: Otro golpe de taquilla
MÉXICO, D.F. (apro).- Luego del éxito llamado Nosotros los Nobles, la taquilla mexicana se ve sorprendida por otro golpe comercial, orquestado en esta ocasión por Eugenio Derbez: No se aceptan devoluciones (2013) no sólo ha roto récord de venta de boletos a escala nacional, también se ha colocado en el Top Five de películas más taquilleras en idioma extranjero.
La cinta divierte y su final es capaz de conmover, pero está repleta de lugares comunes y situaciones cursis que le restan puntos a su calidad.
La película dirigida por Derbez es una mezcla de Kramer vs Kramer y la cinta de Adam Sandler, Un papá genial, en donde un gigoló acapulqueño llamado Valentín (Derbez), se ve envuelto en un caso de paternidad; resulta que Julie (Jessica Lindsey), una linda gringuita, toca a su puerta y le presenta a Maggie, la hija que concibieron juntos hace casi un año.
Pero la sorpresa no acaba ahí; acto seguido a la presentación, la madre le pide dinero para el taxi que la acaba de dejar. Nuestro protagonista le da 10 dólares. Ella nunca regresa.
Decidido a no cambiar su estilo de vida, Valentín decide ir en busca de la madre a Estados Unidos.
Años después, sus torpezas e inocencia “típicas del mexicano” le llevan al éxito como doble de películas y como padre de una niña maravillosa (ahora interpretada por Loreto Peralta), hasta que un día la madre decide reaparecer.
En términos de estructura, la historia está muy bien planteada, y las actuaciones de Eugenio y Peralta son magníficas; pero es en lo particular que la cinta falla.
Y es que Eugenio hizo guiños al humor de ciertos personajes exhibidos en sus programas de televisión, al tiempo que metió situaciones chistosas de manera arbitraria y se excedió en detalles cursis, como si no confiara en que la historia que tenía en sus manos era lo suficientemente poderosa para entretener, conmover y hacer reír de una manera orgánica o natural.
Eugenio forzó las cosas y como resultado tuvo una película taquillera, sí, pero bastante mediocre. Un poco menos complaciente, Eugenio hubiera realizado una gran película, digna de aquellas cintas de humor blanco que engalanaron a la época de oro del cine nacional.
Lástima.